Hey, I've got a plan

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A veces las cosas no salen como uno lo espera. Eso lo tuvieron que saber Dean y Castiel.

Cuando Dean tenían dieciséis y Castiel dieciocho, se conocieron. Sus mundos colisionaron al momento de mirarse.
Un año bastó para que Dean reiterara lo que de primera estancia sintió. El conocerse profundamente solo hizo que el amor creciera entre ellos —aunque Cass lo negara en un principio—.
Medio año más bastó para insistirle a Castiel, para hacerle entender que para el amor no era necesario ser entre mujer y hombre.
Un romance tan descabellado y desenfrenado se desató entre ellos; a veces difícil de manejar, otras veces apacible y tierno.
Nada igualó lo que ellos experimentaban con cada beso y cada caricia. Absolutamente nada.

Dean solía recoger a Cass de su trabajo con el Impala, y a veces a la Universidad. Era reconfortante para Castiel ver a Dean sentado sobre el cofre a la espera de él.
Todo era perfecto tanto entre ellos como en su entorno —que por obvias razones y dada a la época nadie conocía su relación—, pero alguien hizo que prendieran fuego en su edén.

Lisa era una chica atractiva, de piel canela y cabello oscuro como la noche, ojos seductores y figura esbelta.
Su tipo de persona, sin duda, eran como Dean Winchester. No era extraño que la pelinegra anduviera tras el chico de ojos verdes.
Sin perder tiempo, Lisa le hizo una invitación al joven Winchester, para pasar el rato, hablar de todo sin hablar, pero declinó su oferta.

La morena no entendía cómo era posible que el afamado mujeriego, no cediera ante sus encantos.
Fue ahí cuando Lisa decidió seguirlo, tenía que averiguar sí o sí quién le arrebató su corazón.

En una mañana de primavera, Dean ya se encontraba en la ducha antes de las seis de la mañana, debía ir a la preparatoria. Desayunó algo rápido y salió de su casa junto con Samuel, su hermano menor. El día progresaba siendo asoleado, nada fuera de lo normal.
Dejó a su hermano al instituto y se dirigió al suyo, cursó algunas materias, salió sin prisas y fue a recoger Sammy. Fue justo en ese instante que salieron de la preparatoria cuando Lisa empezó a seguirle los pasos a Dean, éste último sin sospechar.

El resto de la tarde la pasó cuidando a su hermano en la casa, no hacían la gran cosa. La morena estaba escondida tras un frondoso árbol de la casa de enfrente a la del joven Winchester, y aunque no tuviera la mejor vista al menos podía verlo.
A las cuatro de la tarde, el Sr. Winchester llegó, media hora después llegó la Sra. Winchester.
Justo antes de las seis Dean estaba saliendo de su hogar, montando el auto y dirigiéndose a quien sabe donde.

Lisa tomó un taxi que por esa calle pasaba y le indicó al conductor que siguiera el auto negro.

El Impala se detuvo una calle antes de llegar a la Universidad de Lawrence, cosa rara puesto que Dean era de preparatoria —aunque faltase muy poco para que el castaño ingresara a la Universidad—. El joven de ojos verdes salió del auto y se sentó en el cofre, paciente. Lisa prestó atención a toda chica que salía de ahí y que miraba a Dean con ojos de deseo pero ninguna fue detenida por él.
Solo un chico de suéter beige, corbata azul y camisa blanca que hacía juego con un pantalón de vestir negro se dirigió con una sincera sonrisa a Dean, quien también le sonreía. Intercambiaron algunas palabras y luego se dirigieron al interior del auto, emprendiendo un viaje que aun desconocía la morena.

Al principio pensó que era un amigo suyo, más su sexto sentido dictaba lo contrario. Tuvo que tomar otro taxi y seguirlos hasta donde fueran a ir. No le gustaba nada lo que sus ojos marrones veían.

Dean se detuvo en un área rural que hacía perfecta mancuerna con un fresco viento que sacudía los altos pastos y algunas florecillas silvestres, a lo que Lisa pidió al conductor detenerse. Luego de pagar la cuota, descendió del auto y sigilosamente cruzó los pastizales hasta quedar a una distancia considerable entre ella y el Impala.

Make A Memory [AU Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora