Capitulo 23

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Nos dirijimos al centro de la ciudad de nuevo. El atardecer pintaba el cielo de un naranja intenso.

Todos estaban trabajando juntos, se había habilitado la avenida para poder trabajar en diferentes artefactos con las ideas mas locas que se les ocurrían a los jovenes habitantes de la ciudad.

Vi a muchos niños de mi sector, estaban trabajando duro, no me podía quedar ahi parada sin hacer nada, así que comence a ayudar a un grupo de chicos que estaban haciendo una especie de cañon.

Pablo y un par de chicos estaban mezclando una sustancia en un cubo de basura, lo movía con un grueso palo de madera. Imagine que tendría una funcion parecida a la que tuvo el plastico que colocamos en el muro el día que llegaron los de la capital.

La noche cada vez era mas cerrada y no había noticia de los rebeldes.

Miguel vino a hablar conmigo.

-He decidido hacer unos cuantos grupos para que vayan a reconocer el terreno por si intentan atacar desde otra parte.

-Vale, me apunto! - le dije.

-Esta bien, estos son Nuria y Alberto. -Eran de la misma estatura y con rasgos parecidos, parecían hermanos. Ojos azules, morenos y bastante altos, los dos sonreían y transmitían amabilidad, parecían simpaticos.

-Hola yo soy Nuria- dijo ella mientras me daba dos besos.

-Y yo Alberto- dijo entre risas- pero llamame Berto, todo el mundo lo hace- elevó los hombros expresando su desconcierto.

-Encantada- les dije. Iba a hablar peor Miguel se adelantó.

-Teneis que encargaros del parque del centro de la ciudad.

Ese parque era el tipico de las grandes ciudades. En medio de la ciudad, compitiendo con los grandes edificios había un enorme parque, estaba lleno de vegetacion, con un estanque y varios pequeños parque para los niños pequeños.

El problema es que por la noche se convertía en un lugar perfecto para esconderse.

Me solía dar miedo entrar a partir de las 9 en ese parque, y eso contando que tenía varias farolas. Ahora, sin luz, iba a ser un reto para mi.

Nos dirijimos allí. Cuando llegamos a la puerta Nuria se paró seguramente estaba igual de aterrorizada que yo, pero como dijo Berto.

-No hay tiempo para niñerías, lo más terrorifico de este parque son los viejos casacarrabias que suelen venir por las tardes a dar de comer a los patos.-

Eso hizo que se me dibujase una sonrisa en la cara. Alberto parecía tener una personalidad muy comica, lo que le hacía cercano a la gente.

Entramos en el parque, claramente no nos separamos como suelen hacer los insensato personajes de las peliculas de miedo, sino que trazamos una ruta para recorrer todo el parque.

HASTA LOS 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora