Capítulo XXIII

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- Desde luego que interrumpes, siempre lo haces, ¿qué pintas tú aquí? - preguntó Kyle realmente enfadado. 

- ¿Y tú quién eres? Bueno, ya, está bastante claro que estás con él... ¿no Sofía? Vaya gusto tienes... - respondió Adam. 

- Buen gusto, eso se llama buen gusto - dijo Kyle.

- No te lo crees ni tú chaval, ¿de dónde has salido tú? No te he visto en mi vida por aquí... - le respondió Kyle.

- Eso a ti no te importa gilipollas, lárgate, vamos, ¿no te das cuenta que sobras? - dijo Kyle.

En ese momento, Adam le dio un puñetazo que resonó en toda la habitación.

Sofía se quedó helada.

- Tú te lo has buscado - dijo Kyle poniéndose como una furia y abalanzándose sobre él.

En ese momento, Sofía se vio envuelta en una pelea de titanes, no sabía quién pegaba más fuerte, no sabía quién iba a resultar peor de aquello, y lo peor, no sabía cómo parar esa pelea sin resultar herida ella también.

- Eh eh eh, ¡parad! - dijo Sofía - parad por favor, ¡PARAD!

En ese mismo instante, Sofía vio algo insólito, como si de una película de ciencia ficción se tratara, los dos se separaron como si una fuerza sobrehumana se hubiese apoderado de sus cuerpos, lanzándolos contra la pared, cada uno a un extremo de la habitación.

Sofía tenía los ojos abiertos como platos, ¿qué había sido aquello? Había surgido una luz muy fuerte de aquel impacto en toda la habitación que comenzaba a desaparecer. 

Sofía todavía estaba pestañeando aturdida cuando se dio cuenta de que Adam iba otra vez hacia Kyle. 

- No no no, para Adam - dijo Sofía - ¡Que pares, joder! - dijo poniéndose delante de Adam.

A Adam le sangraba la nariz y a Kyle no lo había visto todavía, seguía tendido en el suelo, pero seguro que tenía algo sangrando también. 

Sofía no sabía qué hacer, quería ir a ayudar a Kyle e intentar que Adam no se moviera a la vez. Algo imposible.

- Mantente quieto, por lo que más quieras, mantente quieto - le dijo Sofía a Adam.

¿Intentaba poner Adam cara de cachorrito? No, desde luego ahora ya no conseguiría nada.

- Kyle, Kyle, ¿estás bien? - dijo Sofía acercándose a Kyle, que seguía tendido en el suelo. 

Tenía toda la cara ensangrentada, Sofía contuvo sus ganas de vomitar, no soportaba la sangre.

- Kyle, respóndeme, ¿estás bien? - le preguntó Sofía limpiándole la cara.

- Em... sí, sí, creo que sí... - le respondió Kyle.

- Ya no brillas - le dijo Sofía.

- Ah, ya... suele pasar - le respondió Kyle levantándose e intentando mantener el equilibrio.

- Pero qué debilucho eres, en serio, ¿de dónde has salido? - preguntó Adam.

Kyle intentó ir a por él, pero Sofía le agarró del brazo.

- Kyle, siento mucho todo esto... - le dijo Sofía.

- Tú no tienes la culpa, no tienes la culpa de nada, Sofía - dijo Kyle con voz tranquilizadora - y creo que me voy a ir, os dejaré solos, ya sabes, tienes que intentar aparentar llevarte bien con él y eso seguro que te costará bastante, ya sabes lo que te ha dicho Marion. No sabes lo que me jode tener que dejarte aquí con él y más después de esto, pero tengo que irme.

- A mí me fastidia más, créeme, seguro - le respondió Sofía.

 - Adiós Sofía - dijo Kyle dándole un beso en la mejilla - y ten cuidado.

- Seguro, lo tendré - le respondió Sofía. 

- Adióoos debiluchooooo - le dijo Adam a Kyle. 

- No puedo con este gilipollas, de verdad que no puedo con este gilipollas, ya es personal... - iba diciendo Kyle por el pasillo. 

Sofía cerró la puerta y se quedó apoyada en ella mirando el desastre que habían hecho allí. 

- Ahora tú me ordenas esto - le dijo Sofía a Adam.

- ¿Cóooomo? ¿Y tu amiguito se va tan feliz y contento? - le preguntó Adam.

- Sí, contentísimo de haberte visto, eres idiota, de verdad, ¿por qué no te callas? - le dijo Sofía.

- ¿Por qué no se ha callado él? - le preguntó él.

- Tanto él como tú, parecéis niños pequeños, pero tú tienes la culpa - dijo Sofía.

- Pues a él le has dado más mimitos... - le respondió Adam 

Sofía le tiró una botella de agua oxigenada y algodones sin mirar. 

Se oyó un golpe seco.

Sofía se giró y vio a Adam tirado en el suelo.

Venga ya... aunque le hubiese dado en la cabeza, no le habría dado tan fuerte, no había sido un golpe tan fuerte, ¿verdad? ¿VERDAD?

Sofía se quedó mirándolo un rato. Adam no se movía, seguía tendido en el suelo. 

No podía ser, no podía ser. 

Sofía se acercó sigilosamente hacia Adam.

- ¿Adam? Adam, ¿estás bien? No tiene gracia, ¿sabes? ¿Adam? - no obtuvo respuesta. 

Sofía se acercó para tomarle el pulso. 

¿No sabía tomar el pulso... o no tenía?

- No, Adam, de verdad, yo no quería... Adam, Adam, despierta por favor... - dijo Sofía. 

- ¿Para qué quieres que despierte si me vas a seguir hablando así de mal? - le preguntó Adam, que había estado consciente todo el tiempo.

Sofía se quedó blanca por un momento y luego volvió a encenderse por la furia. 

- Eres un idiota, idiota, idiota, estúpido ¿por qué has hecho eso? - preguntó Sofía hecha una furia - esas cosas no tienen nada de gracia. 

- Ya lo veo - dijo Adam incorporándose - casi te pones a llorar como una niña y a darme un besito de bello durmiente para ver si despertaba...

- ¿Pero cómo puedes ser así? - le preguntó Sofía.

- No, ¿cómo has podido ser así tú? - le preguntó Adam a Sofía.

- ¿Cómo? ¿Yo qué he hecho? ¡Si yo no he hecho nada! - dijo Sofía.

Adam la miró con cara de "¿de verdad me lo preguntas?".

- Sí, de verdad te lo pregunto, yo no he hecho nada - dijo Sofía - límpiate y ordéname la habitación.

- Sí mi señora, ¿algo más? Si quieres te traigo una fusta para que me pegues mientras te ordeno la habitación, mi ama - dijo Adam mientras empezaba a recoger aquel desastre.

- No hace falta, me divierto con mirar - dijo Sofía sentándose en la cama y mirando cómo Adam le ordenaba la habitación. 

Con la salida del Sol - NO CONTINUARÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora