Sangre en mis manos

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— ¡ATENCIÓN! - dijo el general al mandato.

Saludan los soldados con la mano firme en la frente.

— Charlotte, te imaginas ir a las guerras como ellos. - dije mientras miraba por la ventana.

— Já, ¿nosotras? ¿las mujeres? No basta que nos traten como saco de mierda aún siendo alemanas, no me quiero imaginar cómo nos tratarían si fuésemos a la guerra - dió un sorbo a su taza de café. — Además, aunque se pudiera, eres muy chica para estar allí.

— Mentira, Petter tiene 15 años y está en entrenamiento. Mañana irá a cazar animales con Ancel. - cierro las cortinas.

— No creo que Evangelina esté a favor de tu decisión.

— No tiene porqué enterarse. Ya soy independiente.

— Tan independiente que te golpea - hace una media sonrisa y vuelve a dar un sorbo a su café.

La miro con desprecio.

— Ay, te lo tomas todo muy en serio. Se más inteligente, si la odiaras ya te hubieras escapado de tu casa.

— Estás loca, yo, yo no odio a mi madre - me señalo.

— ¿Ah no?. . . - me mira de pies a cabeza - ¿Por qué?

— Porque. . . - suena el timbre.

— Bueno, creo que es hora de ir a cocinar para los soldados - vamos en camino hacia la puerta.

— ¿Qué hacen ahí paradas? Muevanse - nos dijo Martha, la encargada de la cocina.

Martha, es una señora de 54 años, robusta de pelo corto rubio, es, como la jefa en cierto modo. A veces puede llegar a ser cruel, sin embargo en el fondo (muy en el fondo) es una persona que sabe escuchar y aconsejar. En su vida pasada tuvo un restaurante. Cerró debido a los bajos fondos.

Giro mi cabeza hacia la ventana.

Ahí afuera hay miles de almas muriendo por un pedazo de pan - pensé con remordimiento.

— ¡Herrmann! - me llamó Martha para que me apresurara.

— ¡Ya voy! - corro hacia ella.

— ¿Qué? ¿No sabes decir si señora?

— Eh sí señora.

— Recogete el cabello.

— Sí señora.

Llego al área de los hornos y me pongo el mandil y la redecilla.

El lugar está tan insalubre, que llega haber cucarachas arriba de los platos. Ni nosotros nos salvamos de las plagas. Hay hongos en las paredes y goteras que caen en nuestras cabezas. Espero irme pronto de aquí.

— Escuchen, no voy a repetirlo así que solo lo diré una vez. Habrá siete grupos de cinco personas, cada una hará algo distinto; el primero hará pan, el segundo irá al matadero por unas cuantas gallinas, las terceras irán por huevos, las cuartas por más trigo, las quintas cortaran verduras, las sextas limpiarán la cocina y por último las séptimas servirán la comida. Adalia, di los nombres.

Adalia, la chica mensajera. Es como la mano derecha de Martha solo que sin pechos y más joven, tiene 33 años y ya sabe hacer cosas que ni en mi segunda vida podría hacer. Solo sé que hace dos años atrás mató un oso con tan solo una rama y un tenedor. Si lo sé, suena a que es mentira, pero suena muy real cuando ella lo cuenta.

— Sí señora. ¡Primer grupo! Eichel, Braun, Amsel, Gärtner y Kaiser.

Por favor que no me toque matar a las gallinas - pensé con los dedos cruzados.

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⏰ Última actualización: May 29, 2017 ⏰

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