Cuenta la leyenda que, hace setenta años, en el teatro del Dragón, un edificio alto y abandonado que está en la calle del Mercado en frente de la estación de tranvía, falleció un hombre de avanzada edad a manos de un dragón de agua...
-Espera, los dragones de agua solo pueden dar la vida, no quitarla- Dije
-Lo que tú quieres es no entrar porque te da miedo, pero se siente...Te tocó- Dijo David, mi mejor amigo, entre risas-
-Puede que tengas razón pero... por qué solo puede ir uno solo? Ven tú conmigo...
-No quiero ir, te tocó y punto.
Abrí el portalón del teatro con la ayuda de David y sus demás amigos, en el alto, la cabeza de una escultura de un dragón de agua me miraba con tristeza, pasé mis dedos suavemente por sus ojos tallados en la piedra y, para sorpresa mía, estaban calientes y húmedos, y eso que era un día seco de eses que te obligan a estar todo el día por la sombra. me quedé parado delante de la puerta dos minutos, el tiempo pasaba muy lento.los gritos de los amigos de David, finalmente, consiguieron hacerme avanzar, poco a poco, paso a paso y temblando de miedo, no podía volver atras, me había tocado.
Llegue a lo que en su tiempo debía de haber sido la recepción del teatro, y grité con todas mis fuerzas al ver algo a mi alrededor. Todos los dragones de los dibujos y las historias que adornaban las antiguas y agrietadas paredes estaban con sus ojos bien abiertos, mirándome. Y, al final de la sala, un hombre si rostro, que estaba sentado en una sillas vieja y destrozada por el paso del tiempo. Di media vuelta y eché a correr lo más rápido que pude hacia la puerta pero estaba cerrada. Todo quedó en penumbra, estaba allí encerrado, solo, y la oscuridad era tan profunda como la muerte.