Capítulo Único.

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Había sido una noche larga para Viktor. Se estaba empezando a resfriar y no quería comentarle nada a su marido, pues no deseaba preocuparle.

No había dormido casi nada, se levantó varias veces en la noche a caminar por la casa. El japonés se había percatado de tal comportamiento de parte del ruso, pero solo le decía que estaba "ansioso". Obviamente, el nipón no iba a comerse tal excusa.

Esa mañana, Nikiforov se había despertado. Notó que el lado derecho de su cama estaba vacío, por lo que sabía que el japonés se había levantado. Casi siempre, desde que su hijo Yoichi había nacido, el nipón era el que se levantaba temprano a atender al pequeño y los quehaceres de la casa.

Quiso levantarse para así poder saludarlos y tomar el desayuno, pero se dio cuenta de que un fuerte dolor en las coyunturas lo amenazaba a quedarse en la cama. Se quejó por lo bajo, y respiró profundo. Odiaba enfermarse y hace mucho que no le pasaba. No quería que Yuuri se enterase, por lo que decidió fingir que estaba bien y tomar control de la situación él solo.

Fue al baño para lavarse y luego, bajó a la planta baja de la casa para ir a la cocina. Encontró a Yuuri y a su pequeño Yoichi en la cocina, pues el japonés estaba haciendo el desayuno y le ayudaba al pequeño a comer.

—Por fin te despiertas, amor. — Dijo el nipón con una sonrisa en su rostro mientras le daba de comer al pequeño.

—Sí, es que estaba muy buena la cama. — Quiso bromear un poco para que no se diera cuenta de que estaba enfermo.

Comenzó a toser un poco y buscó agua en la nevera. Sentía cómo su garganta ardía. Oh no, no le gustaba para nada estar enfermo.

—¿Estás bien? — Preguntó el japonés con algo de preocupación. Por los años que ha estado junto a Viktor, solo una vez se había enfermado y empezó de la misma manera, con una tos.

Se acercó a él para darle un beso de buenos días, pero el ruso movió su rostro y el japonés terminó dándole un beso en la mejilla. Le estuvo raro la acción tomada por el peliplata, pero no dijo nada y volvió su atención al pequeño.

Viktor, por su parte, se acercó al pequeño para darle un beso en la frente. Adoraba verlo "desayunar", o eso trataba, pues siempre terminaba haciendo un desastre.

Se sentó en la mesa esperando que Yuuri le sirviera su plato, pero cuando hizo el movimiento de sentarse, le volvieron a doler las coyunturas. Se quejó un poco y volvió a respirar profundo. Yuuri se dio cuenta de tal quejido.

—Viktor, cariño, ¿todo bien? — volvió a preguntarle al ruso.

—Sí, estoy bien. Solo choqué con la mesa. Es todo. No es como si estuviera resfriado, para nada. — Negó con la cabeza mientras decía aquello. El japonés solo negaba con la cabeza.

Había terminado de cocinar los panqueques que tanto adoraba Viktor y le sirvió cuatro, pues esa era la cantidad que normalmente el ruso solía comer. No obstante, se dio cuenta de que no los terminó, y se había dirigido rápido a la planta alta donde se encontraba su habitación. Se preocupó un poco, aunque sabía que Viktor iba a ser testarudo y no le diría que se estaba empezando a resfriar.

Terminó de desayunar y lavó los trastes. Tomó al pequeño Yoichi en brazos y limpió sus manitas y su carita. Dejó comida y agua para Makkachin, y se dirigió a su habitación matrimonial para revisar a Viktor.

Cuando llegó encontró a un Viktor histérico, buscando información por internet de qué era lo que realmente tenía. Las sábanas de su cama estaban regadas por el piso y también, había ropa en el suelo.

—Viktor, ¿qué te sucede? — preguntó un Yuuri preocupado y con un niño en brazos.

—¡Creo que me quedan dos días de vida según lo que he encontrado en la web! Yuuri, siempre serás el amor de mi vida. Y Yoichi, eres una dulzura al igual que tú padre. — Decía un Nikiforov histérico y al borde del llanto.

A curar a papá [One shot - Yuri on Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora