CAPITULO 2

5 0 0
                                    

Un nuevo día, el mismo sonido y un sobresalto. Por fin domingo y despedida con mis amigas de la infancia.

Los nervios comenzaron a apoderarse de mí, estaba a días de dar el Sí más importante de mi vida, y comencé a caer en una especie de realidad oscura, como si todo lo malo que pudiera suceder en un matrimonio venía a mi mente. Intente quitar de mi cabeza eso que empezaba a hacer ruido y desconcertarme, pero a la ves esa voz me volvía diciendo, ¿Por qué no pensar en los contras? Y si, era verdad, ¿Por qué sólo creer que todo sería color de rosas?, ¿Por qué no ser un poco realista?, ¿Quién tiene un matrimonio perfecto?, ¿Existe? No podía dejar de pensar en eso. ¿Y será que seguiremos llevándonos igual después de que nos casemos?, Y si aumento de peso y me pongo fea con los hijos, ¿Seguirá amándome?, ¿Y si comienza a engañarme? ¿Cómo reaccionaré? Tal vez no es la persona que dice ser o que creo que es. Parecía loca, yo me hablaba, me preguntaba y me respondía. Creo que tendré que averiguarlo en el camino, a fin de cuentas, nunca terminamos de conocer a las personas y si comenzamos a pensar en lo malo nunca vamos a vivir.

Sin proponérmelo había silenciado a esa vos. Me alegre y me dije un tanto asombrada - tal vez ya no me cueste tanto paralizar los dardos y lo haga por instinto.

Había sido tan fácil. Así que un sentimiento de satisfacción transformó mi rostro, levanté mis hombros respiré profundo y seguí.

Para sorprenderme habían alquilado una sección de mi restauran preferido, lo habían adornado tan perfecto, las flores, las velas, unas mini cajitas de regalo, todas iguales haciendo juego con los manteles, los colores, me llenaron el alma y brotaron en mis ojos lágrimas de felicidad, no me pude contener.

Ver su esfuerzo en preparar algo que me gustara, su tiempo, su dinero, ver que se pusieron de acuerdo realmente no podía pedir nada más. Estaban todas las que debían estar. Esa tarde la pasamos genial, nos reímos, recordamos viejas anécdotas, recordamos nuestra etapa de la adolescencia cuando odiábamos a nuestros padres y planeábamos cada día como independizarnos y hacíamos cuentas ficticias de cómo mantenernos, realmente no hubiéramos durado ni una semana lejos de mamá y papá.

Recordamos la etapa de los novios cuando éramos capaces de hacer lo que fuera para satisfacerlos sin importar lo que nosotras queríamos o sintiéramos. Cuando por tener la aprobación de los demás comenzamos a fumar o pintamos nuestro pelo de todos los colores.

Cuantas cosas cambiaron hoy. Que tiempos, que melancolía recordar y ponernos felices por lo que disfrutamos y a la ves un tanto tristes por lo que ya no tenemos, éramos tan felices.

Al terminar el día en mi dormitorio recordé mi guerra e hice un análisis. Sé que el objetivo de quien nos lanza los dardos es producir en nosotros ciertas acciones que a la larga o a la corta vayan haciéndonos títeres sin vida, infelices, sin emociones, sin sentimientos, sin sueños.

Me di cuenta que había pasado en un solo día por tantas emisiones y sentimientos, nervios, miedo, desconfianza, celos, baja autoestima, desconsuelo, tristeza, asombro, confianza, poder, felicidad, gratitud, alegría, vergüenza.

Sin dudas que cada sentimiento produjo una acción o dejó una semilla en mí, debía procurar que esas semillas o acciones no fueran destructivas, pero en balance el día había sido medianamente bueno, una buena batalla la de hoy.

¿DARDOS EN LA MENTE?Where stories live. Discover now