Can't smile without you

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Inglaterra, Londres.

Calles de Baker Street.

-A veces lo mejor es olvidar, John.

Eso era lo que siempre le repetía, pero no era tan fácil, no para él ...

Las calles en está época del año eran frías y despiadadas con todos aquellos desamparados y mendigos en busca de calor. Odiaba tener que ir a ese lugar, pero era cierto que sus visitas al sitio eran más frecuentes que las veces que, por simples miramientos, iba a la iglesia o siquiera cerca de la cantidad de veces en las cuales él no estaba en su pensamiento.

Una brisa fría golpeó sus mejillas, mareandolo un momento, pero sin embargo continuó su camino de manera normal; en todas las sesiones John hablaba de él. La herida seguía abierta, no importando los años que pasaran, ya hacia tres años de eso, sin embargo recordaba a la perfección sus ultimas palabras.

Recordaba el momento exacto en el que le vio caer.

Lo recordaba malditamente todo, no importando el tiempo que pasara,  y esto era una maldita locura.

Eran para él recuerdos frescos, sus últimos. Es difícil olvidar, olvidar a alguien a quien se ama con fraternidad, a un familiar, a un amigo, a una madre e incluso a un padre o hermano, pero es más difícil olvidar  a aquella persona que se ama con todo el corazón, el pensamiento y el alma.

John no podía olvidaré.
No quería, no podía permitírselo.
No, tristemente no podía, se reprochaba el hecho de haber sido tan ingenuo, tan iluso  como para no haberse dado cuenta de lo que le pasaba a su querido detective.

Y es que el amor en ocasiones puede ser un arma peligrosa, mucho más si lleva el recuerdo fallido de una amistad o un amor que no pudiste proteger, John se hundía cada vez más en lo profundo de sus remordimientos, había olvidado lo que era innecesario en su ser por que él se las llevo consigo al morir, John perdió una parte muy grande de si mismo cuando el murió

Sus ambarinas piedrecillas achocolatadas no poseen más su fulgor, el hermoso atardecer que formaban los ojos de John habían perdido su color, se veían vacío, huecos,neutros.

John jamas había sentido algo así, pero estaba seguro que esto no cambiaría nada de lo ya acontecido, las calles de Londres habían perdido un sentido para su alma. Donde alguna vez había una persona llena de amor, alegre, amable, servicial y encantadora, de eso tan solo quedaban recuerdos como mangas rojas y negras de tinta en el papel.

John sacó sus llaves del bolsillo izquierdo de su pantalón , su rostro se encontraba neutro y sus ojos se veían vacíos carentes de brillo, de emoción y de vida, ya no poseían luz. Tenía la mirada gacha..., y no muy lejos su mirada pudo encontrar un par de zapatos negros, al igual que unos pantalones del mismo tono, lisos, parecían muy bien planchados, tal vez de vestir, recuerdos llegaron a su mente de las muchas veces que había visto ese conjunto, permaneció estático unos segundos pero reunió el valor suficiente para seguir subiendo la mirada. El, el estaba allí... otra vez el...,una figura delgada, alta, angelical, llena de vida se ubicaba frente a el, sus rizos invadían su blanca frente, contrastaban perfectamente con su pálida y blanca piel. Se encontraba nevando pero esa no parecía ser la razón del tono pálido de la figura, sus ojos...,sus ojos azules entre oscuros y claros que aveces parecían tener un brillo verdoso lo observaban, los labios pálidos de un color naranjo muy blanquecino pero a la vez opacos resaltaban, era un ángel, o eso parecía, vestía su típica camisa blanca con la gabardina negra y la bufanda azul oscuro, esa que tanto amaba. El estaba allí..., pero el estaba muerto.

-¿Por qué...-habló en voz alta-  ...por que eres parte de tan solo un cruel sueño?- terminó de decir el rubio y pasó al lado de la alta figura.

John entro entró en el 221 B de Baker Street  y cerró la puerta.

-Estoy de vuelta, John- habló la figura en un suave murmullo..., pero John ya se había ido.

En el departamento John se sentó tranquilamente en su escritorio con una taza de té en las manos, tenía miedo...Su respiración se denotaba tranquila y parecía estar sumergido en profundos pensamientos,sonrió con amargura, el lo abría llamado palacio mental. Tomó su taza y está emprendió camino hasta sus labios sin llegar a tocarlos.

-Yo... solo..., solo no puedo sonreír sin ti, John.

Él. su mente dedujo tan rápido como lo había hecho ya tantas otras veces, su corazón se aceleró y sus pulsaciones se volvieron irregulares, su cuerpo empezó a sudar y escalofríos empezaron a recorrer en su entumido cuerpo.

Dos pequeñas lagunas color mar seguían los movimientos de dos hermosas piedrecillas color ámbar achocolatado. El mar y el atardecer se fundían en uno solo, anhelándose, amándose y ardiendo de deseos de abrazarse. Pero ese atardecer se veía opaco; como los días opacos en que hay lluvia, su mirada era triste y melancólica...El dolor se hacía más profundo a cada instante, el aire se hacía pesado, el médico tembló ligeramente, se sentía morir, su pecho dolía cada vez pero, sentía que su mundo giraba y se movía, debía despertar se decía, pronunciando lenta y seguidamente las palabras - "Sherlock está muerto"- cerró fuertemente sus ojos queriendo evitar la alta figura del moreno, escucho pasos, luego una caricia en sus mejillas, abrió sus ojos con cristalinas gotas de agua salada en ellos, un sollozo escapó de sus labios, débil pero a la vez fuerte. John se estaba quebrando, lo sabía, pero no podía evitarlo... otra caricia, está fue dada aún con mucha más amor que la anterior, tierna, lenta, volvió a escuchar su nombre en los labios del contrario, llamándole, está vez sollozó con más fuerza y abriendo los ojos que no se había dado cuenta de había cerrado, lo miró a los ojos repitiendo mentalmente "Sherlock está muerto"...el moreno lo vio a los ojos con más intensidad...

-John- le llamó nuevamente, brindando otra caricia al médico militar.  

Las lagrimas seguían cayendo de su ojos. Fue en el momento en el que Sherlock quiso acercarse  más que John reaccionó, se apartó bruscamente, mordiéndose el labio inferior con fuerza y derramando lagunas saladas, gotas de lluvia de un oscuro atardecer.

Las lagunas color mar le miraron dolido, la tristeza era evidente en el segundo piso de 221 B de Baker Street.

-Basta...por favor, basta- la derrota hacía claras señales de su presencia, pero a su mente llegaron recuerdos de ese día, "A veces la vida puede ser cruel" le había dicho Molly ...recordó la sensación de tener que volver a casa sin encontrarse con el moreno, recordaba cada una de las locuras que había hecho por el, el momento en que casi lo pierde por culpa de ese terrible taxista, cada momento juntos..., ya no podía seguir así, tenía..., tenía que terminar con esto, corrió a la habitación y cerró la puerta con el seguro, miró su mesa de noche al lado de su cama, sus medicación anti-delirios y alucinaciones estaban allí, comenzaron a sonar golpes en su puerta, el estaba tratando de abrir, quería entrar, su mundo se estaba cayendo, necesitaba hacer algo, quito su peso de la puerta y corrió a su mesa de noche, abrió el frasco observándolo unos segundos, vertió un puñado en su mano y deteniéndose unos momentos los hecho en su boca y los trago, un ligero temblor recorrió su cuerpo, el mundo a su alrededor comenzó a moverse, a girar, oyó como la puerta era derribada de una patada y sintió a alguien tomarlo entre sus brazos antes de caer irremediablemente entre su brazos hacia el piso. Sherlock lo sostenía en brazos, sus ojos, sus hermosos ojos estaban llenos de lagrimas que caían por momentos en sus mejillas, se veía dolido, parecía que se iría a romper en cualquier momento, John, pronuncio con la voz casi quebrada el moreno, su cuerpo temblaba, lo podía sentir a través de su brazos, podía oír sus débiles sollozos como si tratara de contenerlos, su vista se empezó a volver borrosa, lo oyó gritar con fuerza, llamándole con desespero, su cuerpo se sentía relajado, estaba cansado, tenía mucho sueño, comenzó a cerrar sus ojos lentamente viendo tan solo pequeñas manchas de lo que quedaba, lo oyó negar con desespero, maldecir, llamándole fuerte entre gritos y sollozos, el pequeño bote de medicamentos cayo del brazo sin fuerzas del brazo del militar, y entre el silencio del 221 B de Baker Street se oyó el desgarrador grito de un amante abrazando el cuerpo sin vida de la persona que más amaba.

[Inspirado en el fanfiction de Sevnilock]
Imagen de multimedia ⬆⬆⬆⬆
*Nota: Los Amo Doritos.∆×∆×∆

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