3. Viaje a Hogwarts

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Capítulo 3: Viaje a Hogwarts.

El 1 de Septiembre llegó más lento de lo que Maggie hubiese esperado, pero tampoco podía decir que estos días con su padre le habían parecido desagradables ya que estaría mintiendo.

Al principio su relación fue totalmente horrible y parecía que iba de mal en peor. Pero con el tiempo su relación mejoró y de un momento a otro se convirtieron en una especie de familia algo extraña, nunca Severus le decía 'hija' ni Maggie le decía 'papá' pero se trataban como tal.

En estas últimas semanas Maggie aprendió muchas cosas sobre el mundo mágico al que ahora pertenecía (o del que ahora estaba consciente de pertenecer), es más, aprendió muchísimas cosas que no le enseñaban en ningún libro.

Como de que se trataban las cuatro casas de Hogwarts; Gryffindor, Hufflepuff, Slytherin y Ravenclaw. O una explicación detallada sobre la profesión que ejercía su padre en Hogwarts, Pociones. Esta materia ya de primera mano sabía que tendría que darle batalla.

Descubrió que le gustaban mucho las historias de Gilderoy Lockhart, y aunque se le hacía muy molesto lo egocéntrico que era, admitía que era un mago muy valiente.

También pudo escuchar a través de una radio mágica un partido de Quidditch, cada vez estaba más emocionada por ver uno, aunque la idea de volar muy alto aún la mareaba.

Luego descubrió que quizá en Hogwarts podrían tratarla mal, si bien por que su padre era el profesor más odiado por la gran mayoría, o por que por sus venas corría sangre mestiza, ya que si bien sus padres eran magos, su abuelo no lo había sido.

Y por último, uno de sus hallazgos más recientes era que las fotografías se movían...¡Era algo extraordinario!

Precisamente ese día, el 1 de Septiembre, el mismo día que se marcharía a Hogwarts, su padre le había regalado una cámara fotográfica, que obviamente era mágica. Todo la mañana y el recorrido hasta la estación de trenes King's Cross Margareth se la pasó sacando fotos a todo lo que se le cruzaba, fascinada por el movimiento de las fotografías.

A su lado, Severus empujaba un carrito con sus cuatro maletas, dos de la niña y dos de él. También se encontraba la jaula de la lechuza, que ululaba causando curiosidad y desconcierto entre los muggles a su alrededor.

— ¡Mamá, quiero ese pájaro que tienen en la jaula! —alcanzó a escuchar Maggie que le decía un niño a su madre, tirando de su falda.

Su pequeño corazón se le estrujó al pensar que así podría haber sido ella con su madre, si la hubiera podido conocer. Aunque todavía tenía esa pequeña esperanza de que en algún lugar del mundo, ella siguiera con vida.

— ¿Qué pasa niña? —preguntó Severus, que había notado como la alegría y electricidad que reflejaba su hija se había evaporado en un instante.

Ambos se detuvieron, frente a frente. Snape se agachó para mirar directamente a los ojos de su hija, los cuales estaban vidriosos. La miró a Maggie como si pudiera leer su mente a través de sus ojos y luego la abrazó con fuerza.

— Ahora nos tenemos el uno al otro, ¿Sí?

Y esa frase, en definitiva, la reconfortó. Ya no estaría nunca más sola, ahora tenía a alguien más en su vida. Y eso era motivo para alegrarse.

Pasados unos segundos ambos siguieron caminando como si nada, hasta detenerse frente a una pared entre el andén nueve, y el andén diez. Maggie no entendía que hacían viendo una pared.

— ¿La pared te habla o qué? —se rió Maggie.

Severus gruño, como de costumbre hacía.

— No, tonta. Para entrar a la estación nueve y tres cuartos tienes que cruzar esa pared, cruzaremos juntos así no tendrás miedo.

Las Crónicas de Maggie Snape I: Visiones (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora