Verlo era como contemplar el brote de los botones de rosa. Verlo era algo magnifico. Era renunciar a tu pureza, a tu dignidad, porque verlo, admirarlo, todo eso te llevaba a la ruina; era tu segura perdición.¿Atendemos las alertas de peligro?
2:35 a.m
Golpes en la puerta, el crujir de las ventanas con el constante golpeteo del viento en las bisagras y los ronroneos incesantes de su gato; parecía que todo confabulaba contra Jungkook para que despertara. Talló sus ojos con pesadez, su boca estaba seca. La leve llovizna del exterior golpeaba con suavidad el ventanal; Jungkook tenía tantas ganas de salir y sentir la fresca brisa en sus mejillas, ansiaba palpar con las yemas de sus dedos las minúsculas gotitas, pero era imposible. ¿Qué tal si la lluvia dañaba su frágil salud? No podía arriesgarse a perder lo poco de vida y anhelo que le quedaba. Prefería quedarse ahí, detrás del ventanal, siendo un espectador más. Así como el temor al cambio, en el corazón del pelinegro abundaba el anhelo, la pasión, la duda y la incertidumbre. Levantó su cuerpo de la cama, se sentía tan cansado. Volvió a escuchar un fuerte golpeteo en la puerta principal. ¿Quién tocaría a su puerta con tanta insistencia a las dos de la madrugada? Corrió por las escaleras hacia la puerta blanca, no sabía por qué corría; ¿y si era una broma? ¿y si se estaba poniendo en peligro? La estancia de esas preguntas en su mente fue muy corta y se desvanecieron cual humo de cigarrillo. Su delgada mano jugueteó con la perilla por unos segundos, dudando aún si debía abrir la puerta; pasó saliva y tiró de la puerta. La fresca ventisca azotó en sus mejillas y unas pequeñas gotas de lluvia se adhirieron a su frente. Pudo sentir por un momento como su cuerpo se estremecía y dejaba salir todas esas preocupaciones y temores que lo atormentaban.
¿Eso era sentirse libre?
Sus pies lo llevaban hacia adelante, su cuerpo anhelaba más de esa paz y de ese sentimiento de tranquilidad. Pero todo en esta vida es efímero. Un escandaloso crujido debajo de sus zapatos lo sacó de su trance, haciéndolo retroceder hasta el marco de la puerta. Justo bajo sus pies, había un ramo de flores blancas y pequeñas, realmente bonitas. Estaban envueltas en un papel blanco a juego con su divina sonrisa. Levantó el ramo, las pequeñas florecitas eran rociadas con las diminutas gotas de lluvia. El ramo lucía intacto, como si hubiese sido colocado hacía solo cinco minutos, lo cual le parecía imposible al pelinegro.
¿Quién pondría un ramo de flores frente a su puerta a las dos y media de la madrugada?
La idea le pareció tan descabellada que se permitió esbozar una sonrisa mientras pegaba el ramo a su cuerpo, como si las flores fueran a desaparecer si no las sostenía. Así como su madre. Así como su salud, como sus amigos; así como su futuro. Todo se desvanecía con prontitud frente a sus ojos, se escurría como el agua entre sus dedos.
¿Quién habría puesto las preciosas flores en su puerta?
9:15 am
La pesadez y el cansancio dominaban el cuerpo de Jungkook, estar despierto toda la noche investigando qué flores eran, quién pudo haberlas traído y cómo mantenerlas vivas era la causa de las ojeras debajo de los ojos azabache del chico.
Jimin, su mejor amigo, iría a visitarlo dentro de poco. Eran pocas las veces en que Jungkook recibía visitas; usualmente eran de Jimin, su vecino Namjoon –quien le visitaba exclusivamente para corroborar que no estuviera muerto-, y Taehyung, uno de sus compañeros de clase que iba a prestarle sus apuntes y trabajos para que Jungkook tuviera algo que hacer. Los temas de conversación con cada uno de sus visitantes eran, en ciertas ocasiones, lo único que Jungkook necesitaba para levantar su ánimo y volver a su aburrida rutina.
Desde los trágicos relatos amorosos de Jimin, las preguntas indiscretas de Namjoon sobre su sexualidad y los raros debates sobre política, literatura y aguacates que sostenía con Taehyung; todo era conmovedor para un chico tan solitario como lo era Jungkook.
Con unas ganas tremendas de que su cuerpo despertara, Jungkook se arrastró desnudo a la bañera. A pesar de que vivía solo, siempre había sales de baño, desodorante y un delicioso aroma a colonia masculina en su cuarto de baño. Jungkook era un maniático de los olores, y no era de extrañarse que casi cada rincón de su casa contara con ambientadores automáticos o velas de olor que permanecían encendidas día y noche. La limpieza y su imagen eran increíblemente importantes para el chico, incluso si estaba solo, incluso si no salía de casa, creía firmemente en gustarse a sí mismo.
Una vez salió de la bañera y se vistió, bajó con un poco más de energía los peldaños de madera de la escalera hacia la cocina.
Dos píldoras rojas, una píldora azul, tres cápsulas blancas.
Un pequeño cóctel como ese merecía una ovación de pie para quien la ingiriera. Un vaso con jugo de naranja y un trozo mordisqueado de pan integral eran lo que componían el desayuno del azabache, nada muy elaborado, pero tampoco algo muy sano. Incluso cuando su salud era prioridad, en esos momentos, solo Jesús sabía cómo el baño en sales que se había dado minutos antes le elevó el ánimo, ya que ni siquiera habían pasado 10 minutos cuando su cuerpo ya volvía a sentir esa pesadez y cansancio que tanto lo caracterizaba. Ni el alboroto de los pájaros en la ventana podía levantarlo.
El frasco de píldoras amarillas para la depresión estaba en su mano, tragó las dos píldoras y se tiró sobre el sofá.
Golpes en la puerta principal despertaron al chico que golpe. Alzó su cortina percatándose que Jimin ya estaba afuera de su casa. Lo invitó a pasar.—Esto está tan callado y blanco. Parece hospital—se quejó Jimin—, y no me gusta.
—Te acostumbras—respondió Jungkook cabizbajo.
Pasaron el tiempo hablando de lo mucho que Jimin se divertía últimamente con Taehyung después de haber terminado con Yoongi. Jungkook se limitaba a sonreír y escuchar todo lo que el mayor le decía. Nunca había tenido una relación, nunca había gustado de nadie. Ni siquiera una chica.
Jimin se despidió de él y dirigió su paso a su casa. Definitivamente, el hablar con alguien ponía más feliz a Jungkook.Después de dos horas, las manos temblorosas y el sudor recorriendo su espalda eran lo que le indicaba a Jungkook que era hora de darse un baño -nuevamente-, y luego irse a dormir.
Un vaso con agua.
El agua caliente y las burbujas en ésta lo relajaban. Era el mejor momento del día. Ese, y dormir para no despertar; anhelando morir y nunca más ver el sol. Ese era su mayor anhelo.
Salió del baño con pesadez y se dirigió a su armario por una camiseta holgada de color blanco. Siempre se vestía formal para estar en casa, así que disfrutaba mucho sus vestimentas fachosas y desarregladas. Se vistió y, después mirar hacia la luna por un momento, cayó dormido.
2:35 am.
Su cuerpo se levantó de golpe. Había tenido otra pesadilla. Caminó escaleras abajo rumbo a la cocina por un vaso con agua, sin darse cuenta que alguien tocaba la puerta con desespero. Estaba lloviznando y la puerta estaba ligeramente abierta. Un escalofrío recorrió su espalda hasta su nuca. El miedo lo dominaba. Abrió la puerta levemente y con cuidado, solo para percatarse de que había un nuevo ramo de flores en el segundo escalón. Extendió su mano derecha y tomó con rapidez el ramo de flores. Estaba maravillado, pero también muy asustado. En especial porque no solo eran flores, eran claveles amarillos. Los que habían llevado al entierro de su madre.
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A Tale Out Of Flowers; Vkookmin
FanfictionPierde la cabeza y piénsalo dos veces, Jungkook. ¿Sabes cuánto esperé para plantar las gardenias? »la pareja es sorpresa, pls. Aunque estoy muy segura que ya saben. _"Lepidopterist" renovada divina portada por @coreanogay