U N O

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Los pasos en seco y la lluvia era el único ruido que escuchaba, mi miedo se estaba intensificando y sabía que había sido mala idea haber salido tan de noche y peor en mis condiciones. Mi auto no tenía gasolina y estaba en la parte de atrás encerrada con el miedo más grande del mundo, debía quedarme así hasta el amanecer, o seguramente iba a morir violada, estrangulada o aún peor, a balazos.

Escuche una risa muy característica que hizo que me erizara lentamente. La señal era poca por la gran tormenta, tenía miedo y eso nadie me lo iba a quitar, sentí pasos alrededor de todo el auto, un aplauso en seco hizo que me alarmara, se escuchaba cerca.

Decidí aplastar el botón rojo de emergencias era mi única salida, sabía que no debí escaparme de casa para irme a la casa de campo de papá, pero se me fue inevitable, pasó vigilada 24/7 en mi casa, necesitaba aire libre urgente.

Veinte minutos después todo estaba en silencio, hasta que las grandes sirenas sonaron sabiendo que estaba a salvo, salí de el porta maletas con el corazón literalmente en la mano.

No me di cuenta cuando el hombre misterioso ese me golpea y caigo al suelo. Desde ese momento agradezco tener profesor privado de Kick Boxing si no, ya me hubiera meado ahora mismo en los pantalones, que eran de diseñador de hecho.

Me levante lo más rápido que pude y hice una maniobra súper fácil, agarre su mano y la gire hacia atrás, un grito ahogado se escuchó y los policías aparecieron finalmente. Se los tire y con el ceño fruncido dije.

–Son muy lentos, se ganan el dinero abaca. Me voy no quiero interrogatorios. Me llamo Mikeyla Castillo por si se preguntan–al oír mi apellido ellos solo asintieron para llevarse al malnacido–¡Nos vemos en el infierno pedazo de mierda!–le escupo en su cara y me subo a mi deportivo blindado.

Recuerdo que no tenía gasolina, y como los ineptos de la policia seguían ahí esperando que arrancara, baje y les pedí un poco, minutos después ya estaba en marcha hacia mi casa. Sabía que me esperaba una repelada de papá y de Miller, pero me importaba un comino, yo podía hacer lo que deseaba ya tenía 18, ya era mayor de edad. Siempre repiten que soy mujer y que mi vida es peligrosa, por Dios, igualdad de genero gente ¿Donde?

Media hora después, llegó y veo que las luces de mi casa están apagadas, suspiro y aparco el auto no sin antes agradecerle a Kyle el portero, y también amenazarlo diciendo que no me vio y que no ande de sapo o le irá mal. El sabía que yo no le podía hacer nada, pero aveces también era mi chofer, y podía vengarme aprovechándome de él y haciendo que me llevara a todos los lugares posibles. Así que cuando le toque madrugar de portero esté cansado y se quede dormido. Y al día siguiente tendría una buena repelada de Jacobo el administrador de los escoltas y guardias de mi papá. Lo sé soy un poco inmadura para mi edad, pero eso se le hace a la gente que te traiciona.

O eso es lo dice Miller.

Entro a casa y corro mas rápido que nunca a mi cuarto, estaba lejos ya que mi casa era una mansión considerablemente gigante, y yo había decidido tener el cuarto más lejano de la puerta, para no tener que escuchar alguna que otra pelea entre papá y su nueva novia Julieth. Era un amor, pero también era un diablo cuando se lo proponía.

Llego a mi cuarto y me pongo una pijama cómoda, para luego recostarme en mi cama y caer firmemente en los brazos de morfeo.

***

Y llego el día maldito, llego el pinche lunes. Tenía que ir al colegio, me levante con todo el mal humor que puedo llegar a tener, y entre a mi baño. Media hora después estaba lista con mis vaqueros negros, una blusa de tirantes blanca y una chaqueta negra de cuero, las botas de taco negras. Salí del cuarto y camine hacia la sala, agarre una manzana y sonreí al ver que mi padre estaba leyendo el periódico con el ceño fruncido.

NARCOTRAFICANTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora