6 - Guerra de miradas

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Las risas de Akane finalmente cesaron al no recibir respuesta alguna del pelirrojo. Este solo la miraba como si estuviera investigando cada movimiento, cada rasgo facial, sin mover un solo pelo. Sus rostros seguían manteniéndose cerca, tanto que podían inhalar el aire que el otro exhalaba.

—     Te equivocas.     — espetó finalmente colocando su mano derecha en el hombro de la muchacha —     Yo no estoy involucrado en los negocios familiares, aún...   — generó una enorme presión causando que ella caiga de rodillas frente a él sin poder modular alguna palabra —     pero si estoy interesado en esta chica. Pequeña y débil chica.

Akashi se agachó quedando a su altura y penetrando sus ojos en sus pupilas, ahora ambas de color marrón, haciéndola sentir amenazada. El corazón de Inoue latía con suma fuerza y desesperación.

¿Que clase de persona es este tipo?  

—   Si, es pequeña y débil,  —chasqueó su lengua sumamente molesta —   pero solo yo tengo la autoridad para rebajarla así. No te atrevas a tocarla.

Ella golpeó la mano que descansaba en su hombro con brusquedad y volvió mirarlo desafiante.

—    No la tienes, si no puedes dominarla por completo. No tienes la autoridad para hacer nada. Tal vez la débil seas tu y no ella.

Aquella Akane no quería oírlo más, estaba totalmente fuera de sus casillas y tenía que controlarse si no quería lastimar su cuerpo. Se puso de pie y se alejó tomando el balón que había quedado a un costado en el suelo. Dio un gran suspiro y comenzó a realizar saques ignorando por completo a Seijuro, pero algo había de diferente y él lo notó, ahora sus saques no solo eran precisos y perfectos, sino que también contaban con una enorme potencia. Ella estaba desquitandose con el balón, escupiendo las cosas que no podía decir, que no quería sentir.

Siguió y siguió hasta perder el hilo de su respiración y tener que apoyar el peso de su cuerpo sobre sus piernas agotada. De reojo pudo ver como una toalla era lanzada hacia su ubicación. La atrapó en el aire y miró a quien lo había hecho. Akashi se había quedado ahí toda esa hora sin decir una sola palabra.

¿Por qué? ¿Que era lo que estaba buscando?

Uno de los ojos de Akane había vuelto a su color natural, ese ámbar precioso que hacía que el oro parezca una baratija, el otro siguió oscuro allí sin tener intención de marcharse.

—     Gracias...   — murmuró tapándose la boca con la toalla y sin mirar al chico —     ¿Por qué sigues aquí?

—    Porque siendo capitán tengo la responsabilidad de cerrar todos los pabellones con llave y entregarlas a la rectora.

—   ¿¡Que!? ¿Y porque demonios no me dijiste?

Akane se moría de vergüenza, prácticamente ella lo había obligado a quedarse.

—   Porque te vi demasiado entusiasmada por entrenar, sería un monstruo si te dejo afuera sabiendo que tienes un partido tan importante mañana.

Ya de por si eres un monstruo, no necesitas hacer estas cosas.

O mejor dicho ¿Por qué las haces?

—    No tenías qué. Estaré bien mañana, no condenare a esta idiota.

Tomó su balón nuevamente y se encaminó a la salida dispuesta a marcharse sin decir mas nada, pero su voz la detuvo.

—   Mañana ven a la madrugada, una hora antes del partido. Abriré el gimnasio de voleibol para ti.   — Akane quedó estupefacta —    No es lo mismo entrenar sin una red, tal como para nosotros no es lo mismo entrenar sin un aro.


(...)

A la mañana siguiente el despertador sonó más rápido de lo normal. Teniendo en cuenta que Akane apenas había pegado un ojo esa noche. Con mucha pesadez se levantó, se dio un baño, desayunó y se fue directo a la escuela. Aún era muy temprano, pero ella tenía el presentimiento de que tenía que estar allí.

Hay un detalle sobre aquella enfermedad que habría que dejar en claro. Cuando Akane se siente débil y/o intimidada, su otro yo aparece para hacer de la situación a su antojo, no siempre para bien de sí misma sino por impulso y dominancia. Ella quiere llevar la vida de Akane como le plazca porque es consciente de los talentos ocultos que tiene y que la chica de ojos ámbar no explota como corresponde.


≈  Existen tres niveles de predominancia que se ven reflejados en sus pupilas.

Fase uno: ambos ojos de color ámbar.   Es simplemente la Akane de siempre. Una chica un poco tímida, que ama el voleibol y escuchar música.

Fase dos: heterocromía.   Ambas personalidades conscientes en una situación. Como si se creara una tercer persona con ambas características emocionales combinadas. La más fuerte predomina.

Fase tres: ambos ojos color marrón.  La personalidad secundaria toma el completo control. Cuando esto ocurre, la real Akane pierde totalmente el conocimiento sobre lo que ocurre en ese momento.


La ojimiel encadenó su bicicleta y se dirigió al pabellón de voleibol, esperando no encontrarse con ninguna del equipo aún, sentía que tenía que hacer algo primero. Pero al llegar, la puerta estaba cerrada con llave. Se sintió decepcionada al respecto.

—   ¡Inoue!

Dio un respingo al oír aquel grito tan familiar. Se dio media vuelta y se encontró con un Hayama sonriente corriendo hacia ella. Ella correspondió su sonrisa, pero quedó impactada al sentir sus brazos rodear su cuerpo y sentir la dulce presión de un abrazo.

—    ¿Estas bien? ¿No te pasó nada? ¿¡Por qué te fuiste así!? Por cierto, tengo tu mochila.

Habló tan rápido y con tantas expresiones, tanto de enojo y preocupación, que mareó a la muchacha.

—  Hayama, eres muy amable. Gracias.

Akane en ningún momento se dio cuenta de la falta de sus pertenencias. Agradecida de tener en los bolsillos del uniforme las llaves de su casa y celular, sino iba a estar en problemas.

—  Lamento si te preocupé, no fue intencional.

—  Olvidalo, me alegra verte bien.

Ambos se sonrieron, pero fue entonces cuando ella sintió la presencia de alguien más detrás de su compañero. Akashi Seijuro.

—   Hola, eres el de ayer ¿Cierto?   — carraspeo su cabeza algo nerviosa y confusa —   Disculpa que no lo recuerde muy bien pero ¿Fuiste tu quien me pidió venir tan temprano? Tengo ese presentimiento...

El pelirrojo la observó detenidamente bajo un semblante serio y ella comprendía muy poco el porqué.  

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora