Historias y Conversaciones.

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Luego de aquella discusión, los hermanos se dirigieron a su habitación. Riker estaba muy desanimado y al mismo tiempo molestó. Ross estaba que echaba humo por las orejas, estaba realmente irritado. Su madre lo volvía loco, lo estaba molestando en exceso.

—¡No podemos permitir que mamá nos separe! —exclamó Riker. Ross se volvió para observarlo.

—Yo no quiero que eso vuelva a pasar —él menor se sentó en su cama, acto que Riker imitó —. Puedes ser un verdadero dolor de muelas, pero te necesitó junto a mí —no pudo evitar sentirse un poco homosexual al pronunciar aquello.

—Tal vez hice las cosas mal... —Riker suspiró y tomó su cabello con desesperó —... yo me fui para no tener que casarme y no mantener la empresa. Simplemente me escapé. Lo siento, hermano, yo no quise traerte tantos problemas —estaba sacando su culpabilidad a flote, se sentía muy mal. Jamás pensó que sus actos del pasado le jugarían en contra a su hermano menor, ahora se sentía un completo egoísta.

—¿Lo sientes? Vamos, hermano, no digas eso —Riker lo miró con una ceja alzada —. Escapaste de un futuro que no veías como tuyo, fuiste muy astuto e inteligente. Hiciste las cosas muy bien —él mayor dejó salir un suspiró de frustración.

—Si hubiera pensado bien las cosas en ese tiempo, te hubiera llevado conmigo —ahora fue Ross quién suspiró. Aunque de haber escapado con Riker, tal vez jamás hubiese podido conocer a Laura y eso no sería algo bueno. Había ventajas y desventajas.

—No debemos preocuparnos por el pasado, porque no sirve de nada. Las máquinas del tiempo aún no han sido inventadas como para corregir los errores cometidos o repetir fechas importantes —una verdadera lástima, pensaba él mayor —. Ahora lo importante es que estemos juntos y sigamos ayudándonos —ambos asintieron decididos —. Y también debemos encontrar a Laura.

Riker meditó un poco. Él conocía bien la historia de Ross y Laura, incluso sabía del baile que tuvieron una noche. Aparentemente, la tutora legal de Laura era Jill, la madre de Maia. Hasta ahora no la habían involucrado en la investigación, o al menos Ross no les había comentado todo lo acontecido hasta ahora.

—¿Haz pensado en la opción de que tal vez madre de Maia se la llevó devuelta a su casa? —preguntó Riker.

—Él Detective que contrate envió a uno de sus compañeros a la casa de Jill a investigar —Riker asintió, al menos su idea no era tan descabellada —. Más tarde llamaré para ver cómo van las cosas. Aunque estoy empezando a creer que sólo me queda una opción.

—...—

Laura se sentó en la silla que estaba al lado de la cama de Simón, ya que no se sentía del todo bien. La actitud de Simón la confundía y la hacía sentir culpable por haberlo sacado, ya que todo sucedió cuando salieron al jardín del Hospital. Aunque no tenía sentido, porque si él tuviese algún problema con el exterior (como alguna fobia) se lo hubiesen informado desde en primer momento.

—¿Qué me quieres decir? No me gusta el suspenso, me hace sentir ansiosa —confesó. Ganó una sonrisa por parte de él moreno, sus dientes eran completamente relucientes, como perlas.

—Bueno, ahora es mí turno de contarte una historia... —comentó Simón. Ahora Laura se acomodó mejor en el asiento. Eso sonaba muy bien.

Hace algunos años atrás, muchos como para poder decirlos ahora —Laura no pudo evitar reír. Ni que por tener casi diecinueve sea un anciano—Nació un chico. Él tenía una vida muy alegre, muy bonita. Su padre era un hombre maravilloso, él lo quería muchísimo —Simón sonrió ampliamente ante aquello. Laura también sonrió, el cariño era evidente —A su madre también la adoraba, aunque ella había fallecido debido al cáncer. Eso fue un golpe muy bajo para todos en la familia —su rostro se suavizó un poco —Poco tiempo después, se descubrió que él hijo también tenía cáncer, cáncer en los pulmones que cada día se agrandaba más a pesar de los tratamientos —ahora sus ojos se cristalizaban, era la parte que más le dolía de su historia —Su padre comenzó a beber debido a la desesperación, era un modo para calmarse o eso sentía él. Ese método acabó con su vida, ya que murió en un choque automovilístico. Desde ese día, lo llevaron a vivir con su abuela. El problema era que su abuela sabía de su enfermedad, sabía que tarde o temprano tendría que morir y...

Los ojos de Simón estaban inundados por las lágrimas. Laura sintió tristeza y sin pensarlo dos veces, le dio un fuerte abrazó a Simón. El cual fue correspondido, permanecieron así durante unos minutos, Luego Laura se volvió a sentar.

—Todo va a estar bien —Simón secó sus lágrimas y la miró fijamente.

—Los dos hemos tenido historias difíciles, por eso aún derramamos lágrimas al contarlas —Laura asintió, estando acorde —. Te conté mí historia, porque tú tuviste el valor suficiente como para contarme tú historia. Además, creo que... podríamos intentar entablar una amistad —Laura sonrió ampliamente. Eso era lo que ella quería conseguir. Bueno, eso y ayudarlo —. Me gustaría tener alguien con quien hablar y que no me mire con lástima, odio eso —hizo una mueca y se recostó en su camilla.

—Tenemos algo en común —ambos sonrieron ante esa respuesta. Ya tenían dos cosas en común.

—...—

Nuevamente todos fueron a la Cueva de Riker. A partir de ahora, ese era su punto de encuentro, donde hablaban de todo lo que sabían hasta ahora. Aunque precisamente ahora, no hablaban sobre la desaparición de Laura. Ahora le habían contado a Vanessa todo lo que sucedió con Stormie, ella escuchaba todo eso con mucho rencor, odiaba que existieran personas así, aunque lamentaba que fuese la madre de ellos.

—¡No te puedes ir, Ri! —Vanessa abrazó fuertemente a su novio, él correspondió y acariciaba su espalda.

—No me iré —le aseguró a su novia.

Ross observaba todo eso con envidia, ya que él también quería estar de ese modo con Laura. Él la amaba y no saber nada acerca de ella lo estaba matando lentamente.

—Creó que para saber de Laura, tendré que salir con Maia —las palabras del rubio hicieron que la pareja rápidamente se separará para poder mirarlo fijamente, con una expresión de asombro.

—¿Y qué hay del Detective? Dijiste que lo llamarías hoy —le recordó su hermano.

Ross se levantó de la mesa, se alejó un poco de los demás y marcó el número del Detective. Realizó las preguntas necesarias, hablaron sobre su compañero y después de unos largos minutos colgó, en ese momento volvió a sentarse junto a los demás.

—¿Qué te dijo? —preguntó Riker.

—Hoy su compañero estuvo en la casa de Jill, y dijo que no está ahí. Tiene muchas empleadas, pero ninguna de la edad de Laura —los ánimos de todos volvieron a bajar gracias a esa información —. Envió a otros hombres a revisar aeropuertos, terminales de buses y ese tipo de lugares, pero nadie ha viajado bajo el nombre de Laura Marano. Tampoco la reconocieron con la foto que mostraron.

—¡Eso quiere decir que ella sigue aquí! —Vanessa no pudo evitar emocionarse gracias a esa información. Ella no ha viajado, ella sigue en Londres.

—El problema es que no sabemos dónde —Riker se estiró un poco más en la silla, ya que estaba incómodo.

—Maia debe saber dónde, sólo tenemos que elaborar un buen plan y ya todo estará a nuestro favor —todos asintieron ante las palabras de Ross. Compartieron miradas decididas.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now