Sorpresa

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Capítulo 1 | parte 2



— ¿CÓMO QUE ESTUVISTE PRESA?

—No estuve presa, Anna. — expliqué rodando los ojos ante su tono crispado. — Solo detenida. Me dejaron en la sala de recepción todo el tiempo y solo llenaban papeleo. Me quitaron las esposas ni bien llegamos.

— ¿PAPÁ SABE? — ugh, pensé cansada; no paraba de gritar, abriendo sus ojos que parecía que se le caerían los globos oculares en cualquier momento.

—Sí, le dije cuando llegué. Él estaba en la tienda, y como mamá se tenía que ir a trabajar quedé sola ante la cueva del lobo. Se enfureció un poco pero tampoco fue nada grave. Me dijo que no subiría y se quedaría trabajando para "desestrezarse".

— ¿Nada grave? —casi escupió su cena sobre mí. — Elsa, Jackson Overland te atacó, tu compañero de clases. ¿POR QUÉ NO LES DIJISTE?

—Porque no, Anna. — dije sin más, acabando mi plato. Nuestra familia funciona de forma diferente a la mayoría; por lo general desayunamos juntos, almorzamos en la escuela o en el caso de nuestros padres en los trabajos, y solo Anna y yo cenamos juntas. Papá y mamá tienen una empresa de joyería muy exitosa, internacional y todo, que lograron construir juntos. Papá se encarga del funcionamiento de las tiendas y administración de impuestos y mamá trabaja con la administración y fabricación de los productos. A veces hasta diseña algunas joyas cuando tiene tiempo.

Papá mandó a construir una tienda bajo nuestro edificio, para poder estar cerca del trabajo. Generalmente trabaja allí cuando no está en la oficina. Y por eso se ausentaba en el horario de la cena.

Al menos yo no me quejaba de esos inusuales horarios y su ausencia, porque al fin y al cabo lo hacen por nosotras y para que tengamos una mejor vida, además de que las cenas con Anna solían ser divertidas. Excepto por esa vez que fue más bien un cuestionario y sermón a la vez.

—¡Elsa! Vuelve a Tierra, te hice una pregunta.

—Y yo decidí no responder. ¿Acabaste? — le corté mirando su plato vacío.

—¿Y tú acabaste de evitarme?

Obviamente que no.

—No quiero que me preguntes más, Anna es suficiente. Estoy cansada.

—¿Cómo lo sabes? ¿Acaso tienes certeza de que no volverá a atacarte? ¿No temes por tu vida?

Sí, temía. Y no quería que me lo recordaran.

—Voy a decirles. — sentenció seria al ponerse de pie.

Sentí mis ojos abrirse de par en par, casi se me caen los platos.

—No, Anna. No puedes decirle a nadie. — respondí con dureza y me incorporé de un salto. ¿Acaso me temblaban las manos? El tono de Anna tampoco me tranquilizaba, se la veía muy decidida.

—Es por tu bien. ¡Mira si en verdad te sucede alg—

— ¡Dije que no! — de no ser por el repentino susto en aquellos ojos claros, símiles a los míos, no me habría dado cuenta que había avanzado hacia ella y le estaba gritando con cierto temblor en la voz. Casi amenazándola. No era la única asustada, pero no lo comprendía... O eso pensé.

—Bien. — dijo luego de la pausa. Y por más que pensé que añadiría algo, simplemente se marchó y me quedé lavando los platos.

La mañana siguiente me despedí de Anna secamente en los pasillos de la escuela, aún las cosas seguían tensas, pero yo tenía que llegar temprano a la primera clase, para evitar toparme con Jackson. Sabía que en el salón estaría siempre segura de la lacra, mientras aquel se llenaba de gente y yo me acurrucaba en mi asiento de la primera fila. Pero sorpresivamente, entró el profesor y cerró la puerta, dándome el alivio que necesitaba. Jackson Overland no había venido.

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