◌ » u n o

571 59 20
                                    

- I -

Debiste notarlo por la mirada en mis ojos...
... que había algo que no encajaba.

La noche era helada, turbulenta y desolada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche era helada, turbulenta y desolada.
Y ésta, parecía de alguna forma, ser el fiel reflejo de lo que escondía en el interior de Shouto.

Tal vez era debido a esto, que el joven había decidido esconderse en las infinidades tormentosas que encerraban las paredes desnudas de su habitación.

Porque él ya se había resignado, que ese invierno de su último año de la Academia Yuuei, sería helado y solitario.

Y podría ser por esto, que él ya había logrado aceptar aquella susodicha soledad y perpetua quietud que reinaba en su casa, la cual había logrado alcanzar tales niveles como para plagar su interior. Helando incluso su propio corazón. Porque, después de todo, ¿qué opción le quedaba?

Él ya había terminado por resignarse acerca de un montón de cosas por lo que, el sencillo acto de desprenderse de algo, resultaba un poco más tolerable. Llevadero, incluso.

No obstante, él —esa persona que se negaba a dejar su mente sin importar lo mucho que tratara—, era un tema del que no podía escapar.

Shouto había cavado su propia tumba, después de todo. Él ya sabía de antemano, lo trágico que resultaba un amor no correspondido (y más cuando este iba dirigido a su mejor amigo). Pero, incluso en aquella noche fría e inquieta, no podía lograr repudiarlo en su totalidad, lejos de sus pensamientos.

Y casi como sí el universo conspirara de alguna forma en su contra, sucedió. Para su sorpresa —o tal vez para su gran desgracia—, él apareció frente a su puerta. Justo como sí con su mero pensamiento, hubiera sido suficiente para invocarle en presencia.

El joven se quedó parado, escuchando las miles de veces que llamaban a su puerta, incapaz de descifrar qué debía hacer a continuación.

Su mente parecía estar en blanco, congelada por esa vuelta de tuerca que le ofrecía el destino.

Y no fue hasta que esa voz que tanto conocía y añoraba, clamó su nombre con tono desesperado, que él fue capaz de reaccionar.

Trotando hasta el recibidor, se dispuso a abrir la puerta; dejando al descubierto aquella fría noche del invierno y, junto a esta, una figura baja y con el pelo revuelto y cubierto de copos diminutos de nieve, desperdigados en la infinidad oscura de sus cabellos.

El nuevo joven pareció contento de verle, sonriéndole con mejillas sonrosadas y la nariz tan roja como un tomate a causa del frío que le envolvía.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 20, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The way you pierce me so deeplyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora