Esa sonrisa.

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No sé por dónde empezar, tal vez debe ser el lugar donde nos conocimos: aquel viejo camión de pasajeros.

      -29 de febrero de 2016-
Iba de vuelta a casa, riendo como siempre con algunos compañeros que tomaban la misma ruta y ahí estabas tú, en el mismo lugar y a la misma hora, pudiste haber sido una de esas miles de personas con las que se coincide en la vida, debiste haber sido solo una de cientos, y entonces decidiste sonreírme ¡Dios mío! Nunca debiste hacerlo, me condenaste, me encadenaste a esa sonrisa.
Tras los 20 minutos de trayecto a mi destino y casualmente, al tuyo también, bajando de ese pequeño camión verde seco me decidí a hablarte y me acerque a pasos rapidos y nerviosos a donde estabas, logré alcanzarte en las escaleras eléctricas de camino al tren.
“Hola, soy Regina y me parece que es la primera vez que te veo” Esas fueron mis palabras, te pregunté tu nombre y estaba decidida a marcharme tras haberlo escuchado, pero tú decidiste seguir la conversación con esa niña extrañamente confiada con hablarle a extraños, supe que estábamos en el mismo bachillerato y qué no te había visto en el año que llevaba ahí porque era tu último semestre, una pena.

Después de eso, te veía diario: en los pasillos, en el mismo tren, el autobús a la escuela, entre clases, pasando frente a mi salón, era muy extraño, después de nunca haber coincidido antes, aparecias a todo momento y yo sólo podía pensar en tu preciosa sonrisa y tú graciosa forma de expresarte, sólo quería pensar en ti y en nuestros gustos en común.

Tras cuatro meses deje de verte, espero que te vaya excelente en la Universidad y sé que un día serás un excelente bioquímico.

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⏰ Última actualización: May 18, 2017 ⏰

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