Rutina.

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7:00 a.m.

Una delgada figura se movía entre las sábanas, largos y negros cabellos resbalando a la orilla de la cama y el ruido del aire golpeando las ventanas.
Con pesadez, aquella joven se acurrucaba más en su sitio, hasta que tres golpes se hicieron presentes.

- Juno.

Desde el otro lado de la puerta de la habitación, una voz conocida le llamaba. Con desgana respondió:

- ¿Qué pasa madre?
- Son las 7:00, levántate a la escuela.
- Voy...

Somnolienta se sienta en su cama, talla sus ojos y da un largo bostezo.
A duras penas se levantó y dirigió al baño a darse una ducha, rápidamente terminó de alistarse y bajó a la cocina a desayunar.

- Buenos días hija ¿Cómo amaneciste? -preguntó su padre-.
- Cansada.
- Si dejaras de estar hasta tarde en el computador, no amanecerías cansada. -reprochó la madre molesta-.
- Lo siento, madre.

El desayuno consistía en simples Hot Cakes, los cuales Juno adoraba, y chocolate caliente que a su padre le gustaba.
Desayunar fue tranquilo, el padre revisaba cosas de su trabajo en la tableta y su madre veía las noticias en televisión.
Al salir de casa fue directamente al auto y esperó a su padre, quien amorosamente se despedía de su mujer.

Durante el camino a la escuela su padre solo hablaba sobre las futuras vacaciones y los lugares que podrían visitar juntos, la playa en definitiva era la peor opción para ella ya que odia sobremanera quemarse, a diferencia de su madre quien amaba el mar, sol y arena ¿Hace cuánto que no lo visitaban? ¿Su madre lo extrañaría? Definitivamente lo aceptaría si eso la hiciera feliz. 

- ¿Qué piensas hija? -Su padre la sacó sorpresivamente de sus pensamientos-.
- ¿El qué?
- Vacacionar en el extranjero ¿Te gustaría?.
- No lo sé.
- Vamos Juno, será divertido.

Esta solo asintió y bajó del auto, se despidió de su padre y entró al edificio.
Tranquilamente caminaba por los ruidosos pasillos hasta llegar a su clase y sentarse al final para observar por la ventana, veía más y más jóvenes.

- Que ruidosos...

Pensó, realmente la escuela podría ser un buen lugar si no hubiese tanto ruido.
Por la ventana miró hacia el patio trasero, unos chicos molestaban a uno más joven y de rojizos cabellos.
Recordó aquellos días, cuando la víctima era ella y no aquel pobre muchacho. Básicamente los bravucones se habían cansado de ella por el simple hecho de que esta no se quejaba ni luchaba por que la dejasen en paz, se dejaba hacer y ni siquiera pedía piedad. Le hubiese sido humillante dar esa imagen, así que optó por mantenerse seria.

- Pobre Tom.

Dijo tranquilamente, en eso la campana que da inicio a las clases sonó haciendo que chicos y chicas entraran por la puerta para terminar con la paz que había hasta hace unos momentos.

- Buenos días alumnos, por favor guarden silencio y saquen sus tareas.

Todo el salón quejándose obedeció al profesor de mala gana, comenzando la clase.

Las clases transcurrieron de manera normal hasta dar la hora de salida, de nuevo Juno se dirigió al asiento final en el autobús que la llevaría a casa e ignorando al resto de ruidosos pasajeros.

Llegó a casa estresada, y con zapatos sucios de jugo de manzana que algún tarado dejó caer. Entró, avisó su llegada y subió a su cuarto bastante molesta por sus zapatos.
Su madre va a darle una buena reprimenda por ello a pesar de no ser culpable.

- Maldita sea. -refunfuñó molesta, quitándose sus zapatos y calcetas-.
- Juno, será mejor que bajes a comer antes de que tu comida se enfri... ¿Qué? Maldición Juno ¿Qué le has hecho a tus zapatos?.
- Ah... yo.
- No importa ya, tendrás que lavar los zapatos y calcetas. -Dijo molesta saliendo de la habitación, pero deteniéndose en la puerta- Y ya baja a comer.
- Ah... si madre.

Juno's LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora