_______ contuvo el aliento y luego suspiró.
¿Acaso no iba a existir un lugar con intimidad, ningún lugar en el que pudieran hablar de la misión que los había llevado a Isla Orquídea?
Harry miró a los hombres, con expresión irritada.
Rodearon una curva y captaron cielo azul delante de ellos. Ella pudo oír el sonido de las olas, oler el aire salado, sentir el viento que venía del mar. El sendero terminaba en un cerro que descendía hacia una de las playas de arena blanca más hermosas que jamás había visto. Permanecieron un momento contemplándola.
— ¿Quieres bajar? —preguntó él.
—Supongo que no con unas sandalias de doscientos dólares —dijo, y pensó que habían desperdiciado la oportunidad de una charla privada.
—Bueno, vayamos a gastar algo del dinero de Duarte. ¿Por qué no vas a su salón de belleza y te preparas para la fiesta de esta noche?
—Oh, de acuerdo —aceptó el cambio de tema. Durante los preparativos, habían discutido algunas estrategias y decidido que el sitio donde _______ podría captar más información era el salón de belleza—. ¿Crees que me darán hora?
Harry le sonrió.
—Claro. Están para servirte —giró la cara hacia el guarda más cercano—. ¿Pueden indicarnos el camino para el salón de belleza?
La sorpresa se reflejó en la cara ancha del hombre. Pero salió de las sombras y respondió con educación.
—Sí, señor.
—Entonces, adelante —indicó Harry—. Pero primero llévenos hasta nuestra villa, para que mi acompañante pueda encontrar el camino de regreso.
El hombre los llevó hasta la villa, atravesando la zona ajardinada principal, que cruzaron en línea diagonal. Luego, fue por un breve pasaje que conducía hasta un edificio parecido a un templo egipcio.
—Es aquí, señor.
Harry inclinó la cabeza hacia _______.
—Te espero en un par de horas. Toda arreglada para mí.
—Sí —respondió, con lo que esperaba que sonara a deseo apenas contenido—.Te veré más tarde.
Harry se volvió y la dejó sola. «Muy sola», pensó ella con un escalofrío interior. «Si Duarte supiera que estoy aquí...». Desterró ese pensamiento.
Con un suspiro, abrió una de las pesadas puertas de cristal del salón de belleza. Dentro, las duras superficies de mármol se suavizaban con cortinas, magníficos jarrones con flores frescas y sillones mullidos. Quizá Duarte no tratara a las mujeres como a iguales, pero sabía cómo cuidarlas cuando le apetecía.
Como una extensión del tema egipcio, una recepcionista vestida con una túnica corta fue al encuentro de _______. Al igual que el guardia que los había conducido hasta allí, era una isleña, con la piel del color del café y enormes ojos marrones.
— ¿Puedo ayudarla?
—Sí, me llamo _______. Me gustaría que me hicieran la manicura. Y que me peinaran para esta noche.
Una mujer sentada en una silla cerca de la mesa de entrada se incorporó de un salto.
—Será un placer atenderla. Por aquí. ¿Le apetece algo? ¿Té con hielo? ¿Café?
—Me encantaría un café con hielo.
La bebida llegó casi de inmediato.
—Primero podemos hacerle las uñas.
La siguió a una mesa para descubrir que estaba sentada junto a otra de las mujeres del avión, a quien también le arreglaban la manicura.
La mujer alzó la vista y en sus facciones clásicas se registró la sorpresa. Luego, los labios esbozaron una sonrisa un poco forzada.
—Hola, soy Carla. Nos presentaron, pero se me dan muy mal los nombres.
—_______ —respondió mientas su esteticista le tomaba una mano y comenzaba a quitarle la laca vieja.
—Es agradable alejarse un rato de los chicos —comentó Carla. _______ asintió—. Nunca me relajo más que cuando me cuidan —murmuró.
_______ mostró su acuerdo con el mismo tono lánguido, aunque si había algo que odiara era que estuvieran encima de ella.
Carla bajó la voz a un tono de conspiración.
—Noté que en el avión estabas sentada cerca de los lavabos. ¿Qué te pareció la pareja que entró junta?
Antes de que pudiera responder, su nueva amiga lo hizo por ella.
—Fue desagradable, ¿no te parece?
—Mucho —en eso no había duda. La esteticista le introdujo la mano en un líquido viscoso.
— ¿Pudiste oír algo a través de la puerta?
—No —mintió _______.
La voz de la mujer bajó aún más.
—Excitó a Niall. ¿Y a tu hombre?
—Sí —reconoció _______.
—Niall esperó hasta que llegamos a la habitación —rió—Fue rápido. Apenas me despeinó. Pero esa es la especialidad de Niall. Entradas y salidas rápidas.
—Permita que le ponga una laca de secado rápido —interrumpió la esteticista con suavidad—. Luego, podrá ir a echarse la siesta que mencionó.
—Sí. Gracias —indicó Carla. Alzó las brillantes uñas rojas para admirarlas.
_______ trató de no suspirar aliviada cuando Carla se marchó. Miró alrededor y vio que era la única invitada en esa parte del salón. Al reclinarse en el sillón, observó a la mujer delicada de pelo tupido y negro que había comenzado a ocuparse de sus cutículas. La placa de identidad la identificaba como «Zoraida».
— ¿Lleva mucho tiempo, trabajando aquí? —inquirió.
—No demasiado. De pequeña viví fuera de la isla.
— ¿Dónde?
—Oh, aquí y allá.
Cambió de tema al comprobar que no quería hablar de su pasado.
—Mmm... ¿Le gusta su trabajo?
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Compañeros de Trabajo
Romance________ estaba acostumbrada a trabajar de incógnito, pero hacerse pasar por la amante de un hombre rico era una misión demasiado peligrosa. Especialmente si el "hombre rico" era su compañero Harry Styles, quien exigía que hicieran el amor de verdad...