Tinta

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Querida Abigail.
Apuesto a que acabas de levantarte, desayunar y sacar la basura. A que te sentaste en el computador para ver si había algo nuevo y que al escribir tu contraseña bajando la vista hacia el teclado, viste una de las esquinas de esta carta sobresaliendo por debajo del mismo. Apuesto a que tienes ganas de saber a qué quiero llegar, pero ten paciencia.
¿Nos conocemos desde hace mucho tiempo no? 8 años pasan volando. Recuerdo cómo me fascinó tu forma de desenvolverte cuando entraste a mi clase. Recuerdo que nos llevábamos bien y que poco a poco algo nacía entre nosotros. Recuerdo cómo pasamos nuestros 6 años de noviazgo, con tantod altod y tantos bajos. Tantos abrazos, tantos besos, tantas rosas. Tanta magia, que de un día para el otro dejó de asombrarme y comenzó a darme miedo, y que a diferencia de las otras veces, se extinguió como un árbol que se seca en invierno, sin volver a florecer núnca más y dejando un espectro de lo que fué alguna vez.
Y yo te pregunto ¿Por qué? ¿Te aburriste? ¿Dejaste de confiar en mí? ¿Querías probarme algo?
Ya no importa. Así como tú, dejé de escuchar, de hablar, de sentir.
¿Recuerdas esta mañana cuando sacaste la basura? Se te hizo pesada, ¿no es así? De seguro también te pareció que estaba fría, más de lo normal. Bueno, ¡SORPRESA!, en esa misma bolsa se encontraba mi cuerpo desangrado. ¿Que como la cerré? No lo hice, pero sabía que te molestaría el hedor de la carne en inicios de putrefacción y la cerrarías sin pensar en lo que había dentro.
Para estas horas el camión ya debe haber pasado así que no servirá de nada el que bajes a buscarme. De cualquier forma, ya me fuí.

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⏰ Última actualización: May 13, 2017 ⏰

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