las cicatrices

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Hades

No sé en qué momento comenzó todo, después de ser traicionada por quién más amaba, me dispuse a solo existir en mi mundo, El inframundo.

Esa pequeña parte del infinito que era mía y que nadie se atrevía a visitar, no porque no quiciera, pero era la fama de mala persona, egoísta y sádico que mis hermanos habían esparcido por ahí,ellos hacían que todo el mundo los amara y les tratara cómo dioses (y lo eran) pero no debían haberlo echo de tal forma, a mí solamente me seguía el odio y todas las malas decisiones de la gente, yo no amaba castigar y torturar a las personas, no me fascina ver el sufrimiento ajeno, pero era mi trabajo y mi maldición juzgar y sentenciar a todo a aquel que así lo mereciera, a través de los años me fui haciendo más fría y más oscura, conocer a detalle los crímenes y cosas aberrantes que podría hacer la gente por solo un poco de dinero o "poder" era absurdo,y así caso tras caso, siglo tras siglo, empezó a surgir esa persona despiadada y fría de la que tanto hablaban mis hermanos, y cada generación nos llamaba de formas diferentes, mi nombre real nadie lo conocía, fui Hades y el rey del inframundo, fui el diablo y el rey del infierno, ahora era el villano y antihéroe, ver al mundo crecer era para mí un deleite, cada día sacaban tonterías nuevas y su odio incremento al igual que su avaricia, cada 3 años desde 1990 subía a la tierra, miraba los prados y las montañas, una en particular que se encontraba en lo que ahora llaman Islandia o algo así, era tranquila me encantaba ir, sentir el frío, despegarme de todo lo malo del inframundo por un rato y descansar de la maldad humana.

No soy tonta sabía que la gente me admiraba, era una belleza poco vista entre los humanos, hace un par de siglos descubrí el sexo y lo relajante que era, una chica me lo intercambio por su libertad, a mí no me importaba en lo más mínimo, pero aún así lo probé y fue maravilloso, me enamore como loca de ella, y después intentó matarme, a mí la invencible e inmortal.

Cómo castigó por su traición la envie al tártaro, y volví a jurar ¡No sufrir más!,

Aún visitaba el mundo y mi refugio en Islandia, me encantaba las nuevas tecnologías, las redes y el conocimiento, amaba el café y el sexo casual, esa era mi existencia ahora, mientras mis hermanos seguían odiandome, y queriendo matarme, mi poder iba en aumento y eso podía sentirlo en las alas (de donde creen que los Ángeles sacaron la idea) todo iba perfecto, en su sitio, hasta que ella apareció...

Proserpina

Quiciera iniciar diciendo que no fue casualidad que mi madre me tuviera, mi padre le escogió como suya y me tuvo a mi, otra más de sus hijos regados por el mundo, a diferencia de lo que se decía a través de los siglos, si podíamos ver a nuestros padres, podíamos caminar con los mortales, podíamos darles alegrías y rabietas solo por quererlo, yo amaba las almas perdidas, el nombre que usaba mi madre conmigo era mi preferido, por ello solo ella y yo lo sabíamos, nunca nadie podría llamarme de esa forma si no era especial, ella había dicho eso hacía muchos siglos, los primeros yo era feliz, solo había amor y bondad en el mundo (eso creí), siempre quise conocer a toda la familia, ser normal e ir todos a comer en la misma mesa o algo así, pero jamás lo conseguí, no puedes ser normal cuando tu padre es el ser más poderoso del Olimpo, tus tíos tienen obligaciones celestiales y tú solo otro más de sus peones para conseguir el amor de ellos.

Atravesar las épocas humanas fue épico, por unas cuantas, las guerras eran cada vez más sangrientas, y los mortales iban devastando todo aquello que yo pudiera curar, también hubieron cosas buenas, y cada día sacaban tonterías nuevas, a últimos siglos me gustaba Europa a pesar de todo, había lugares tranquilos dónde pasar el rato, tomar un café, y obtener una vida nueva cada ciertas décadas.

Mi madre era buena, solo que el le había cambiado la mente, el se decía bueno, piadoso, y amable con los mortales, a veces le creía, pero nunca nos confesó ciertamente como había conseguido el amor de los mortales, como había derrotado a su padre o porque no podíamos ni ver, ni hacer mención de los "3 grandes", hombres y sus cosas pensaba, pero a veces le escuchaba hablar con mi tío Poseidón.

-¿Y como ha resultado hermano?, ¿la mortal ya lo mato?- decía el con un poco de nerviosismo en su boca

-No, ella la sedujo y le conquistó, pero hubo un problema Zeus, pero no te preocupes lo solucionaremos, lo juró...-

-Déjate de rodeos Poseidón, ¿qué demonios pasó?-

-Ella la enamoró también, dice que no quiere hacerle daño, la pobre inútil se enamoró de Hades- ¿Hades? ¿inútil?

No podía oír más, la cabeza me dolía, sabía por los mortales que Hades era el nombre de mi otro tío, el más temido e impronunciable para el, teníamos prohibido siquiera pensarle, no sé qué pasó en la gran batalla, solo sabía que mi tío era malo y despiadado, se había apoderado del inframundo para ganarle a mi padre y quedarse con el Olimpo, los mares y el sus dominios actuales, mis tíos le habían quitado sus poderes y su fuerza, decían que jamás volvería a enfrentarlos, pero después de esa plática no sabía que pensar, o sentir.

Yo era de sus favoritas, por una simple y sencilla razón, tenía el poder de alegrar a la gente, de hacerla creer en lo que yo quiciera, les quitaba miedo o se los implantaba, fue divertido, pero quería vivir, y es por eso que fui al mundo mortal, según mi padre yo hacia su voluntad e invitaba a la gente a creer, pero sinceramente hacia mucho que no lo hacía, estudié muchas cosas, arte era mi favorita, cuándo tomas clases de Picasso o Van Gogh es inevitable no enamorarse.
Esa era mi vida ahora, pero había algo que me faltaba, algo que no me hacía sentir al 100% completa, a pesar de ser muy atractiva para los mortales nunca me enamore por completo de uno, nadie me hizo perder razón, llegado a una cantidad considerable de desepciones deje de intentarlo y decidí no enamorarme.

Desde hacía años que siempre llegaba al mismo lugar con una sola corazonada,no sabía que era pero algo muy fuerte que me impulsaba a ese café en las montañas frías de Islandia, hermoso sin duda, pero no tanto como la mujer que entró robando suspiros de todos ahí, incluso el mío...

Hades y Proserpina (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora