Porta

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Aquel botoncito que hacía llamar nariz enrojeció al instante, a pocos centímetros de tocar la helada ventana

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Aquel botoncito que hacía llamar nariz enrojeció al instante, a pocos centímetros de tocar la helada ventana. Era invierno y su cuerpo lo sabía. Lo sabía tanto que se estremecía a cada segundo mientras esperaba la llegada de Jungkook y sus manos jugaban entre sí, auto calentándose, queriendo saciar sus nervios en manías pobres que tenía cualquier persona impaciente.

Él no era la excepción por más especial que pareciera ser.

Se bajó de la silla y cruzó sus brazos, creyendo que el reloj nuevo de su sala era el que se equivocaba y que sus cálculos fueron cruelmente timados por culpa de esas manecillas que no paraban de moverse a un ritmo inquietante. El constante tic tac obligaba a su cerebro a ignorar otro cualquier ruido y, oh sorpresa, ¡lo desesperaba! Quería a Jungkook ahí, ahora.

Con grandes pasos -o eso intentó- se dirigió a la puerta y la abrió con brusquedad, encontrándose con un castaño de mirada confusa y a punto de tocar la puerta. Al parecer sus súplicas al tiempo fueron escuchadas o seguía exagerando. ¿A quién engañaba? Era la segunda y seguiría siendo esa hasta que no ocupara todo su tiempo en ser tan necesitado de la presencia del más alto.

—¿Qué hacías? ¿Acaso pensabas irte...? ¿No te dije que esperaras o qué? —se mareó con tantas preguntas y asentir no fue más que otro de sus movimientos involuntarios; Jungkook no dejaba de opacar a su razón—. Uhm, al parecer te hizo mal el frío, solo mira tu nariz... Entra, entra.

Dio dos pasos hacia atrás, en silencio, y dio otros más para darse media vuelta y regresar a la silla en donde había estado torturando a su preocupación con pensamientos típicos como bolas gigantes de nieve aplastando a su novio camino a casa o un hombre de nieve asesino queriendo hacerle mucho daño. Después estaba el simple hecho de que el tráfico no era el mejor en temporada de invierno y solo desorbitaba a su inocente imaginación.

—Empiezas a preocuparme, ¿qué rayos pasa contigo? —pestañeó dos veces para volver en sí y enfocar su atención completa en él, entre abriendo los labios de sorpresa al notar que algunos copos de nieve adornaban el cabello del mayor. ¿Lo apartaría si intentaba tocarlos?—. Jimin, ¿me estás escuchando?

—¿Eh? Si, si, ¡siempre te escucho Jungkookie! —apoyó sus manos en las rodillas ajenas, aprovechando que él también se encontraba sentado, ¡cerca de él! ¿No era sensacional? Como no pudo haberlo notado antes. Tenía a si hyung a pocos centímetros y podía observarlo con más facilidad estando a su altura. O algo así, pero le agradaba que casi lo estuviera—. ¿Por quién me tomas? ¿Eh? ¿Por el señor ese que siempre ofrece aromatizantes en los estacionamientos y nunca te hace caso cuando le dices que no quieres sus productos? ¿EH? —explotaba a la cantidad de palabras para acercar "disimuladamente" la mano que había apartado de su rodilla para esta vez dirigirla a su cabello y le sumaba sus extrañas muecas, sobre actuadas, para distraerlo profesionalmente.

Pero el mayor no era tonto y la cara que puso —ocultando sus ganas de reír— alertó al de intenciones inofensivas.

—Pequeño tonto... —tomó sus manitos entre las suyas y las dirigió a su cuello, invitándolo a abrazarlo—. ¿Y si mejor me das un abrazo y te callas?

Porta [Kookmin OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora