Después de hablar con aquel pelirrojo tan curioso, me tomaron las medidas de absolutamente todo y salí de allí con mi queridísimo uniforme, el que utilizaría normalmente para asistir a clases y uno especial para volar. Voy a volar. Oh Dios, voy a poder volar.
<<Estoy deseando llegar a casa y probármelo>>
-Iremos ahora a Ollivanders, dónde compraremos tu varita Rocío. Hay infinidad de materiales, medidas... Todo eso depende de ti. -dijo el señor Dumbledore.
-¿De mí? ¿Puedo elegir la que yo quiera entonces?
-La varita te elige a ti, querida.
-¿Cómo es eso? ¡Es imposible que una varita pueda...!
-¿No ha visto ya suficientes cosas como para contradecir lo que es capaz de hacer, por ejemplo, una varita, señor Pérez?
Mi padre se calla. Es cierto que hemos visto de todo. En mi caso, por ejemplo, me he chocado ya con varias personas por pánfila, ya que iba mirando al cielo asombrada. Había mucha gente volando en escoba, y lo mejor de todo, a su antojo, y me fascinaba mirar.
-¿Te gustaría tener una escoba, Rocío? -me pregunta el señor Dumbledore, que me había visto mirar hacia arriba en incontables ocasiones.
-¿Qué si me gustaría? ¡Claro que sí! ¡Con ella podría volar a mis anchas y llegar a todos sitios mucho más rápido y...!
-Pero antes tendrás que aprender, ¿no?
Ahí estaba mi madre, cortando la pasión.
-Por supuesto, pero no hay de qué preocuparse. -dice el mago, viendo ya por dónde va mi madre.- En Hogwarts aprenderá a la perfección a montar y a volar.
-¿Pero no es peligroso? Es decir, va a muchos metros de altura... -mi madre a veces puede ser sobreprotectora, aunque en este caso la entiendo. Imagínate que pierdo el equilibrio y me caigo. El tortazo que me metería sería bueno.
-Una de las primeras cosas que se les enseña a los chicos a la hora de volar es a tener equilibrio. Una vez que lo consiga, no tendrá ningún problema.
Mi madre parece más tranquila, y mi padre intenta asimilar que su hija vaya a volar con una simple escoba.
Hablando de escobas, de vuelos y de más cosas, todas mágicas, llegamos a Ollivanders una tienda con grandes y altas estanterías llenas de cajitas estrechas y de todos los colores que, supongo, contendrán las varitas.
-¡Dumbledore, viejo amigo! -exclama un señor con pelo canoso, desde una escalera realmente alta.- ¡Ah, y la señorita Pérez! Tarde o temprano vendrías, lo sabía.
-¿Cómo me conoce? -se me ocurre preguntarle.
El señor Ollivanders se baja de la mega-escalera y me encuentro con que es más bajo de lo que aparentaba ahí arriba. Me hace gracia, por lo que sonrío, y él me la corresponde con otra.
-Yo conozco a todos y cada uno de mis clientes. Aunque aún no hayan pisado el suelo de la tienda. -<<definitivamente la gente de por aquí me cae mucho mejor que los muggles de mi barrio>>- Y a ti te he estado esperando durante casi cinco largos años. Ven por aquí.
Le sigo hasta una de las muchas grandes estanterías que hay en la tienda y extiende la mano. En un abrir y cerrar de ojos, la escalera de la que se ha bajado estaba a su lado. Se había deslizado ella sola hasta él. Impresionante. Mientras el señor Ollivander sube, me doy cuenta de que estoy realmente emocionada. Es como si me compraran un móvil nuevi, pero mejor. Mucho mejor.
-Veamos, veamos, veamos... Aquí está: Madera de Roble, 19 cm, plumas de hipogrifo y algo rígida. -saca una cajita y la abre, bajándome levitando una varita.- ¡Cójela, sin miedo! -la cojo, girándola y observándola. No hace nada.- No, esa no es para ti. -se me escapa de las manos y va hacia él, que la guarda.- Probemos esta. Madera de Ciprés, 32 cm, con escamas de ashwinders, resistente. -cojo la siguiente que me da y al agarrarla se me escapa de la mano ella sola, sin que el señor Ollivanders haga nada.- Tampoco. Vamos a ver... -busca entre varias cajas más y cuando encuentra lo que busca, las baja.
-Perdone... Señor Ollivander. -le llamo.
-Dígame.
-¿Cómo se sabe que la varita lo escoge a uno?
-Lo descubrirás al coger la adecuada. -me dice con una sonrisa.
-¿Y está usted seguro de que hay alguna varita para mí?
-¡Claro, por supuesto! Sólo hay que tener paciencia y encontrarla... Madera de pino, 22 cm, pelo de demiguise, muy flexible.Media hora después de probar varitas y más varitas, llega una un tanto curiosa.
-¿Qué tal esta? Madera de Serbal, pelo de unicornio, 27 cm, poco flexible pero elástica.
La cojo sin mucha emoción, pues ya he perdido toda ilusión que podía tener. Si no encuentro una varita, significa que no soy una verdadera bruja y que, por lo tanto, no puedo hacer magia y todo habrá sido una mentira.
Pero...
Cuando la toco noto unas cosquillas en los dedos realmente agradables, lo que hace que la coja con fuerza y determinación. Y es en ese momento cuando mi varita suelta unas chispas rojas. Sonrío.
<<Es esta.>>
-¡Ahí está! ¿Ves como sólo había que encontrar la adecuada? -baja de la gran escalera y va hacia la caja junto con el señor Dumbledore, que se encarga de pagarla. Estoy que no quepo de la ilusión.- Debes de cuidarla todo lo bien que puedas, Rocío. Con ella puedes hacer cosas grandiosas, pero también cosas horrorosas que no deberían decir. Puedes salvar tu vida defendiéndote con ella y puedes salvar la de otros defendiéndolos. Tu varita es tu arma. Puedes hacer el bien o el mal. ¿Un consejo? Llévala a todas partes, aún no sabiendo usarla ahora.
-Pero no debes utilizarla en presencia de muggles. Exceptuando a tus padres y a tu hermano, claro.
Asiento. Me siento muy responsable teniendo algo tan poderoso en mis manos. Nos despedimos del señor Ollivander y salimos de la tienda.
-Creo que por hoy está bien. Se está haciendo tarde, y deberían volver. -el señor Dumbledore saca su varita y pronuncia otras palabras extrañas, lo que nos hace volver a la cocina de nuestra casa.
<<Amo la magia.>>
-Bueno... ¿Qué me dicen? ¿Me creen ahora?
Mis padres se miran y luego me miran a mí, que sostengo mi varita como si sosteniera lo que es lo más importante para mí.
-Tanto yo como mi marido no le encontramos ninguna explicación lógica a lo que acaba de pasar... -empieza mi madre.
-Así que... Sí, le creemos. -concluye mi padre.
-Bien. ¿Entonces, Rocío? ¿Vendrás a Hogwarts?
-¡¡Sí!! ¡Sí por favor, sí! -digo histérica. Estaba esperando a que me hiciesen esa pregunta desde que dí mis primeros pasos en el Callejón Diagón.
Dumbledore ríe y pone una mano sobre mi hombro.
-Estupendo. Tenemos que comprar más cosas para el curso, o más bien, los cursos. Normalmente no hay clases por las tardes, pero todos los profesores coincidimos en que tú las debes de tener para recuperar los cursos anteriores. Mañana volveré a media tarde para volver contigo al Callejón Diagón. Ustedes -dice dirigiéndose a mis padres- no deberían haber visto nada de esto. Pero era necesario para que vieran que no les mentía. Los muggles no pueden estar en el mundo mágico. Por eso les ruego que no le digan a nadie nada de lo que han visto ni de lo que saben.
Mis padres asienten, comprendiendo lo serio de toda la situación. Dumbledore se despide de nosotros y, con un movimiento de varita y más palabras extrañas, desaparece, dejándonos a todos aturdidos con tanta magia.
-¿Rocío es una bruja, mami?Estoy deseando que la pequeña Rocío compre todas las cosas y se vaya a Hogwarts XD.
Una cosa que quería comentar chicos/as, a la hora de publicar los capítulos solo me aparecen unas letras, por lo que me veo obligada copiar todo lo que he escrito, borrar el capítulo, crear una nueva parte y pegarlo todo, para publicarlo y que podáis leerlo tranquilos/as.
Me cabreo mucho cuando pasa esto >:C
Pero bueno, cada vez estamos más cerca de conocer a más personajes de Harry Potter, sobre todo a lo que a sus amigos se refiere :D
¿Os adelanto una cosa? Puede que en el próximo capítulo conozcamos a uno de ellos. O a una de ellos ;)
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¿Y si fueras a Hogwarts...?
FanficEstás aburrida en casa sin nada que hacer, y como de costumbre, tu madre necesita que le hagas unos recados. Cuando vuelves a casa, decides coger también el poco correo que puede haber en tu buzón. Lo revisas y... ¿Qué tenemos aquí? Vaya, tienes una...