8.

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Durante los días que siguieron íbamos de vez en cuando a tomar un café o cerveza a su departamento o el mío. Aprendí sus horarios, un par de veces comimos lunch en su descanso; o más bien ella regresó al edificio para comer lunch aquí conmigo. Sabía que tarde o temprano intentaría salir a algún lugar normal a comer y en ese momento tendría que decirle la verdadera razón por la que no quería ir a un lugar demasiado público. Pero prefería prolongarlo en lugar de decirle de una vez.

Mis días se volvían aburridos sin ella. Estaba trabajando en el guión de una película pero mi mente divagaba y ansiaba que ella llegara a casa. Pero el que llegara a casa no significaba que la podía ver entonces, había días que estaba ocupada con la maestría, o que iba a salir con sus amigos... Aunque no me gustara no podía tenerla para mí solo todo el tiempo. Necesitaba hacer algo más para ocupar mi tiempo y mente, pero no podía salir a plena luz del día como cualquier persona. Probablemente si salía no me iban a reconocer tan fácilmente, (había salido al supermercado sin ningún problema, por ejemplo) pero Vienna es una ciudad internacional, lo que significa que hay muchos jóvenes o al menos fans de las películas que he hecho recientemente. No podía dejar que una foto me delatara, no quería volver a Estados Unidos todavía y tampoco quería que los medios vinieran a buscarme aquí.

Creo que cuando me mudé, no pensé tan bien el impacto que tendría en mi vida.

Un lunes al mediodía, o al menos creo que era lunes, dejé la computadora en mi habitación y fui a la cocina a hacerme algo de comer. No había desayunado y por la posición del sol, ya estaba cerca la hora del lunch. Pero ella no me había hablado, normalmente lo hacía a esa hora para avisarme que vendría. Abrí el refrigerador y mientras admiraba la poca comida que había, escuché vibrar mi celular, lo tomé y vi su bello nombre.

"No podré comer contigo esta semana, tengo que terminar algunas entregas y es mejor que me quede en la universidad. Te veo después."

No podía molestarme por ello, ella tenía su vida, su trabajo, sus metas, etc. Todo lo que ahora me faltaba a mí. No era seguro que la viera mucho esa semana, así que debía de mantenerme ocupado, el guión era una buena forma.

~~~ 7 días después ~~~

No la había visto en varios días, de hecho en una semana completa. La empecé a extrañar. Muchas veces quise enviarle algún mensaje, pero no quería interrumpir su estudio. Había  tratado de salir de mi departamento casualmente cada día alrededor de la hora en que ella normalmente regresa, para encontrarla pero no he tenido suerte. Pensé en preguntarle a su compañero de cuarto, pero entre menos personas me vean, mejor para mí. Empezaba a sentirme solo de nuevo y tan holgazán como para no ir a comprar la despensa de la semana y vivir de alcohol y cacahuates.

Un día por la tarde me harté del guión y traté de escuchar música, me harté de nuevo y busqué mi celular frenéticamente. Tenía que hablar con ella, al menos a través de mensajes.
-"¿Cómo estás?"- escribí y lo envié enseguida para que no pudiera pensar, arrepentirme y borrarlo.
En menos de un minuto, mi celular sonó indicando que alguien llamaba. Lo contesté sin ver quién era.
-Sebastian.
-Victoria.
-¿Estás en casa?
-Sí.
-¿Puedo ir?
-Claro-  dije sorprendido, normalmente nunca pregunta, sólo llega.
Colgó.

Fui a ponerme desodorante y a atar mi cabello en una cola, me lavé los dientes y escondí las botellas de alcohol vacías. Tocaron la puerta.
-Hola- dijo en cuanto abrí.
Usaba un pants negro y traía una sudadera grande con el nombre de la universidad grabado en el frente. Su cabello estaba atado en una delgada y corta trenza y no traía maquillaje. Parecía que estaba descansando ese día, no tenía la necesidad de lucir impecable y perfecta, y aun así se veía hermosa. La dejé pasar y traté de esconder mi enorme sonrisa.
-¿Qué te trae por aquí? Pensé que estabas ocupada con la maestría- pregunté casualmente.
-Lo estoy, pero quería verte.
-Tienes ojeras- dije trazando mi pulgar por debajo de sus ojos.
-Sí, ha sido una semana pesada. Pero estoy a punto de terminar la última entrega.
-Si todavía no terminas, ¿por qué no vas a hacerla? Tu tiempo está mejor invertido ahí.
-Necesito un descanso, ¿no lo crees? Mi cerebro ya no puede más el día de hoy- dijo recargándose sobre la puerta, si hubiera cerrado los ojos probablemente se habría dormido.
-¿Vamos a la cocina?- pregunte antes de que eso pasara.
Asintió.
-¿Ya comiste?
Negó lentamente.
-Pero no vine para que me alimentaras, sólo quiero pasar un rato contigo.
-Podemos pasar el rato comiendo- dije abriendo el refrigerador- o no- dije al ver que no había nada bueno. O más bien, nada. Literal.
-Podemos ir a comer algo afuera, si estás dispuesto- dijo cautelosamente.
-Victoria...
-No superaras esta fobia si no lo intentas.
No es fobia.
-Pero...
-Conozco de un lugar pequeño, donde no tendrás que disimular ser feliz de ver a tantas personas. No es muy lejos de aquí así que podemos caminar. Prometo que no hay gente, nunca la hay cuando voy.
-Es que...
-Dame una buena razón para no ir y quedarte a morir de hambre aquí.
No tenía otra buena excusa más que la verdad. Suspiré audiblemente, era mejor terminar con esto.
-¿Me has googleado?
-¿Qué?- dijo genuinamente confundida.
-¿Me has googleado?- repetí
-¿Por qué lo haría?
-Dijiste cuando nos conocimos que ya habías escuchado mi nombre en alguna parte.
-Sí, pero eso ¿qué tiene que ver con esto?
-Todo.
-Ok... soy toda oídos.
-Un segundo- dije saliendo de la cocina y yendo a tomar mi computadora.
Abrí el buscador pero en lugar de escribir mi nombre, voltee la pantalla hacia ella.
-Adelante.
-¿Descubriré que eres uno de los más buscados?
-No.
Ella frunció el entrecejo ligeramente pero lo hizo, escribió lentamente SEBASTIAN y lo completó en cuanto vio el STAN entre las opciones. Abrió el link de IMDB y leyó la pequeña biografía, regresó y abrió el link de wikipedia, y luego abrió la pestaña de imágenes.
-Oh, tú eres el soldado del invierno.
-Así es- dije en un susurro.
-Genial. Entonces... ¿para qué querías que lo viera? Dijiste la verdad, eres un actor en Hollywood.
-¿En verdad esa es tu reacción?
-¿Cuál esperabas?
-No estoy seguro, pero no esa.
-Probablemente querías que me emocionara y empezara a gritar.
-Ya no estoy seguro.
-Ok, explícame entonces- dijo viéndome directamente a los ojos.
-El punto es que soy muy conocido.
-En América.
-Sí, pero también en Europa, por eso trato de pasar desapercibido.
-Sebastian, todos los artistas tratan de hacer eso pero aún así salen al mundo. Además aquí no te conocen todos, yo creo que sí puedes salir. No digo que tus papeles sean pequeños, al contrario, creo que tu carrera ha sido muy buena por lo que veo, pero no lo suficiente como para que seas conocido por cada persona en Europa.
-Pero no quiero que alguien me reconozca y me saque una foto. Porque de esa forma los medios sabrían que estoy aquí. Y vine aquí a esconderme, ¿recuerdas?
-Exactamente, ¿de qué te estás escondiendo? Porque este no es un buen lugar para hacerlo, como ya te lo había dicho.
-Estuve envuelto en un problema en Estados Unidos, recibí mucha crítica y empezaron a no dejarme trabajar. Decidí darme un respiro e irme al menos un año, pero en realidad es que no quiero que la prensa me encuentre, ni los que decían ser mis amigos, no quiero recibir más críticas, quiero estar solo. Ni siquiera mi familia sabe dónde estoy.
-¿Nadie lo sabe?
-No.
-Llevas varios meses aquí, debes vivir. Porque no lo estás haciendo.
-Lo empecé a hacer cuando te conocí.
Bajó su vista de inmediato. Creo que ese último argumento fue demasiado.
-¿Por qué no cambias de look? Eso debe ayudar en algo- dijo de pronto.
-Bueno definitivamente ya no me visto como antes, no tengo ningún evento al que asistir así que lo que tengo aquí son playeras y jeans en su mayoría.
-Ok, eso es un inicio. ¿Pero qué hay de tu cabello?
-Lo he traído corto y largo para diferentes papeles. Daría lo mismo.
-Te lo puedes rapar, aunque ya viene la época de nieve así que tal vez no sea lo mejor... Te lo puedes dejar más largo.
-No creo que eso me quede bien.
-Yo opino lo contrario, en este momento ya lo tienes más largo que cuando eras 'Bucky' y te ves muy bien.
Me pasé una mano inconsciente por el cabello y rectifiqué lo que ella había dicho. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza el cortarme el cabello en todo el tiempo que llevaba ahí.
-Incluso podríamos teñirlo, ¿qué te parece?
-No. Absolutamente no.
-¡Oh, vamos!- dijo esbozando una sonrisa- no tiene que ser algo totalmente drástico, podría ser más oscuro o más claro. Por tu tono de piel, creo que te podría quedar muy bien ya sea rubio o negro.
-No.
-Pero según las fotos que hay en la web, has traído el cabello rubio- dijo abriendo una de ellas.
-No significa que me gustara.
-Pero no me has probado a mí como estilista- dijo sonriendo de lado- Sebastian, ¿no quieres cambiar? Porque estoy segura de que quieres mostrarle a todos que no eres el mismo que se involucró en ese "problema" del que hablas en Estados Unidos. Esta es una forma de hacerlo, eres libre de hacer lo que quieras ahora. Estás en el lugar correcto para hacerlo, probablemente Berlín sería un mejor lugar, pero Vienna también puede ser excéntrica.
-Si quieres saber acerca de ese problema, puedes buscarlo en línea.
-No me importa saberlo. Todos cometemos errores alguna vez y no por ello tenemos que decírselo a cada persona nueva que conocemos.
Sonreí solo ella podía levantarme el ánimo ahora. Aunque reflexionando sus palabras, no era algo ilegal, fue un accidente y una persona perdió la vida. Eso lo hacía socialmente inaceptable.
-Gracias Victoria.
-No hay de qué, estoy aquí si quieres hablar- dijo guiñandome un ojo- bueno, por el momento lo que podemos hacer es hacerte una trenza con ese maravilloso cabello grueso, ponerte unos lentes de sol, y una bufanda gruesa, tal vez gorro y guantes también.
-No creo que eso sea suficiente para evitar que las personas me vean, probablemente eso atraería más la atención.
-Tal vez los lentes sí, pero lo demás es necesario porque hace frío afuera. Estamos a 0 grados me parece, o tal vez menos.
-No voy a salir.
-Sí lo harás.
-No lo haré.
-Sebastian necesito ver qué funciona mejor para pasar desapercibido.
-¿Y la trenza?
-Porque tu cabello es lo suficientemente largo para ella- dijo sonriendo de la manera más dulce. ¿Cómo podría decir que no?
-Victoria...
-Por favor...
-Está bien, pero que no se vea muy femenina...
-Si te refieres a ponerle flores o ligas de colores, no te preocupes- dijo riendo- siéntate aquí.
Me senté en una silla de la cocina y respiré hondo. Ella se puso de pie de inmediato, se colocó detrás de mí y empezó a tocar mi cabello, sentí como sus delgados dedos se hundían hasta mi cuero cabelludo. Si estuviera cansado probablemente me hubiera quedado dormido antes del primer minuto.
-Listo- dijo de pronto.
Toqué ligeramente su trabajo y sonreí ante lo débil que yo había sido para dejarme convencer. Había dejado que alguien tocara mi cabello y lo trenzara, el viejo yo no hubiera dejado que eso pasara. Fui al espejo del baño y debo admitir que no se veía tan mal como lo esperé, sin embargo no es algo que me gustaría usar diario.
-Ok, ¿estás contenta ahora?
-Sí, se te ve muy bien- dijo sonriendo.
-Ahora combinamos- dije tocando la parte de atrás de su cabeza donde su delgada trenza colgaba.
De pronto, ella cerró el espacio entre nosotros y rodeo mi cintura con sus brazos, descansando su cabeza en mi pecho. Estaba seguro de que podía escuchar mi corazón acelerarse.
-¿Vic...?
-No hables, sólo déjame abrazarte.
Así lo hice, envolviendola en mis brazos a la vez. La esencia de canela llegando a mis fosas nasales. Hay veces que no te das cuenta lo mucho que necesitas un abrazo.
-Y ahora es el momento perfecto para salir a comer- dijo separándose de mí de pronto.
-¿Qué? No, no.
-Oh vamos, ya tienes un peinado diferente.
-Sabes que con eso no va a evitar que alguien me reconozca.
Rodó los ojos sin tratar de esconderlo esta vez.
-¿Usas lentes?
-A veces, ¿por qué?
Levantó la mano con la palma hacia arriba, ahora yo fui el que rodó los ojos y fui a buscarlos. Fui al baño y abrí el gabinete detrás del espejo, tomé el estuche azul de anteojos y lo sacudí un poco, esperando que ahí estuvieran y una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro cuando escuché un par de golpes en él. Lo abrí y saqué mis viejos lentes.
-Aquí están- dije colocándolos sobre el puente de mi nariz.
-Ya no te ves tan tú. Bueno, en realidad a comparación de las fotos que acabo de ver, pareces una persona muy diferente. Vete en el espejo Sebastian, tan sólo el cabello no te hace ver como Sebastian Stan- dijo llevándome al espejo del baño- apuesto a que no eres diferente solo físicamente.

Tenía razón, había dejado que mi vida se fuera en picada, me había deprimido tanto cuando llegué aquí que apenas tenía comida para sobrevivir y prefería ir al supermercado a comprar alcohol para ahogar mis penas. Ahora, apenas empezaba a tener el manejo de mi vida de nuevo, sin embargo nunca sería el mismo de antes.
-Tienes que vivir Sebastian- dijo lo suficientemente fuerte para sacarme de mis pensamientos- Ésta no es la mejor forma de existir, me refiero a que te estás escondiendo del mundo.
-Gracias pero...
Suspiré, ni siquiera pude terminar la oración. No quería arriesgarme, quería ser invisible para todos excepto para ella.
-Está bien, no voy a seguir intentando hasta que tú no lo hagas por ti mismo. Yo no te puedo ayudar si tú no lo quieres- dijo caminando hacia la puerta, tomó sus zapatos y cerró la puerta tras de ella.

Quería ir tras ella pero mi cuerpo no respondía.

No sé cuánto tiempo me quedé viendo la puerta por donde había salido, pero en cuanto volví en sí, lo único que pude hacer fue recargarme en la pared y taparme la cara con las manos. A veces era un idiota y ni siquiera me daba cuenta. Habían pasado alrededor de 10 minutos desde que volví en sí, podía decirle que fuera conmigo a comer pero era muy probable que se negara. Tal vez podía comprar algo y traerlo al edificio pero ella pensaría que no quiero salir del hoyo en donde me encuentro en este momento.

Me vi de nuevo en el espejo y en efecto. Esta persona no era Sebastian Stan el actor de Hollywood que le dio vida a Bucky Barnes, era sólo alguien que se había perdido y buscaba un camino de vuelta a la vida. Me puse mis botas, mi chamarra negra y tomé la bufanda de la que había hablado Victoria. Bajé lo más rápido que pude y cuando llegué a su piso ya se me había ido el aire. Tenía que volver a hacer ejercicio, ni siquiera sé cómo fue posible que lo dejara en primer lugar, era como una obsesión para mí y fue fácil simplemente dejar de hacerlo.

Toqué la puerta un par de veces y esperé impacientemente.
-Vete- escuché que dijo a través de la puerta, probablemente me vio desde la mirilla.
-¿Quieres ir a comer un kebab?- dije como vómito verbal.
Esperé varios segundos a que respondiera, sabía que seguía ahí.
-Tienes suerte que tengo hambre- dijo abriendo la puerta al mismo tiempo que se colocaba una chamarra.

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Viena (Sebastian Stan - español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora