El príncipe Tarteso

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Mis primeros recuerdos están llenos de pelos y de pieles suavecitas a mi alrededor. Algo húmedo y agradable recorre mi cabecita hasta lograr que me quede dormido. Creo que es mi mamá, porque le veo unas patitas parecidas a las mías y también bigotes. Mi mamá tiene un bigote precioso, incluso barbitas que me hacen cosquillas. El resto de pieles templadas y que me pisotean si hace falta para conseguir que ese bigote les acaricie creo que son mis hermanos. Hay muchos. Todos intentamos entender algo con la trufilla, porque apenas vemos nada. Ella nos moja a todos y todos nos revolvemos y buscamos el alimento que nos hace sentir tan, pero tan bien... A veces no puedo más de gusto y abro la boca y sale de ella un ruido que me deja un poco sorprendido pero que me hace sentir bien. Mi madre me pega otro lametazo. Le gusta que haga ese ruidito.

Resulta que he nacido en Carmona, con mucha suerte, porque cuidan de nosotros un par de humanos que nos besan y achuchan a todos los hermanos.

A veces vienen y nos hacen miran a través de una cosa negra. Dicen que van a hacernos vídeos para enviar, por lo visto, a nuestros futuros amos.

Hoy mi mamá se ha ido; nos hemos quedado solos todos los hermanos. Antes de irse, nos ha chuperreteado a todos y nos ha dicho muy seria: Vivid con alegría; aprended a ser valientes y leales. Cuidad de vuestros futuros dueños. Los humanos que os acojan serán muy afortunados. Luego se ha despedido de cada uno de nosotros. Con la lengua en mi orejita, me ha susurrado: hasta siempre, mi príncipe Tarteso. 



Harrison BlogWhere stories live. Discover now