único

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Yoongi y Jimin se amaban de a ratos.

Cuando Yoongi no estaba demasiado ocupado escribiendo, editando, creando, por ejemplo.

Cuando Jimin no estaba practicando horas y horas en una sala de baile.

Cuando no había nadie.

Jimin era coqueto por naturaleza, y le gustaba acercarse al mayor como una presa que se sabe con todo a su favor, victoriosa, y decide tentar a su depredador. Esperaba a que Seokjin diera la iniciativa de salir todos juntos un día de descanso, y se excusaba con un par de mentiras blancas. Yoongi también se excusaba, y el peligris disfrutaba en secreto del regocijo que le causaba saber que aunque el más alto lo negara, recurría de forma consciente o inconsciente, a idear sus propias mentiras para quedarse a solas con él.

Entonces Jimin se pasearía por el departamento todo el día, como si fuesen desconocidos en aquel juego; vistiendo sólo su ropa interior y una holgada camisa, asomándose al estudio de Yoongi para avisarle que estaba lista la comida, usando su mejor voz infantil, jugando con la comida entre sus labios, meneando las caderas.

Oh, porque sabía perfectamente lo mucho que a su hyung le gustaba la forma de su cuerpo. Se lo había susurrado, la vez en que lo había tomado contra la barra de la cocina, mientras apretaba sus nalgas hasta dejar las sombras de sus manos. Que le volvía loco la manera en que su cintura estrecha se deformaba hacia abajo en unas caderas anchas y rellenas, que una vista de sus muslos bastaba para endurecerlo.

Era un secreto que los excitaba. Los arrastraba y los sometía a su merced. Se sentían cómplices, como niños que juegan a algo prohibido a espaldas de sus madres, como amantes al borde del abismo. Pero perdían la cabeza el uno por el otro, y se lo hacían saber en pequeños gestos. Gestos que nadie notaba, y si lo hacían parecían normales a sus ojos. Miradas cargadas de deseo, abrazos rápidos, roces fugaces, suspiros inaudibles, besos robados.

La atracción a veces era tan intensa que se volvía un suplicio controlarla.

A veces Yoongi interceptaría a Jimin en un foro de televisión mientras grabaran un programa de variedades, metiéndolo sin explicaciones al armario de limpieza o a un camerino vacío, y sin palabras previas le bajaría los pantalones y la ropa interior, y se hundiría profundamente en él.

Otras tantas sería Jimin quien buscaría a Yoongi. A veces de forma seductora, de vez en cuando simplemente le rogaría que lo hiciese suyo cuando el dolor en su pecho se volviera insoportable. Y entonces lloraría en sus brazos y el pelinegro se encargaría de amarlo con ternura y cuidado, curando sus heridas con besos y murmullos que a nadie había dicho nunca.

Eran un huracán y una sequía. Una ilusión perdida, una promesa sin palabras. Una enfermedad que esperaba el momento correcto para empezar a doler. Para matar.

Y no supieron cuándo, ni cómo, pero Jimin empezó a morir un poco cuando Yoongi se iba largas noches sin dar explicaciones. Y Yoongi comenzó a cultivar una rabia inhumana cuando Jimin se dejaba tocar por sus amigos, cuando en las fiestas de las premiaciones se desaparecía varios minutos del brazo de otro y batía sus pestañas para otras miradas. Y aún siendo un grupo unido sabían perfectamente que cada uno necesitaba su privacidad, así que nadie cuestionaba. Ni siquiera ellos. Porque no tenían derecho. Ellos podían ser muchas cosas, pero...

—No es nada personal, Jimin —y lo embistió.

El peligris se decía que estaba bien, que tenía razón. No era nada personal. No tenía qué serlo. Ellos tenían sexo y les gustaba, eso era todo.

Jimin no necesitaba que el mayor lo abrazara por las noches, Yoongi no deseaba las manos de Jimin en su cabello.

No se habían enamorado.

Sólo se amaban de repente, cuando se acordaban, cuando la noche fría del invierno de Seúl los envolvía con el anhelo inquietante de saber que el corazón y el cuerpo exigen algo que no se les puede ser concedido.

Quizá sólo eran demasiado tontos.

Demasiado jóvenes, demasiado despistados.

Pero no era nada personal.

*

*

*

Debería estar escribiendo Ballerino:v pero mi mamá estaba viendo la novela y escuché esta canción y se me pegó por completo, la amo, y a Ximena Sariñana. Y esto surgió. 

nada personal | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora