Rory, el conejo del cereal

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Los últimos clientes estaban por irse. Este día ha estado demasiado cansado y ha pasado demasiado lento; bueno, es viernes y junto al sábado es el día en el que más clientes tenemos. Seguía recogiendo platos y limpiando mesas. Espero Valerie siga despierta.

-Chica, ¿Podrías traernos la cuenta?, Lily, lo siento no lo recordaba-me dijo una de las chicas que estaban en la última mesa ocupada mientras leía la insignia en mi pecho que decía ni nombre.

-Descuida, claro, un momento por favor-dije mientras corría al mostrador.

-Jerry, la cuenta de la 9.

Jerry era el cajero del café. Se quedaba conmigo junto a Taissa, la otra camarera, los viernes y sábados haciendo horas extra.

-Listo. Me pasó la bandeja con la factura. Agarre algunos chocolates del frasco y rápidamente corrí a la mesa.

Estaba tan exhausta que cuando se fueron los clientes tan solo me senté en el suelo con las rodillas recogidas .Creo que podría dormirme aquí mismo.

-Esos fueron los últimos. Ya cerré la caja-dijo Jerry sentándose conmigo.

-¿Podríamos acomodar algunas mesas y dormir?-preguntó Taissa mientras se sentó en el suelo junto a Jerry.

-A menos que tengas mantas y almohadas guardadas en el refri-dije en tono burlesco.

Nos levantamos. Taissa y yo terminábamos de limpiar las mesas mientras Jerry aseguraba las ventanas y las puertas del local.

Me quede pensando por un momento mientras miraba mis zapatos. Ya quiero llegar a casa. Valerie se enojara conmigo sino llego a tiempo para su hora de dormir y además, mañana tendría un día algo atareado.

-¡Hey!-me dijo Taissa sacándome de mis pensamientos. ¿Lista?

-Lo siento. Me parece que no olvido nada.

Cerramos la cafetería y como todos los sábados y viernes Jerry nos llevaría a mí y a Taissa.

El camino fue largo como siempre.

Primero dejamos a Taissa. Su casa quedaba a unos 5 minutos. Luego seguía yo. Mi casa era algo más lejos. 20 minutos para ser exactos.

-Gracias Jerry. Ve con cuidado. Te veo mañana-dije dando un gran bostezo.

-Descansa, lo necesitas-me respondió tratando de aguantar una risa.

El auto azul desaparecía en la niebla mientras buscaba la llave de la casa en mi bolso. La anterior semana habían cambiado todas las cerraduras por seguridad y aun me costaba identificar cual era cual.

La azul es la de abajo.

Mientras iba subiendo las escaleras vi la hora en mi reloj. Son las 10 y 40. Cuarenta minutos tarde.

Busco las llaves de nuevo.

La roja es la de aquí arriba.

Dejo las cosas en el sillón y voy corriendo a la habitación de Valerie.

-¡Lily!

-¡Princesa! Lamento llegar tarde, había mucho que hacer en la cafetería. Ahora a la cama.

Mientras Valerie se acostaba trataba fe visualizar alguna historia en mi cabeza para contársela. Era como una costumbre. Todas las noches le contaba una historia mi hermana antes que se quede dormida. Hace años, los cuentos de siempre que adornaban la estantería ya se habían acabado así que tuve que recurrir a mis habilidades narrativas.

-Había una vez una princesa que vivía en un gran palacio cerca del bosque...

-¿Y cómo era la princesa?

-Tenía el cabello rizado y negro y una hermosa sonrisa que hacia juego con sus grandes mejillas.

-¿Soy yo?-dijo riendo.

-No, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia-le respondí tratando de contener una risa.

-La princesa solía divertirse con sus amigos en todas las salas de juego que tenía el palacio. A veces jugaba al té en su casita, a veces jugaba fútbol en una gran cancha verde o a veces jugaba a las escondidas. En esto, en especial, era una experta ya que conocía todos los pasadizos y habitaciones secretas del palacio y a sus amigos les tomaba mucho tiempo encontrarla. Mmmm, pero había veces que la princesa también prefería salir al bosque a jugar con los animales que eran sus otros amigos con los que también se divertía mucho, en especial con mmmm Rory el conejo.

-¿Ese no es el conejo del cereal?

-Le estas quitando la emoción al cuento Val.

Sí, la creatividad de los nombre no era mi fuerte

-Lo siento-musito.

-Bueno. Rory le dijo a la pequeña princesa que había encontrado una pequeña casita en las profundidades del bosque y le pidió a la niñita que lo acompañara a averiguar quién o que vivía ahí.

Valerie bostezó.

-Y esta historia continuara porque ya debes ir a dormir.

-Pero nunca sabré que paso con Rory y la princesa ¿Cómo se llamaba?

-Mañana lo sabrás ahora a dormir.

-Pero solo dime su nombre y ya.

-Su nombre era Ana.

-Buenas noches Lil.

-Buenas noches Val, descansa-le dije mientras le daba un beso en la mejilla.

Apague la luz y camine hacia la habitación de mi madre.

-¡Lily! Estaba esperándote.

-Lo siento ya sabes estamos muy ocupados en la cafetería, pero no deberías estar despierta hasta tan tarde.

-No es tan tarde, ya dormiré. ¿Todo bien aparte de eso?

-Sí, solo que muero de cansancio.

- Y ¿Haz comido?

-Si ma, toda la comida.

Aun me cuida como si tuviera la edad de Val.

-Si es que tienes hambre Val hizo un pastel de chocolate y aún quedan un pedazo.

Mi favorito

-Gracias, creo que ya se me abrió el apetito de nuevo.

-Come y anda a dormir. Mañana también te espera un día largo.

-Si lo sé pero, ¿Cómo has estado? ¿Ya te sientes mejor?

Mi madre se enfermó gravemente hace algunos meses, exactamente cuando me gradué. Tiene cáncer, últimamente los dolores han aumentado y como mi padre murió hace algunos años yo era el único sustento para mi madre y mi hermana. Los dolores y la fatiga eran constantes pero confiaba en que ella mejoraría. Lo haría.

-Hoy ya no me ha dolido la cabeza solo he tenido algunos mareos en la tarde.

-Me alegra escuchar eso. Ahora a descansar. Buenas noches ma.

Apague la luz y me puse al umbral de la puerta.

-Gracias Lil. Gracias por tu ayuda. No deberías estar haciendo esto pero estas luchando y muy duro y deberías estar en la universidad como la mayoría de tus amigos...

-No madre, no empieces lo hago por que las amo y quiero lo mejor para ustedes. Ya estaremos mejor y entraré a alguna universidad. Ahora buenas noches.

Salí y fui a la cocina. Ese pastel seria mío.

Cogí un plato, me serví un pedazo, lo calenté y me fui corriendo a mi habitación.

Me quité toda la ropa y solo cogí una playera naranja de mi cajón.

Me acosté y deseo morir toda la noche. De verdad estaba cansada, me pesaban los parpados pero me quedare un momento más. Agarre mi cuaderno que estaba en el primer cajón de mi velador.

Y empecé a escribir y dibujar muchas cosas. A veces simplemente dejo volar mi imaginación.

Me pierdo completamente, entregándome a mis pensamientos y comiendo pastel mientras diviso el paisaje urbano de New Orleans por mi pequeña ventana.

The Green Lines GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora