Hoy me volví a levantar como cuando era niño, hoy el piso es de lava. Cada paso me duele en el alma, me pesa en la conciencia, me demuestra que no soy valioso.
Es difícil vivir así con uno mismo, despertarse sabiendo que uno no vale ni la ropa que viste, que es la basura que siempre le dijeron que era. Los músculos se adormecen, y cuesta bajarse de la cama. Entonces es cuando se siente que el piso es de lava, porque cada paso conlleva la culpa de saber que se está equivocado, que se está perdiendo el juego. Como un niño, se busca algo sobre lo que pararse para que el suelo no nos devore. ¿Amigos? ¿Familia? Fantasmas de gente que está pero a la vez no. Es como dijo mi madre la otra noche: vivimos solos, desde que nacemos hasta que morimos, y por más grande que sea la cantidad de gente a nuestro alrededor, en verdad somos solo nosotros.
Podría decir que es difícil darse cuenta de que uno está destinado a la soledad, pero es extremadamente fácil. Es más, siempre lo supimos. Desde el momento en que nacemos sabemos que vamos a morir solos, quizá por eso lloran tanto los bebés.
Hay noches en las que no soporto la idea de no ser querido por otra persona. Hay días aún peores. Se siente como una enorme maza de plastilina sobre tu cuerpo: suave pero aplastante. Y no te deja caminar. Te obliga a acostarte, a no salir, a mirar a la nada con tristeza en los ojos. Loado sea dios si ésta se detuviera en eso solo, pero no, la muy hija de puta encima te habla. Te dice cosas terribles sobre ti, te dice cosas que sabes solo tú y nadie más; te cuenta tus vergüenzas, se ríe de tus defectos, y, lo peor de todo, te recrimina el hecho de no poder moverte. Como si fuera culpa tuya, no de ella.
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Epifanías de Media Noche
RandomAveces me deprimo, aveces no. Aveces necesito escribir lo que siento, aveces no. Acá está mi libreta de notas, mi libreta para aquellos aveces.