Realmente apestaba empezar de nuevo... Más cuándo ya estabas establecido
Una nueva ciudad, nueva casa, nuevo vecindario, todo lo que alguien querría para iniciar de nuevo...
Sólo que yo no quería iniciar de nuevo. Tenía una vida, tenía amigos buenos, tenía a una chica que quería y que me quería, tenía una casa grande y mi vecindario era realmente tranquilo... En resumen, una vida bastante buena y envidiable.
Ahora vamos al presente. El vecindario en el que estaba ahora era todo lo contrario. La casa era de un solo piso, el vecindario se veía realmente lamentable debido al mal cuidado que le habían dado, no conocía a nadie y tampoco quería pues la mayoría parecían delincuentes que estaban dispuestos a golpearme si los miraba demasiado tiempo o si me atrevía a cruzarme por su camino.
¿Cómo había dado mi vida un giro tan brusco? Ni yo mismo sabía, todo esto había pasado en el transcurso de una semana, aún no podía creerlo.
Había perdido todo.
¿Podria algún día superar esto? El sentimiento de frustración y impotencia me sofocaban, quería hacer algo para volver a la vida que tenía una semana antes, esta ahora se veía tan distante y irreal, como si sólo hubiese sido un sueño, como un delirio.
Salgo del auto rentado con mi mochila en mano, cierro la puerta y observo lo que sería de ahora en adelante mi hogar. Me deprimía con sólo mirarla. Era una casa de un solo piso —la anterior tenía tres—, se veía antigua, como de otro siglo, algo que realmente me perturbaba, ¿Podria derrumbarse si cerrábamos muy fuerte la puerta? No quería averiguarlo.
—Era de un viejo amigo —dice mi padre al salir del auto. Se veía cansado y más viejo de lo que realmente era, su cabello oscuro –recién teñido- estaba un poco despeinado, como si hubiese pasado su mano por este tantas veces que el fijador ya había perdido efecto, sus ojos azules no sobresalían tanto debido a las bolsas moradas que estaban debajo, las arrugas a los lados de sus ojos y labios se habían acentuado más en estos días. Me preocupaba.
—¿Qué tan viejo era? —le pregunto incrédulo y él suelta una carcajada fría.
—Entra —dice, más cómo una orden que un pedido. La había jodido.
Cruzo el pequeño jardín hasta el porche, estiro la mano y abro la puerta de madera oscura, probablemente era una imitación. El interior no estaba tan mal como lo había imaginado, las paredes de madera no se veían tan antiguas como las del exterior. En éstas ya habían un par de cuadros colgados sobre distintos temas, llego a la sala, que para mi sorpresa ya estaba amueblada, había un pequeño estante cerca a la esquina y al lado de este estaba la televisión, no tan plana como habría querido pero por lo menos había una, enfrente de esta estaba el sofá rojo oscuro, la tela parecía terciopelo y por un momento pensé que realmente lo era pero una vocecita en mi cabeza insistía que, al igual que la puerta, no era más que una imitación.
Al parecer la sala y la cocina estaban en un solo espacio, me asomo por la entrada a la sala y veo la barra que separaba a los dos, la cocina no era ni muy grande ni muy pequeña pero por lo menos estaba al lado de una ventana corrediza que daba al patio trasero. Avanzo, habían cuatro puertas a mi izquierda, probablemente una era de los servicios y las otras los cuartos, el final del pazadizo era una pared con una ventana grande, mi cuarto era el último, sin parar para ver los demás entro y me encuentro con algo que sí esperaba, el cuarto era tres veces más pequeño que el que había tenido en la mansión.
Tiro mi mochila al lado de la cama, esta estaba justo debajo de una ventana mediana, a los lados del cuarto habían estantes vacíos y un poco polvorientos, las paredes eran de un color parecido al beige pero más oscuro, había un escritorio vacío a un lado, los muebles eran de un color marrón oscuro, como la mayoría.
Me echo en la cama haciéndola sonar. A lo lejos escucho unos zapatos rechinar en el suelo, las cosas habían llegado hace un par de días, mis cajas estaban al lado de la cabecera, pronto tendría que abrirlas para sacar ropa, mi primer día en el instituto -que felizmente no estaba en este lado de la ciudad-.
Mi celular empieza a vibrar, lo saco de mis jeans y contesto sin ver quién es.
—¿Diga? —pregunto con cansancio, lo único que quería hacer era dormir.
—¿Cass? —rapidamente me siento en la cama.
—Angelina... —susurro desconfiado, casi nadie me había llamado desde inicios de la semana y eso me tenía cabreado.
Angelina McCourtney era mi novia, bueno, aún estábamos viendo cómo nos arreglaríamos para vernos y esas cosas, probablememte si las cosas no funcionaban tendriamos que terminar, y eso era lo menos que quería.
—Lo siento por no haberte llamado antes —dice ella pronunciando cada palabra con sumo cuidado—. Es sólo que es muy difícil hablarte y no poder verte.
Me vuelvo a recostar en la cama.
—¿Y los demás? —le pregunto, me refería a Edward, Paul y Luke, mis amigos.
—Se están comportando como idiotas, se la han pasado creando problemas desde que te fuiste, supongo que esa es su manera de afrontar que ya no estás —no me había respondido la pregunta.
Me quedo en silencio, ¿En que están pensando esos inútiles?
—Bueno, ¿Cómo va todo? —pregunta más tranquila.
Me río.
—¿He dicho algo gracioso? —me pregunta confundida.
—Es lo más gracioso que he escuchado hasta ahora —digo y aprieto los dientes, ¿Cómo se atreve a preguntar eso?—. ¿Cómo te sentirías si de un día a otro, en vez de estar en tu castillo, apareces en una casa cinco veces más pequeña? ¿Cómo te sentirías si en vez de estar en el vecindario más genial apareces en uno que parece mierda? —Angelina se había quedado muda—. ¿Me preguntas cómo estoy? Estoy de la puta madre.
Al otro lado de la linea escucho una puerta cerrarse con fuerza.
—Eres un idiota —dice con rabia y cuelga.
ESTÁS LEYENDO
El que nunca olvidará
RomanceMi vida no tenia un propósito, no tenia un camino qué seguir... Todo lo que me había motivado había dejado de existir. Probablemente estaba condenado a pasar mi vida sufriendo, perdiendo todo lo que era importante.... sabiendo que era mejor no tene...