Capitulo 2.

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Tomé la chaqueta de cuero de el armario y caminé con ella hasta estar frente al espejo de cuerpo completo en el baño.

Tenía solo unos jeans, zapatos cómodos y el torso desnudo. Me coloqué la chaqueta de cuero, pasé la mano derecha por mi cabello peinándolo como me gustaba que se viera.

Tomé el frasco de perfume y me apliqué solo un poco, y ya estaba listo. Me miré de arriba a abajo en el espejo y sonreí.

Claro que me veo bien.

Salí del baño y caminé hacia la sala donde estaba el equipo de música reproduciendo "Attention" de Charlie Puth por las bocinas. Me tiré en el sofá de cuero negro y me recosté. Tomé el celular de la pequeña mesa de café y vi la hora.

Matthieu me había convencido de ir a la fiesta y de acompañarlo. No sé cómo lo hace, pero siempre consigue lo que quiere. Debía pasar buscándolo en aproximadamente 15 minutos y sabía que debía esperar un poco más, pues a el le gusta prepararse de más.

Y por "prepararse" me refiero a llenarse de paquetes de condones hasta por los ojos, ya que probablemente le saldrían muchas oportunidades de tener sexo esta noche. ¿Y cómo no? Con su aspecto y el acento francés marcado que tiene es atractivo para cualquiera que lo conoce. Además de que claro, básicamente hizo un curso de como conquistar a quién quiere cuando quiere.

Lo conocí cuando llegué a la ciudad para estudiar en la universidad, y lo primero que me preguntó fue si lo dejaba subir a mi motocicleta. Desde allí nos hicimos amigos, y entendí que el está y no está. En un momento está contigo y de repente puede desaparecer, el es así. Pero a pesar de eso es un buen chico, y siempre puedes contar con él.

Fijé mi vista en el cielo raso y me dejé llevar por la música, tarareándola de vez en cuando.

Luego de unos 30 minutos bajé hasta el estacionamiento para subirme en mi bebé. La encendí y salí lentamente de el edificio. Noté que la noche estaba más fría de lo que me había imaginado y me arrepentí un poco de no ponerme una camisa. Pero ya no importaba. Aceleré y en pocos minutos estuve enfrente de la residencia de Matthieu, el cuál estaba a penas saliendo.

— ¡Oh, mi caballero a llegado por mi! — Dijo juntando ambas manos y pestañeando muchas veces.

Bufé. — Súbete ya o te dejo aquí para que te vayas a pie.

El solo río y se subió en la parte de atrás, dejando un espacio entre ambos. — No estés amargado, mon amour. Ya verás que conseguirás una chica que te alegrará ese mal humor esta noche.

Volteé los ojos y aceleré en dirección a la fiesta, la cuál era cerca de la playa en donde siempre iba a pasar el rato.

Al llegar aparqué la motocicleta en una zona donde sabía que estaría segura.

La fiesta era en una casa grande justo frente al mar, cubierta por ventanales altos que la hacían muy atractiva. Había muchas personas tanto adentro como afuera en la playa.

Matthieu se había desaparecido ya de mi lado y no me parecía extraño.

Me adentré en la casa, y caminé hacía la barra entre todos los cuerpos sudorosos y semi-desnudos que se movían al son de la música.

Me serví una bebida y me apoyé en la barra mirando a las personas que se encontraban bailando y sentadas en el conjunto de sofás que habían en un lado. Reconocí el rostro de muchas personas que estaban en la universidad, y entre ellos llamó mi atención ver al chico rubio que se sentó junto a mi en la mañana al llegar tarde.

Una punzada de culpabilidad llegó a mi al recordar la manera hostil en que lo había tratado, ya que el no se lo merecía.

Pensé en acercarme, hasta que sentí unas pequeñas manos en mi pecho. — Vaya vaya, miren que bombón decidió aparecer aquí esta noche. — Era Alexa, una chica con la que había tenido unos cuantos encuentros casuales y parecía que esta noche no iba a escapar de ella.

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