El mundo está formado por corrientes. Las personas, en su mayoría, se unen a una corriente. O a dos. O a tres. En qué corriente se encuentra cada persona depende del momento en que se encuentre, de con qué otras personas está, o de en qué etapa de su vida se haya.
Pasa el tiempo. Las corrientes cambian con el pasar de los años. Pero las personas son las mismas que ayer. Las personas no cambian.
Las corrientes van arrastrando cuerpos mientras un grupo reducido de personas no se coje a ninguna corriente. Estas pocas personas quieren unirse a una corriente, lo ansian. Y podrían hacerlo. Pero no quieren que las corrientes los arrastren.
Dejarse llevar por las corrientes es muy fácil, ¿no? Dejarse arrastrar, sabiendo que las corrientes te van a guiar y no te vas a estrellar.
Pero las corrientes no te ayudarán siempre. Ellas no estaran ahí siempre. El día en que las corrientes cesen, las personas quedaran enmedio de océanos de los que no saldrán. O tal vez si, pero con heridas.
Las corrientes; tan tentadoras. Dicen que solamente las personas que ven el mundo con ojos distintos no las cojen. Si las cogieran, podrían resistir a ellas. Pero, más grande es su resistencia a quedarse fuera y no formar parte de ellas.
Las corrientes; qué curiosas. Podría tratar de unirme a ellas. Sí, podría intentarlo. Al fin y al cabo no debe de ser tan difícil si todos se unen a ellas, ¿verdad?
Pero antes ahogarme en el océano a entrar a formar parte de las corrientes. Las corrientes, sí; las corrientes que un día os harán naufragar e ir a la deriva.
Seguid las corrientes.
