Quinto capítulo: Mentiras.

1K 115 31
                                    

Hospital Heart, East blue, Dressrosa; Grand Line, Octubre de 2017

— ¿Es un error, verdad? —cuestionó con los ojos desorbitados.

— Lo siento, joven. Pero nuestros estudios tienen un 99.99% de efectividad —respondió afligido el médico. Alzo la bocina del teléfono—. Le notificaremos al señor Monkey.

— ¡No! —gritó apresurado.

— Pero, son ordenes del señor —replicó aún con la bocina en mano.

— Por favor —pidió—, seré yo quien le dé la noticia.

— Disculpa muchacho, pero no puedo hacer eso que me pides.

— Por favor —volvió a pedir suplicante—, sería muy duro que cuando llegué a su casa, el señor Monkey —se le hizo un nudo en la garganta al llamarlo así— comience a preguntarme sobre esto.

— Pero —quería seguir poniendo excusas.

— Además, ¿no sería violar la confidencialidad paciente—médico? —cuestionó reacio—. Por favor, no le informé nada, no aún.

— Está bien —concedió al mismo tiempo que extendía el sobre—. Pero, aún así tendrás que venir pronto para que puedas empezar tu tratamiento y ahí, sí; el señor Monkey deberá estar al tanto, él pagará tu medicación. ¿Entendiste?

— Si —respondió serio—. Con su permiso, me retiro.

Se levantó del asiento acolchado en el cual estuvo durante más de media hora procesando que él, está enfermo de eso.

— SIDA —entonó en voz baja—. ¡Malnacido flamenco!

Arrugó el sobre que sostenía con una de sus tatuadas manos, siguió caminando con paso seguro por los pasillos blancos y lúgubres del hospital. No se reparo en que no había tomado el ascensor, sólo camina a la deriva, tratando de asimilar cómo había acabado así.

Siguió arrastrando sus cansados pies por el frío suelo de baldosa blanca, mientras luchaba internamente por no dejar fluir las lágrimas. Antes de que lo notará, estaba en el segundo piso, ahí se encontraba el área de maternidad.

Escuchó como los berridos de los niños embargaba todo el pasillo, cómo las risas llenaban el frío pasadizo. Las lágrimas estaban asomándose por sus lagrimales, cerró fuertemente sus ojos. Antes de poder pensar en esa posibilidad, le habían arrancado de cuajo las esperanzas de poder decidir si formar una familia junto a Luffy o no.

Luffy.

Haciendo caso omiso a las enfermeras que le decían, apresuro su paso hasta que termino corriendo escaleras abajo, como si tratará de huir de alguna sombra o fantasma. Sin proponérselo, corrió lo más rápido que sus largas piernas le permitieron y llego a un campo de flores, en específico, de girasoles.

Notó que estaba llorando y un temblor se había apoderado de su cuerpo. Tomó su cara con fuerza y se acuclilló mientras dejaba escapar los ríos salados por el surco de sus ojeras.

Se abrazo a sí mismo, mientras buscaba la protección que nunca encontraría, no marcado de esa manera.

Lloró y sollozó todo lo que su desquebrajada alma le permitió, sus ojos estaban enrojecidos debido al constante llanto, su voz era turbia y no podía respirar bien por la flema que se había alojado en su nariz.

— ¿Torao? —escuchó la infantil voz detrás suyo—. ¿Eres tú, Torao?

Tenía que ser una jodida broma. El destino lo odiaba, realmente el Universo siempre de manera paralela en la que él iba. Odiaba todo en ese momento, bueno, no todo, pues quería ver esa sonrisa que amaba. ¡Todo era tan ambiguo!

Sintió que unos cálidos brazos se enrollaban a su cintura, y unas manos le acariciaban el vientre sobre la ropa.

— Pensé que seguías en el trabajo, Mugiwara—ya —le habló aún dándole la espalda—. ¿Qué haces por aquí?

— ¡Ya acabé la filmación! —respondió aliviado—. ¡Así que estaré para Torao, durante dos meses enteros!

El chico de los pendientes se tensó al escuchar lo último. ¿Cómo iba a poder sostener esa farsa durante tanto tiempo? Porque, Trafalgar Law, no pensaba decirle al pequeño Mugiwara—ya de lo que había descubierto en su visita al médico, sólo iba a salir de su vida, cómo un ladrón, por la noche. Sin dejar huellas ni pistas, sólo iba a desaparecer cómo las sombras lo hacen en la oscuridad.

Pero escuchar que estaría dos meses libres de trabajo frustro todo su plan. Quiso tocar la delicada mano con una de las suyas, pero él mismo se sentía repulsivo y sabía que si tocaba al chico del sombrero de paja, no se detendría. No, no podía permitirse eso.

— ¿De quién ese sobre? —Peguntó Luffy al ver que en el pasto verde sobresalía un sobre—. Veamos —dijo mientras se despegaba del ojeroso y camina hacia dónde yacía el papel.

— ¡No! —tomó la muñeca del chico y se descubrió.

— ¿Por qué llorabas, Torao? —cuestionó afligido.

— Te extrañé. ¿Podemos ir a casa? Estoy exhausto —pidió mientras cautelosamente se acercaba a sus análisis.

— ¿Sabes de quién es eso? —preguntó el monito al percatarse que el chico lo había tirado.

— Si. Es de una chica que paso hace un rato, pero no vi que lo había tirado —mintió—. Parecía dolida.

— Tal vez, es una carta de su novio o algo por el estilo —le tendió la mano—. ¿Nos vamos?

—Sí, vayámonos.

Fraccionamiento East blue, Dressrosa; Grand Line, Diciembre de 2017

— ¿Qué? —gritó desquiciado mientras corría escaleras abajo—. ¿Dónde está Torao?

— Señorito Luffy —apareció su nana con la cabeza gacha—. El señorito Law, ha dejado la casa hoy por la mañana.

— ¿Por qué? —se dejo caer al piso dolido—. ¿Por qué, nana? ¿Acaso nunca me amo?

— Señorito...

— No quiero desayunar ni voy a bajar en todo el día de mi habitación —espetó—. Cancela todas mis citas.

— Seño...

El chico subió de nuevo hacía su pieza, con la cabeza gacha, llorando. Arrastro sus pies hacía arriba, luchando contra su propio impulso de salir corriendo y buscar casa por casa, rincón por rincón a Law.

— Torao —dijo lastimado—. ¿Por qué escapaste de mi lado?

Sin darse cuenta, sus piernas siguieron la dirección que imponía en dónde estaba la habitación de Law. Se adentró a la fría alcoba, repasó con la yema de sus dedos el colchón, mientras las lágrimas se negaban a abandonar sus ojos.

En una de las repisas, sobresalían un par de hojas, una de ellas la reconoció rápidamente: El sobre que estaba sobre el pasto.

Se dirigió hacia allá y comenzó a leer lo que ahí estaba escrito. Sus manos comenzaron a temblar y rechino sus dientes.

— Torao, tonto —espeto entre furioso y preocupado—. ¿Crees que esto iba a hacer que me alejará de ti?

Observo que debajo de ese papel, existía otro, con la bella caligrafía de Law y tenía una sola palabra: Adiós.

— De eso nada, primero necesito explicaciones —dijo para salir corriendo hacía su habitación.


Continuará... 





Si, todo el fic está editado, paulatinamente lo iré haciendo con los demás. 
¿Se lo esperaban? 7u7r 
Recuerden: Nada es lo que parece.
Espero te siga gustando, guapa. Nade-chan

I want u! [LuLaw]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora