Jun encendió la máquina contestadora, e inmediatamente la voz metálica de una mujer le anunció un nuevo mensaje. Dejó que sonara, mientras se acercaba a la mesa, donde estaban dispersas todas esas cartas que no se atrevía a mandarle a sus amigos.
─Hola. –La voz de Joshua lo obligó a detenerse a medio camino. – ¿Cómo estás? Mm... –Preguntó su mayor, provocando una débil y cansina risa por parte de Jun, ¿acaso alguno de ellos estaba bien? –No sé por qué te llamé pero... ¿Nos volveremos a ver otra vez? –El chino se mordió el labio inferior. Él también quería saberlo. Y realmente, no tenía idea de quién de los trece sabía la respuesta. –No. No importa. Adiós.
Sosteniendo la cabeza entre sus manos, Jun se sentó en una silla del comedor y suspiró con fuerza. Jisoo era más fuerte que él, más valiente. Se atrevió a contactarlo, incluso cuando todo terminó tan mal. El número del mayor ya estaba grabado en el historial de su teléfono, no era difícil contactarlo para hablar, o incluso pedirse perdón.
Pero él no se atrevía a llamarlo de vuelta. No cuando la herida seguía siendo tan dolorosa. Cogió una de las cartas de la mesa, fijándose en el nombre y dirección.
Era la de Minghao. Aquella en la que le pedía mil veces perdón a su amigo más cercano. En ella se disculpaba en dos idiomas; solo para resaltar su pena y arrepentimiento.
Y es que de todos los miembros, jamás creyó que atacaría a Minghao. Claro, el chico también discutió y lo hirió, profundamente. Pero no se perdonaba el haber lastimado al menor, no cuando ellos venían del mismo país y compartían la historia de este.
De todos sus amigos, necesitaba el perdón de Minghao. Solo escucharlo reír y olvidar todo, como cuando discutían por banalidades antes de que todo cayera cuesta abajo.
Con la carta aún entre sus dedos, decidió tener un poco de valor –como Jisoo –y ser responsable de sus actos. Sin buscar siquiera un suéter para cubrirse del frío, salió y empezó a caminar.
Conocía bien a Minghao, y había solo un lugar en Corea en donde el chico podría vivir si no era con Seventeen. Siempre le había dicho lo mucho que le gustaba ese edificio. Incluso supo que se mudó allí apenas los echaron de Pledis.
Finalmente llegó. El lugar no estaba tan lejos, pero Jun divagó tanto entre sus pensamientos que en varias ocasiones se descubrió yendo en la dirección contraria o en una calle sin salida.
Un alto edificio blanco, sencillo y bastante discreto, se alzaba frente a él. Al entrar, lo sorprendió el anticuado ascensor, bastante viejo y con un mecanismo distinto a aquellos a los que estaba acostumbrado.
Minghao podía lucir bastante exótico, pero siempre fue así: humilde y tranquilo.
Las puertas del aparato se abrieron y él se aventuró al pasillo, buscando el número del apartamento de su amigo. 1012, 1014...Frente al número 1013, Jun se detuvo y tocó con suavidad la madera oscura. No lo pensaría mucho, sería directo y honrado. Si Minghao no aceptaba sus disculpas, tendría que aceptar la derrota.
Escuchó un clic y levantó la vista cuando vio cómo se iba abriendo la puerta. Su nerviosismo se disipó al encontrarse con una adulta mayor, de pelo canoso y con muchas arrugas alrededor de sus ojos.
─Minghao, ¿vive aquí? –Preguntó Jun con la voz rota, ya conociendo la respuesta.
─No joven. Se mudó hace unos meses.
No le interesaba nada más de lo que la mujer pudiera decirle, así que simplemente asintió y obligó a sus piernas a moverse, alejándolo de su momentánea valentía y dejándole un doloroso mal sabor en la boca.
Necesitaba a Minghao.
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¿Y si el reloj se detiene? • SEVENTEEN •
Fanfic«Quizás estaba destinado a fallar. O tal vez pudieron intentarlo. Pero ya era tarde.» Seventeen AU! Género: angst, drabble, historia corta. Advertencia: muerte de personaje. HISTORIA PROPIA. Los personajes, miembros del grupo Seventeen, y videos no...