Habían ganado un premio de suma importancia para todo el grupo.
Todos estaban tan felices y entuciasmados, tanto, que decidieron organizar una fiesta en el hotel para poder festejarlo como para ellos era debido.Pero, las copas habían sobrepasado el nivel para el rubio de piel blanca, quien era sostenido delicadamente por el atractivo y bien vestido Jimin, que aún conservaba su estado consiente a pesar de haber bebido unas cuantas copas también.
—Hyung, ¡estás realmente ebrio!— exclamó mientras observaba cada detalle del rostro de Min YoonGi.
Él solo respondió con un quejido.
Con sus brazos rodeó el cuello de Jimin, acercándose más a él.
El de cabellos grises sonrió complacido ante la acción, mientras caminaba hacia su habitación, cuidando no despertar al mayor.
Con dificultad se introdujo en el lugar, no sin antes cerrar la puerta detrás de el.
—¿Dónde habrá dejado las llaves de su habitación, Suga Hyung?— pensó en voz alta mientras suspiraba con pesadez.
Se acercó a la gran cama a paso lento, mientras con determinación y cuidado colocaba a su acompañante sobre el suave colchón.
Se sentó junto a el soltando un suspiro de cansancio.
Involuntariamente, sus manos comenzaron a recorrer el blanco rostro de YoonGi con delicadeza.
Acarició sus labios mientras los miraba con deseo.
—¿Qué estás haciendo, Jimin?— se reprochó a si mismo mientras se ponía de pié.
Segundos después fué rodeado e interrumpido por unos brazos delgados, impidiendole seguir su camino.
—Quedate— la fría y firme voz de su Hyung lo estremeció, obligandolo a volver a la cama.
De la nada, el rubio comenzó a reir para después continuar ahogado en un llanto profundo.
Los ojos de Jimin se abrieron más de lo normal, mientras observaba y analizaba su situación, sin saber que tenía que hacer en ese momento.
Después de todo, YoonGi estaba dormido aún. Dormido, en un estado de ebriedad preocupante.
Pero sus confusos delirios aún estaban por comenzar.
—Deja de mirarme así y acercate, Jimine— en un movimiento rápido, sus rostros estaban uno frente al otro.
Su mano fría estaba en la mejilla del menor, quien observaba aún desconcertado y con un leve rubor en su rostro.
Los ojos oscuros del rubio se abrieron lentamente mientras que una sonrisa seductora y victoriosa se formaba en sus labios. Paseó su mirada por todo el rostro de Jimin.
—H-hyung— su voz quebrada hizo eco en los oidos de YoonGi —Y-Yo, lo lamento, debo irme— volvió a hablar.
Sus intentos por alejarse eran en vano al tener a la persona que siempre había deseado aferrado a él.