Subes al bus, dejas caer una moneda en la mano del chofer -Estudiante- le dices. Miras al fondo, hay un asiento. Llevabas media hora esperando transporte. Sonríes. No porque haya asiento, eres joven, las piernas pueden aguantar horas sin descanso, sino porque a los lados del asiento se encuentran un anciano y una ventana. Hoy tendré con qué distraerme durante los próximos cuarenta minutos te dices. - Señor, porfavor, pasaré. Se levanta de mala gana. Te sientas, en el más alejado lugar de la puerta, en el lugar más aislado. Pero qué importa, al lado tienes toda la ciudad. Miras de reojo al anciano que con gesto molesto se apartó para que puedas pasar. La gente debe aburrirse después de pasar más de setenta años en este mundo piensas. Pero, por qué el anciano decidió levantarse y darme paso? Por qué simplemente no recorrió al último asiento para que yo se sentase entre él y la regordeta señora(a lado derecho estaba sentada la mencionada señora)? Definitivamente no es ningún capricho suyo, pues haz observado este comportamiento innumerables veces y dichas observaciones muestran que más a edad o a mayor peso, mayor es la probabilidad de que el individuo decida "cederte" el último asiento, tan seguro estás de tus observaciones que cuando ves un anciano(o una señor-ota), una asiento y una ventana, sonríes. Sonríes porque ya sabes cuál será el comportamiento de la persona, a tal punto de llegar a anticiparte a la situación pidiendo permiso al otro apenas este haga el más imperceptible movimiento: Te burlas. Es que algunos llaman suerte, tu lo llamas certeza.
Miras por la ventana, el cielo está gris. Ojalá llueva te dices. Desde pequeño siempre te ha gustado la lluvia. Tu más primitivo recuerdo eres tu saltando y riendo bajo la lluvia hasta que tu madre te encuentra en el patio. -Hijo! Hijo! te gritaba. Luego apareces en la cocina, con una frasada y rodeado de muchas personas, aparte de las que componen tu familia. Todos preocupados por tí. -Se va a enfermar- se dicen. Te dan una taza de té caliente que recibes con una gran sonrisa, tomás un poqutio y empiezas a reir. Esa risa infantil destruye la tensión de la conina, Todos empiezan a reir, mamá te abraza. Familia, eso representa la lluvia para tí.
Miras tu reloj, siete y doce minutos, si no llego en treinta y cuatro minutos, estoy perdido...
//Fin del primer borrador inconcluso. Jueves, 26 de mayo de 2017, 22:27 horas.
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Reflexiones de Lluvia y Ventana
Short StoryApenas los primeros tintes sobre las hojas de un pequeño relato que planeó escribir, hojas que probablemente romperé y tiraré al tacho, como todo buen creador auto crítico. Ayúdame a destruir(perfeccionar) esta modesta obra.