Encontró el encanto en una noche de verano, sedienta de asfalto y luces cansada del verde pasto,subió las escaleras con su quebranto y alimentó el pensamiento de este bartender barato.
Cada pisada dejaba una esencia en su rastro,
los ojos curiosos no tardaron en reconocer su blanco rasgo,
al llegar a la barra pidió un trago raro de esos que no se piden a diario.
Piel tersa, buena escotadura y collares de oros caros.
Al tercer trago ya había resucitado,
se acerca y pide una charla en una barra de pocos tratos,
le ofrezco una conversación melancólica de sucesos pasados
aceptando doy pie a que comience el espectáculo.
Al escucharme atentamente me arrastra de la barra como un niño malcriado,
removió mi pasado fundiendo el presente entre sus brazos
mordiendo mis labios secos de tragos y cigarros,
aquieto la melancolía barriendo el polvo de pensamientos abstractos,
al pasillo le sobraba espacio terminando los dos en un estrecho baño.
El espejo reflejo lo majestuoso único testigo de semejante acto,
irrumpiendo mis harapos sintiendo su pelo sedoso, largo.
Ese color era como castaño, ondulado en partes y en otras lacio.
Irremediablemente nos encontramos resollando sudorosos y exhaustos
peleando como dos animales por mantener el liderazgo
siguiente suceso de exceso libidor se terminaba la ocasión y cada uno por su lado,
me pide un cigarro y el numero de un hotel resoplando un cordel por el momento pasado,
se acomoda su atavío y abandonamos con alivio nuevo episodio vivido un gusto haberte conocido.
lc.