XI. ENCUENTRO EN LA CAFETERÍA.

4.2K 596 156
                                    

1

Yoongi se moría del aburrimiento en la clase de Economía y había que recalcar el hecho de que precisamente su vida no era la más entretenida. Una vez más, simulaba prestarle atención al profesor Lee, mientras que su mente le imploraba no cerrar los ojos. Había pasado toda la madrugada frente a la pc jugando juegos de rol y escuchando pésimas baladas noventeras.

Su estómago suplicaba por algo de comer. En la mañana se había encontrado con un refrigerador blanco y vacío y no pudo comer ni siquiera migas de pan.

El problema era el siguiente; debía conseguir comida pronto o moriría, sin embargo estaba un noventa y nueve por ciento seguro que en la cafetería habría personas y eso no le agradaba. No es que fuera un anti-social-emo-gótico, era solo que le inquietaba el hecho de gente sudorosa empujándose entre sí para conseguir algo que tragar.

Esta vez no tendría a un Hoseok que le llevase comida, Yoongi tendría que ir por ella y eso se propuso después, en la hora de Inglés.

Tienes que pedir la orden y luego volver al aula, se preparó mentalmente, nada más, tu estómago cuenta contigo.

Esperó a que la manada de sus compañeros salieran de la habitación—incluido el amado de Jimin que muy raramente salía del aula—y caminó sigilosamente por los poblados pasillos.

Su respiración se entrecortaba y la cantidad de aire disminuía a su parecer. No quería reconocer que sus piernas temblaban ni que había usado la gorra de su sudadera como una especie de protección anti-gente. No deseaba recordar lo ocurrido hacía un año, eso era lo último que quería.

Sus hombros no dejaban de rozarse con los de otras personas. Yoongi trató de mantener la calma y transitar sin apuro, de esa forma llegó a las puertas del infierno que conocían por cafetería.

Yoongi entró un poco presionado y vio lo que se esperaba; un mar de gente sudada y apurada.

No es nada, se dijo, entrar y salir; pan comido. Observó el suelo convencido y se asomó a la fila repleta de personas. Para su suerte, allí no se estaban empujando, pero aun así su respiración no se calmaba, ni tampoco las ganas de irse corriendo a su pupitre. 

Sólo fue cuestión de esperar y ya era era su turno. Lo atendió una mujer corpulenta con un trapo enrollado en su cabello. 

—Decídete rápido—apresuró hostigosa.

Yoongi la observó con odio. Entrar y salir, se repetía.

Luego, miró a la vitrina.

«Pan blanco, pan integral, pan francés, pan de centeno, bollos, magdalenas». 

¿Desde cuándo habían tantas opciones qué escoger? ¡Así nunca acabaría!

—Niño, hay mucha clientela, así que será mejor que...

—Ya la escuché, joder.

La mujer lo miró con desprecio y se cruzó de brazos detrás del mostrador. 

El entorno se había vuelto más incómodo de lo que anteriormente, ya era.

—Min, deberías probar el pan francés y el café negro—señaló una voz masculina, pero tan agradable y fina que podía ser confundida con una femenina.

LA LOCURA DE MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora