[único]

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Hyung, ¿seguro que no te pasa nada? —Kyungsoo escuchó en el manos libres de su teléfono celular—. Puedo salir de la oficina un poco antes si te sientes mal y quieres distraerte.

A Kyungsoo se le hinchó el pecho más de la cuenta en tanto esas palabras atravesaron su oído, aunque sinceramente, no sabía de qué estaba sorprendiendo.

Kim Jongin era así todo el tiempo que estaban o no juntos. Todo el tiempo desde que se conocían.

—Me siento bien, Jongin. Es sólo ajetreo por el Proyecto Park —respondió saliendo de su auto mientras aseguraba las puertas—. No tienes que dejar tu trabajo por mí, lo sabes ¿verdad?

Pero no me importaría. Soy el CEO. Los CEO hacen lo que quieran —Escuchó un «jeje» y Kyungsoo no pudo evitar echarse a reír. Jongin era un niño mimado, definitivamente.

—No vas a dejar nada. Estoy bien. Nos vemos mañana, ¿sí?

Kyungsoo se adentró a la cafetería en la que solía tomar el almuerzo y enseguida la mano de Jung Soojung sobresalió entre las muchas cabezas. Y bueno, era imposible no notar a Soojung cuando llevaba la cabeza teñida de rojo.

Bueno, vale. Pero si ocurre algo me tienes que llamar. No me gusta verte tan estresado, ni casando, ni angustiado, ni nada que te produzca ansiedad. Debes estar fresco como una lechuga, hyung.

Kyungsoo volvió a rodar los ojos, sentándose en frente de Soojung y pidiéndole que hiciera silencio.

—Voy a estar bien. Cuidate, Jongin —Y justo cuando pensó que Jongin iba a colgar, escuchó una respiración profunda y un siseo—. ¿Qué?

Uhm, realmente sólo quiero que estés bien —respondió, no había ápice de chulería en su voz, estaba hablando en serio—. Te quiero. Nos vemos.

—N-nos v-vemos.

Y cortó la llamada.

Kyungsoo dejó su teléfono y el manos libres sobre la mesa y se quedó observando la madera por un bueno rato, aunque realmente sólo estaba pensando, meditando, tratando de entender a ciencia cierta qué estaba haciendo con su vida. Hace unos años, Kyungsoo era un trabajador dedicado, un arquitecto bien pagado que, aunque tenía una meta entre ceja y ceja, no dejó nunca que nadie le hiciera pensar las cosas demás. Ahora, luego de haber conocido a Jongin «desde hace un año» se podría decir que nada estaba como debería estar.

—Uhm, como siempre, Kyungsoo pensando demás las cosas con Jongin —siseó Soojung, llevándose el vaso de lo que parecía ser cerveza a la boca—. El que tenía el objetivo claro, hoy parece muy inseguro. De hecho, día a día estás más allá que aquí.

—Mis objetivos siguen siendo los mismos —respondió ceñudo y volviendo a la realidad. Una donde sus obligaciones pesaban más que cualquier cosa—. Vengarme de Jongin porque...

—Es el hijo de las personas que mataron a tus padres, blah blah, blah.

—Cuando lo pones así siento que no te importa —espetó Kyungsoo, casi poniéndose en posición de pelea.

Soojung era la única persona que sabía todo el color de los pensamientos de Kyungsoo, sus ideales, sus sueños, y sus objetivos. Muy al tanto de que él estaba en una relación con un hombre, a pesar de no ser gay, y netamente por venganza. Porque el mejor castigo para el primogénito de las personas que se llevaron en sus manos la vida de sus padres, era hacerlo sentir que lo tenía todo, y después que ya no tenía nada. Enamorar a Jongin quizá fue el plan más fácil, pero Kyungsoo sabía cuanto le iba a doler cuando su venganza se consumiera.

Decisiones → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora