Capítulo 2 | El Galdroid.

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—¡Dentenlo, Zelig!
—exigió Zelda tratando de ocultarse del monstruo que acaba da crear.

Los dos únicos hombres trataron pero la fuerza de él era más destructiva. Zelda al ver que no podían con esa máquina, se aseguró de estar cerca del botón de emergencia. Sigilosamente se movía hacia la derecha, y cuando llegó lo apretó; haciendo que la alarma empezara a sonar por todo el edificio.

—¡Todos al mismo tiempo!
—gritó Zelda en medio de la alarma de emergencia.

Olympia buscó en el laboratorio una DRK-25, un arma tipo pistola para al menos detener por unos segundos esa máquina. Se podía ver que Zelda solo movía su cabeza diciendo "no" porque nadie más que ella sabía el verdadero daño que podía causar esa arma.

—Zelda...Zelda...
—era lo único que podía decir el Neo convertido en una bestia de metal.

Tenían que atraparlo a cuesta de cualquier cosa, eso incluía si morían en el intento. Olympia  disparó el arma en dirección a Neo, causándole un agujero en uno de sus hombros. Un agujero que le tomó solamente cinco segundos cerrarse y hacer como que nada había sucedido. Neo se dirigió con furia hacia ella, tirándola de un solo golpe en contra de la pared y provocándole un leve sangrado en su cabeza.

—Neo, no por favor.
—suplicaba Olympia con lágrimas en sus mejillas.

—¡Él no es Neo! ¡Dejó de serlo, Olympia!
—gritó con enojo dirigiéndose hacia su amiga, quien seguía sangrando de la cabeza.

Por segunda vez intentaron atraparlo pero fue en vano. Intentaron no dejarlo escapar pero la fuerza que tenía éste era increíble y lo hizo. Rompió uno de los grandes ventanales que cubría el edificio y sin importarle, cayó desde el quinto piso sin ningún golpe o rasguño. La alarma dejó de sonar gracias a Eryx, quien la apagó después de todo el desastre.

Por otra parte estaba Rea, quien no despertaba para nada y eso preocupaba especialmente a Zelda porque ella aseguraba que todo saldría bien y sin embargo no fue así. Todos en un solo grupo salieron del laboratorio sin decir palabra, seguían abrumados por el reciente suceso. Se dirigieron al ascensor y cada quien a su labor.

—¿Te encuentras bien, Zelda?
—preguntó preocupada Nixie quien caminaba a lado de su hermana.

Zelda simplemente hizo una leve sonrisa y fijó su mirada al frente. Mientras seguían caminando, los demás la miraban y agachaban sus miradas. Ella era consciente de ello y trató de no mostrar ninguna emoción que la delatara. Por otro lado, su hermana la seguía unos cuantos pasos atrás, ella entendía perfectamente lo que estaba pasando por la mente de su hermana mayor y era mejor no preguntar hasta el momento indicado. Una vez estando en la oficina de Zelda, ella dejó que su hermana menor pasara primero para después entrar ella y cerrar con llave para que nadie más las molestara.

—Zelda...
—habló de nuevo Nixie, siguiendo con la mirada cada movimiento que su hermana hacía.

—¡¿Qué, Nix?! ¡¿Qué?!
—contestó gritando hacia ella, lo cual le produjo un pequeño susto.

Con los nervios presente y dudando si hablar o no, al final dijo:—No estás para nada bien.

—¡¿Tú crees que no lo sé?! ¿Crees que no sé el gran fracaso que he hecho el día de hoy? ¿Crees que no sé que he creado una bestia metálica? ¡¿Crees que no lo sé?! ¡Dímelo, Nix!
—golpeó a puño cerrado su escritorio, su enojo era completamente notorio en ese momento y no le importaba si su hermana la miraba mal.

Las dos se quedaron calladas, no era adecuado hablar en un momento como ese. Zelda solo ignoró la presencia de su hermana y se dirigió a su silla para quedar a espaldas de ella. Nixie se sentó en uno de los sofás que estaba en la oficina, las dos en completo silencio. Se le podía escuchar a Zelda llorando, tratando de no hacer ruido con su llanto. Su hermana no decía nada, sabía que tenía que dejarla desahogarse y esa era la mejor forma.

—Se supone que todo iba a ser un éxito, Nix. Yo...fracasé, no pude hacer nada al ver a Neo de esa forma.
—comentó Zelda llorando aún a espaldas de ella.

—Tranquila, Zelda. Es normal en situaciones como esas. No cargues con todo tu sola.
—replicó Nixie con dulzura, tratando de no lastimar a su hermana.

—Lo peor de esto es que no sé cómo se llama ese tipo de Humanoide. Todo fue un fracaso.
—siguió hablando, ignorando las palabras de Nixie.

Su hermana no respondió y cuando Zelda volteó, vio a Nixie parada haciendo el saludo y dijo:—Nix, ¿qué pasa?

—¡Investigaré a fondo para descubrir esa especie de Humanoide y contribuir en su experimento, Ingeniero!
—hizo un perfecto saludo hacia su hermana y salió de la oficina.

Zelda al verla, no pudo evitar emocionarse y empezó a llorar aún más.

4 hrs después del experimento.

—Las recientes noticas del momento: una extraña criatura ha sido vista hoy cerca del gran muro de Tokio, los testigos aseguran que era una criatura de aspecto robótico corriendo hasta llegar a la pequeña provincia de Toyoshima. Pedimos a los habitantes tener precaución ante tal presencia.

Zelda al escuchar tal noticia, y por no seguir escuchándola, apagó la pantalla. No quería recordar el acontecimiento que fue resultado de un desastre. Volvió a su escritorio para revisar si tenía algún pendiente y la verdad no lo tenía. Todo el trabajo lo había hecho un día antes del experimento y ahora no había mucho que hacer. Resignada por estar haciendo algo, se levanto de su silla y se posicionó frente al gran ventanal que tenía su oficina; una gran paisaje se podía ver desde esa posición. Se podía ver a lo lejos la torre de Tokio y a su alrededor las ruinas que quedaron después de la gran guerra.

—¿Zelda? ¿Puedo pasar?
—tocó la puerta dos veces su hermana menor.

—Claro, Nix, adelante.
—respondió ésta sin un indicio de voltearla a ver.

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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