Décimo Capítulo

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El camino al pent-house de Thomas fue bastante rápido, o así lo sentí yo por mis ansias por llegar ya.

Thomás nos dirigió enseguida a uno de los dos cuartos que nadie ocupaba. Senté a Suzie sobre la cama con sumo cuidado, sacándole luego la cacheta que antes le había pasado para que se cubriera. Realmente no estaba en todo su sano juicio, por lo que le dije que le ayudaría a tomar un baño y luego a lo demás de vestirse y eso.

Estuvimos un largo rato en la bañera, y por lo visto, la ducha le estaba viniendo bien. Ella necesitaba relajarse después de la, seguro, terrible noche que el imbécil de Dean le hizo pasar.

Al terminar con la ducha, sólo bastó el secar su cuerpo bien y, como ya le había escogido algo liviano para que vistiera de la nueva ropa que Thomás y Caitlin había escogido y comprado para mí, en unos cuantos minutos ya estaba vestida y con un semblante mucho más mejorado, lo cual sin duda me alivió un poco.

Sentía un cariño especial por ella, de verdad, era mi única amiga y habíamos, durante estos años de conocidas, pasado muchas cosas juntas, tanto buenas como malas, y ella también siempre ha estado allí cuando yo he estado mal. Suzie sabe cosas de mi vida que nadie sabe, ella ha sido sin duda una compañera fiel desde el tiempo en que llevamos de amigas.

Su cabello había quedado bastante dócil, por lo que mis dedos pasaban entre ellos con facilidad mientras notaba como de a poco se relajaba profundamente. Su cabeza estaba sobre mis piernas, había notando como unas cuantas lágrimas habían vuelto a salir desde esos lindos ojos azules intensos. Le indiqué que descansara un momento, que eso le vendría bien.

Alcé la mirada levemente al escuchar el sonido de la puerta cerrarse, él estaba observándome profundamente mientras caminaba hacia nosotras todavía totalmente tenso como antes le había percibido.

—Se ve mucho mejor. —Murmuró con cuidado. Asentí despacio a sus palabras.

—Le ha hecho muy bien el baño. —Mascullé, mirando esta vez hacia abajo, a Suzie.

—He llamado al doctor de todos modos, y ya ha llegado. —Alcé la mirada e iba a decirle que no era necesario, pero en realidad creo que me quedaría mucho más tranquila si alguien la revisara y me dijera que ella estaba perfectamente bien, aparte de los aún moretones que, claramente, resaltaban de su tés suave y blanca.

Noté como él daba la media vuelta al tiempo que yo me dedicaba a molestar a Suzie en su descanso.

—Suzie... —Le moví un poco hasta que ella, con algo de pereza, abrió la mirada con cuidado, dio una pequeña mueca de dolor al hacerlo, notando como le dolía en esa zona. —Ha venido un doctor a examinarte, será algo rápido ¿sí? —Le dije antes de que ella pusiera cualquier contra, pero en vez de eso sólo me miró algo perdida y asintió a lo dicho. Se sentó correctamente a un lado de la cama junto a mí. —Estaré afuera por cualquier cosa que necesites, no me moveré de aquí. —Aclaré firme, esta vez ella asintió sin mirarme.

Nuevamente escuché el golpe de la puerta al abrirse, pero no al cerrarse esta vez. Levanté la mirada, encontrándome de nuevo con Thomás, luego cambié la mirada detrás de él, notando al chico que venía detrás y enseguida algo me llamó la atención en él. Su mirada, era como la de Caitlin y en un sentido muy similar a la de Thomas.

—Tómate tu tiempo, Charles. —Escuché decir a Thomás, y enseguida recordé lo que Caitlin me había dicho. El chico no tenía que ser otro más que su hermano.

Intercambiaron unas cuantas palabras entre ellos para luego darme cuenta yo solita, que estaba estorbando allí.

Le dediqué una sonrisa simple a Suzie antes de salir de allí, para luego encontrarme ya fuera con Thomás detrás de mí. Giré mi cuerpo lentamente, observándole.

Mía & Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora