—Lo haremos —respondió Harry mientras el hombre se dirigía hacia la puerta.
La recepción seguía en pleno auge cuando Jack se excusó, complacido por el modo en que sus invitados se relajaban. Dos mujeres deslumbrantes le habían sido ofrecidas abiertamente, y quizá las hubiera aceptado de no haber deseado a ______.
Tomó la correa de Sabina y la condujo de vuelta al pequeño zoo que mantenía con animales interesantes de todas partes del mundo... todos ellos en réplicas de sus habitáis naturales.Después de entregar el animal al zoólogo que dirigía el lugar, se dirigió a sus aposentos privados. Pensó en lo bien que había ido la recepción. Imaginó el entorno y a los invitados, y luego se centró en Harry De Souza. Parecía un cliente duro. Y daba la impresión de haber desarrollado un vínculo fuerte con su bonita acompañante.
Pero debía de haber un modo para persuadirlo de que la compartiera, porque Jack tenía clara una cosa: iba a poseer a ______ antes de que se marchara de la isla.
Debía investigar más las debilidades de De Souza. Pero ya habría tiempo para eso más adelante. Podría resultar más divertido ver cómo disfrutaban de sus primeros minutos de intimidad en la isla.
Recorrió un pasillo corto y entró en una habitación a oscuras que parecía la sala de realización de un estudio de televisión.
Algunas de las pantallas de la pared opuesta estaban en blanco. Otras mostraban vistas de los cuartos en las cabañas de invitados y en el ala de los visitantes en la casa principal. A Harry De Souza y a ______ se les había asignado la Villa Agapanthus, una de las más lujosas. Se sentó ante la consola, activó varios interruptores y obtuvo una imagen del salón... donde encontró a sus ocupantes de pie, frente a frente.
Se reclinó en el sillón y contempló la escena con interés. Era una pena que ______ le diera la espalda a la cámara.
En cuanto oyó que la puerta se cerraba detrás del hombre que les había mostrado la villa, ______ se volvió hacia Harry y abrió la boca para hablar. Él no estuvo seguro de lo que iba a decir, pero la expresión de angustia en sus ojos azules lo informó de que no podía arriesgarse a que un micrófono oculto captara sus comentarios.
De modo que antes de que pudiera emitir palabra alguna, la tomó en brazos y la besó.
Antes de esa mañana, no la había tocado en días, y en cuanto entraron en la atmósfera sexualmente cargada de la sala de espera del aeropuerto, supo que había cometido un error. Y luego la película lo había cegado. Pero no tanto como la sensación y el sabor de ______. Ansioso de más, se deleitó en la sensación del contacto de su boca, de mordisquearle y succionarle el labio inferior.
Gratificaba descubrir que ella estaba tan inmersa en el beso como él. Captó un leve sonido procedente de lo más hondo de su garganta, un sonido que lo incitó a desbocarse.
El beso se tornó incendiario en simples segundos. Ladeó la cabeza con boca exigente y hambrienta, mientras bajaba las manos por su espalda para tomarle las nalgas y pegarla a la palpitante erección.
Dio la impresión de que eso no era suficiente para ninguno de los dos. Cuando la sintió anclar las caderas contra él, pasó de hombre civilizado a macho primitivo. Un varón decidido a reclamar a su pareja.
Por su mente centellearon unas imágenes vividas. Y no pertenecían a ninguna película. Se vio desgarrándole la ropa, tirándola sobre la cama y lanzándose a sus profundidades ardientes y ansiosas. Luego, pensó en esas mismas imágenes captadas en vídeo...y se quedó muy quieto.
— ¿Harry?
—No podemos. No aquí. No ahora.
La respuesta de ella fue un gemido de frustración que a punto estuvo de atravesar sus objeciones.
Con un tremendo esfuerzo, separó la boca de los labios de ______, la tomó por los hombros y apartó el cuerpo encendido.
Ella lo miró, aturdida, confusa y excitada, con los pezones claramente visibles a través de la fina tela del vestido.
Harry contempló esos tentadores puntos enhiestos. Anheló tocarla. Probarla. Se sentía casi tan aturdido como ella, pero sabía que no tenía que perder la cabeza. Después de respirar hondo varias veces, logró decir:
— ¿Recuerdas lo que te dije sobre Isla Orquídea, cariño? Este lugar está controlado, tanto en sonido como en imagen. Por motivos de seguridad, desde luego. Pero no pienso arriesgarme a hacerte el amor delante de una cámara escondida.
No apartó la vista de sus ojos hasta que tuvo la certeza de que lo había entendido. No se trataba de hacer el amor. Sino de discutir sobre la misión.
Quizá quisieran pensar que estaban solos, pero si lo hacían, ambos serían unos necios. Unos necios muertos.
— ¿Una cámara? —______ miró alrededor con expresión de pánico—. Sé lo que dijiste. Pero no puedo creer que aquí no tengamos intimidad...
—Sí, bueno, aguarda unos minutos hasta que pueda ofrecerte algo de acción, nena.
Comenzó a recorrer la habitación como un hombre enfadado que no estaba acostumbrado a que le interrumpieran el placer.
Escudriñó las estanterías, los libros, los adornos, hasta el espejo del techo encima de la cama. Tenía habilidad para descubrir equipo espía y en menos de diez minutos encontró lo que andaba buscando. Una canasta de mimbre en lo alto de uno de los anaqueles, con una trama lo bastante amplia como para ocultar la lente de una video-cámara.
______ juntó las manos delante de ella para evitar que le temblaran, mientras miraba a Harry sacar la cámara y acercar el rostro a la lente.
—Señor Duarte —comenzó con voz precisa—, entiendo su necesidad de seguridad, y su deseo de mantener el contacto con sus invitados. Pero no pienso tolerar equipo de grabación en mi espacio personal.
Dicho eso, abrió los ventanales, llevó la cámara al exterior y la aplastó sobre el suelo del patio. Luego, repitió el procedimiento con la otra cámara que descubrió en el interior de una maceta, en el salón.
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Compañeros de Trabajo
Romance________ estaba acostumbrada a trabajar de incógnito, pero hacerse pasar por la amante de un hombre rico era una misión demasiado peligrosa. Especialmente si el "hombre rico" era su compañero Harry Styles, quien exigía que hicieran el amor de verdad...