El túnel

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Era un día nublado. La mañana siguiente de la pelea con Gray. Tuvimos que descansar debido a que acabamos mal parados de la batalla, pero afortunadamente ninguna baja que reportar. Hablamos sobre que pudo haber pasado con los prisioneros que se llevaron de Ciudad Plateada. Llegamos a la conclusión de que no pudieron haberse ido por el Mt. Moon, debido a su complejidad para entrar y salir. Entonces decidimos buscar por donde se fueron, pero ahora también acompañados de Pikachu, quien ahora era parte del equipo. Yo me encontraba a las afueras del Bosque Verde, viendo alguna forma de que se hubieran ido, cuando vi una cueva y entre a inspeccionarla junto con Lizardon y Pikachu; dentro vi unas escaleras hacia abajo, así que llame a los demás del escuadrón, y Karin nos contó sobre ella:
—Me contaron que hace tiempo hubo un terremoto aquí en Ciudad Plateada. Cuando paso todo se dieron cuenta que varios Onix pasaron y dejaron un túnel. Ahora es usado por los Digglet.—
Así que entramos; la cueva estaba rocosa y oscura, a excepción de un camino que había en el centro, con el que nos dimos cuenta de que pasaron por ahí. Al avanzar empezamos a oír ruidos y a ver luces, por lo que subimos a partes más altas. Allá arriba logramos divisar a los habitantes de Ciudad Plateada, quienes eran custodiados por varios Bisharp, mientras que algunos Gurdurr y Timbur abrían camino y algunos Darumaka que prendían antorchas; los lideraban un grupo algo considerable de entrenadores. Al acercarnos más Jaden me dijo:
—Vamos Saske, tu Lizardon los distraerá mientras yo los ataco.—
Lance le replicó:
—¿Que te pasa? Son demasiados. A parte nosotros sólo somos un escuadrón de reconocimiento. Nuestros pokémon no podrán contra todos ellos. Lo mejor sera regresar y reportar esto.—
Jaden le respondió:
—Lance, no podemos dejar a Ciudad Plateada abandonada. Cuando llegue nuestra ayuda ya abran cruzado el túnel y llegado a sus dominios. Tenemos que pelear.—
Lance contestó:
—Es un riesgo. Si no pedimos refuerzos nos capturaran y entonces no podremos ayudar.
Yo les dije a ambos:
—Basta. Es cierto que no podemos vencerlos, pero tampoco podemos abandonarlos. Así que Karin, iras por ayuda tan rápido como puedas. Nosotros nos quedaremos a sabotearlos y así retrasarlos. ¿Están de acuerdo?—
Todos asintieron. Entonces Karin fue por la ayuda, deseandonos suerte y pidiendonos que tuviéramos cuidado. Era una chica fuerte en el fondo, a pesar de parecer frágil. Seguimos con el plan. Les provocamos algunos derrumbes, hicimos salir a los Digglet, entre otras cosas. No supimos cuantas horas pasaron. Sin embargo, una luz ilumino la cueva brevemente, haciendo que nuestros pokémon, sobretodo Pikachu, se pusieran nerviosos, pero nosotros también lo estuvimos cuando vimos quienes eran: era el Sargento Surge, junto con una niña rubia menor que yo por un par de años; el sargento les dijo:
—Soldado, ¿por qué tardan tanto?–
—Lo siento señor, es que hemos tenido dificultades... Perdone el atrevimiento, pero ¿quién lo acompaña?—
—Es mi alumna, Camila.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora