—Toma.
Bufé levantando la mirada hacia Matt quien me sostenía una bolsa con hielos. Tomándola la sostuve contra mi mejilla, haciendo una mueca al sentir el frio.
Pueden llamarme exagerado por seguir quejándome del dolor en la mejilla, pero es que el que una mujer te de un golpe al momento en que la tristeza, conmoción e ira están juntas en ella, es mucho peor que el que un hombre lo haga.
—Y-yo... en verdad lo siento —miré al frente donde aquella chica—que ahora sabía se llamaba Leah— permanecía sentada con el bebé en brazos, quien ahora, estaba despierto.
Al parecer el sonido de la mano de su madre chocando contra mi mejilla lo había despertado.
Negué restándole importancia—. No te preocupes, es obvio que reaccionaras así viendo que un par de desconocidos traen consigo a tu hijo.
—En verdad de nuevo, lo lamento —volvió a decir—. No entiendo cómo es que lo llamaron a usted —suspiró mirando al pequeño—. Yo personalmente le entregué mi número en un papelito antes de irme, recuerdo muy bien haber dicho el número correcto.
Frunció el ceño mirándome ahora; aquel brillo en sus ojos no había desaparecido desde esta mañana en que la había visto por primera vez.
Esta mañana.
— ¡Exacto! —grité al recordar pero rápidamente quejándome por el picor en mi mejilla.
Los tres me miraban con confusión. Y digo los tres porque ahora aquel bebé que parecía absorto en sus cosas ahora me miraba con un ligero ceño fruncido.
—Exacto... ¿Qué? —cuestionó, Matt.
—No sé si lo recuerdes... —miré a Leah quien atenta escuchaba—. Pero esta mañana tú y yo chocamos por accidente.
Asintió lentamente, para luego un atisbo de sonrisa comenzaba a formarse en su cara—. ¡Es verdad! Ahora lo recuerdo, lo había olvidado por completo.
Ahora yo fruncí el ceño.
¿Pero quién rayos podría olvidar mi preciosa y bella cara? Y no olvidemos mi escultural cuerpo.
—Sí, bueno, gracias a eso, tu teléfono se averió, y por lo que veo no ha funcionado porque, supongo, anotaste tu numero en el mismo papel en el que yo escribí el mío, entregándoselo a la niñera, debió haberte llamado pero al ver que no contestabas, acudió a llamar al otro número, es decir, al mío.
—Oh, ahora todo tiene sentido —comentó, Matt mirando a Leah quien asentía al parecer, procesando lo que acababa de decir.
—Es cierto... —suspiró mordiendo su labio—. Y no pudo llamar aquí ya que no le di el número, y no estaba —Levantó la mirada hacia mí—. Lo siento de nuevo, en verdad, en ese momento se me olvidó por completo, ni siquiera recordaba lo de esta mañana.
Sigo preguntándome cómo es posible que no lograra recordarme, ¡soy yo!
—De nuevo, no te pero...
—Es mi culpa —dijo, interrumpiéndome —. Tengo un nuevo trabajo, el trabajo que esperé por mucho tiempo que llegara a mí, y ahora que lo tengo ni siquiera sé cómo es que he sobrevivido estas primeras dos semanas trabajando —suspiró haciendo una mueca—. Ninguna de las candidatas a las cuales he llamado para que cuiden de Ed pueden cuidarlo el tiempo que necesito, y por lo que veo la Sra. Martin no podrá tampoco.
—Pero dijo que era una emergencia —comenté, mirándola de nuevo.
Ella rio por lo bajo—. Emergencia para ella es ir a jugar bingo con sus amigas —gruñó—. Ni siquiera sé porque lo dejé con ella sabiendo como es.
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Papá por Accidente » Dylan O'Brien
HumorÉl creía ya saberlo todo. Él no estaba preparado para ello. Él nunca pensó que ser papá fuera tan difícil.