Terminé de lavar los platos con la ayuda de Valeria. Estábamos en su casa y habíamos cenado. Era un día lluvioso, sábado y estábamos los seis allí. El grupo de amigos, dos parejas y dos solteras. Entre el grupo de las primeras estaba Val.
Los primeros en irse fueron Fede y Nati. Se ofrecieron a llevar a Flor, la otra soltera del grupo. Y ahora quedaba yo. Como siempre, la última en irse.
— Bueno gente, es hora de irme.— dije acercándome a Valeria para saludarla.
— ¿Amor, podés llevar a Zoe a la casa?— le preguntó a Diego.
— No hace falta. Puedo ir en el colectivo, la parada está a dos cuadras nomás.— dije antes de que él respondiera.
— Pero está lloviendo Zo, y es tarde.— Val insistió — Además Diego no tiene problema en llevarte, ¿verdad?
Diego me miró vacilante por un segundo.
Un mes atrás
"— Perdón que te moleste a esta hora, pero el wifi en el depa no anda y tengo que entregar este informe mañana.
— No hay drama Diego, pasa.
Diego se sentó en la mesa del comedor con la computadora. Zoe estaba en la cocina lavando los platos.
— ¿Ya comiste? Tengo pizza en la heladera.
— No te preocupes, ya comí.
Ambos estaban en silencio. Zoe lo miró, él estaba concentrado en su laptop y ella en él. Estaba con ojeras y todo despeinado. La ropa arrugada y desarreglada.
— ¿Y sabes algo de Val?
— Está pasándola lindo allá, con la familia. Viene el jueves.
— Ah. ¿Y vos qué onda? Parece que te pasó un camión por encima.
— Gracias.— se rió— Vos siempre tan buena amiga.
— Te lo digo porque me preocupo.
— Solo estoy atrasado en unas materias y no dormí bien. ¿Y vos?
— Y acá ando. Aburrida. No hay mucho qué hacer sin los quilombos de Val.
— Me imagino.
— Bueno, yo me tengo que ir a bañar. Si querés algo, servite.
— Dale, gracias."
— Sí, no tengo problema en llevarte Zoe. — sacó las llaves del auto— Vamos.
Me despedí de Val y caminé junto a su novio hasta el auto.
— ¿Te pasa algo? — me preguntó una vez dentro.
— No, ¿por?— ni lo miré.
— No, por nada.— suspira— Bueno, en realidad, sí. Me estuviste evitando toda la noche.
Me hice la tonta.
— Contame, somos amigos.
— Exacto, somos amigos.
Silencio.
— ¿Y?
— ¿Qué?
— ¿Qué te pasa?
— Nada.
— Dale, Zoe.
Miré la ventanilla, el vidrio estaba lleno de gotas de lluvia. Estaba oscuro y podía ver las luces borrosas de los autos.
— Lo que te pasa tiene algo que ver por lo...
— Te dije que no me pasa nada.
— No me mientas, te conozco.— no le contesté— Tiene que ver con lo de la otra vez. Sos exagerada.
— Sí, soy exagerada y además una trola.
— No sos una trola. Fue mi culpa. No tenes nada de qué preocuparte.
— ¿Que no tengo de qué preocuparme? — esta vez sí lo miré— No puedo mirar a Valeria a los ojos sin que se me forme un nudo en la garganta. Me siento una trola. Decime, ¿qué clase de persona soy? Traicioné a mi mejor amiga justo por la espalda. Cuando estaba de viaje. Soy de lo peor.
— ¿Entonces eso a mí en qué me convierte? Zoe tenés que entender que ninguno de los dos es una mala persona. Cedimos nada más.
— Fue un error.
— ¿De verdad pensas eso?
— Sí. ¿Vos qué sentís? ¿No te parte la cabeza verla y pensar que la engañaste?
— No fue para tanto Zoe. Fue un beso nada más.
— Gracias a Dios que solo fue un beso— lo fulminé con la mirada— Como si fuera poco.
Un mes atrás
" — Ya es tarde, podés quedarte si querés.
— Gracias, Zoe. La verdad que no tenía ganas de volverme.
— Ya sé, la pasas tan bien conmigo.— dijo ella sarcástica.
— Obvio. Entre tus comentarios sarcásticos y tu honestidad. La paso de diez.
Ambos rieron.
Zoe fue a traer el colchón demás que guardaba, sábanas y una almohada. Él la miraba mientras se iba. La miraba atentamente, cada movimiento que hacía.
Si no actuaba ahora se iba a arrepentir. Y ya había esperado mucho tiempo para arrepentirse. Jamás había estado tan cerca como ahora. Ella estaba con él. Los dos. Solos. Nadie más.
Pero no podía. Siempre aparecía Valeria en su mente. Lo culpable que se sentiría después. No podía. Pero quería. Lo deseaba desde hace mucho. Lo necesitaba. La necesitaba.
— Bueno, ya podés dormir.— dijo ella tirándole la almohada para sacarlo de su trance.
— No, para. Quédate un rato, todavía no tengo sueño.
— Okey, ¿querés ver algo en la tele?
— No, mejor juguemos algo. ¿Tenés el Twister?
— Cuánta energía. Pero no, no lo tengo.
Terminaron jugando a piedra, papel o tijera y otros juegos infantiles. Cuando por fin se cansaron, encendieron la televisión. Miraron una película sentados en el sillón. Ella tenía las piernas estiradas sobre el regazo de él. Quien empezó a hacerle cosquillas.
Zoe gritaba entre risas que parara. Él aprovechó para acercarse lo suficiente y quedar cara a cara.
— Diego ¿qué...?
No la dejó terminar y la besó. Había esperado tanto para hacerlo. No podía creer lo bien que se sentía. Sus labios eran suaves y seguían el compás de los suyos lentamente.
Pensó que lo haría alejarse enseguida pero no fue así. Es más, le siguió el beso."
— Uno no elige de quién se enamora.
— ¿Qué querés decir?
— Nada, nada. Es mejor dejar todo así, no la compliquemos más.
— Diego, ¿vos estás enamorado...?
— Llegamos.— me interrumpió— No la compliquemos más, Zoe.
Suspiré.
— Sí, tenés razón. Chau.
Me fui. Me fui sin mirar atrás y no porque temía que me estuviera mirando. Yo sabía que él me estaba mirando. No quería mirar atrás porque si me encontraba con sus ojos cedería de nuevo. Y no puedo hacerlo.
No puedo hacerle eso a Valeria.
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Historias Cortas
Short StoryHistorias y cuentos de todo tipo que salen de mi mente. Disfruten. Namasté 🙏