Todavía recuerdo aquella vez, sin duda fue la más linda de las torturas, aquella cascada de lava que derretía la mirada, aquella blanca primavera, que llena de desdichas el corazón, esa sonrisa a la que sucumbiría hasta el mismísimo Ártico, esos labios tan carnosos, dulces, suaves y tan apetitosos, como si fuera un plato prohibido, aquella voz de miel, que se pega al oído y no te quita esa sinfonía. ¿Y esa maravillosa cordillera? Me dejaste escalar sin reparos, ¡qué diablilla estás hecha! ¿Y esa figura maciza? Vasto paraje de fantasía, que asusta con el terrible destino de llegar a orbitarlo si me acerco demasiado, el riesgo provoca en mí intenso sentimiento, sólo de pensarlo me estremezco. ¡Oh Dafne! Joven ninfa celestial que brindome su llegada, con ese tacto tan suave, como si te fueras a desvanecer con el mero roce ¿Oyes eso flor del desierto? Son las campanas que hacen sonar los angelitos, manifestiestanme su odio al llevarte presa cautiva a mi lindo y hermoso castillo. Desde aquella fugaz noche, no hago más que escucharlas sin cesar ¡Oh Dafne! Dime, ¿qué crees tú que será? Esa noche...con tu carita de inocencia, como si fueras una niñita que no sabía lo que hacía, ¡qué adorable fuiste con tanta torpeza! Te dejaste guiar confiando en mi corazón, más no pude resistirme y acabé cometiendo un error fatal.