El rey de los osos polares y su oscuro secreto

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El rey de los osos polares vivía entre los témpanos de hielo en lo profundo del frio del país del norte. Era viejo, enorme y muy sabio, su cuerpo estaba totalmente cubierto de pelo largo y blanco que relucía como plata bajo el sol de medianoche, sus garras eran fuertes y afiladas, para poder caminar sobre el hielo o capturar y desgarrar los peces y focas que le servían de alimento. Las focas le tenían miedo, pero las gaviotas, las blancas y las grises, lo amaban porque dejaba los restos de sus festines para ellas. A menudo sus súbditos, los osos polares, acudían a él para pedirle consejos cuando estaban enfermos o en problemas, pero se mantenían lejos de sus terrenos de caza para no despertar su ira. Los lobos, que en ocasiones llegaban hasta los témpanos de hielo del norte, susurraban entre sí que el rey de los osos polares era un mago. Y es que ninguna cosa terrenal parecía capaz de dañarlo, nunca le faltaba comida y se ponía cada día más grande y más fuerte, sin embargo llego el momento donde al monarca del norte le fallo su sabiduría. Salió de su cueva entre los témpanos de hielo un día y vio un barco que se movía a través de la franja de agua que estaba cubierta por los desplazamientos del hielo del verano. En el barco había hombres. El gran oso avanzo olfateando el olor tan familiar con creciente curiosidad. Cuando el rey se acercó a la orilla del agua, un hombre se puso de pie en el barco y con un instrumento extraño hizo un disparo. El oso polar sintió un fuerte impacto, su cerebro se volvió insensible, sus pensamientos lo abandonaron, sus grandes extremidades temblaron y cedieron y su cuerpo cayó pesadamente sobre el duro hielo. Esto fue todo lo que recordó en un tiempo. Cuando despertó, le dolía cada centímetro se su masa enorme, porque los hombres habían cortado su piel, con su glorioso pelo blanco, y se la habían llevado a un barco lejano. Por encima de él volaban miles de sus amigas, las gaviotas, que se preguntaban si su benefactor estaba realmente muerto y si sería prudente comérselo. Pero cuando lo vieron levantar la cabeza, gemir y temblar, se dieron cuenta de que estaba vivo, y una de ellas le dijo a sus compañeras:

─Los lobos tenían razón. El rey es un gran mago, porque ni siquiera los hombres pueden matarlo. Pero sufre mucho por la falta de piel. Vamos a retribuirle su bondad para que nosotras dándole tantas plumas como podamos.

Una tras otra fueron arracandose con el pico las plumas más suaves debajo de sus alas y la dejaron caer suavemente sobre su cuerpo. Le dijeron en coro:

─Nuestras plumas son tan suaves y hermosas como tu pelaje. Te protegerán de los vientos fríos y te calentaran cuando duermas.

Cuando la luna apareció y el rey se encontraba totalmente cubierto por las plumas, la luz de las estrellas revelaron la magia que asistía en ellas, las plumas habían quedado como una manta que cubría el cuerpo del depredador. Pero la gran fiera disminuyo su tamaño y después de ser un gigante bulto bajo las plumas, ahora parecía un pequeño e indefenso cuerpo, el ser se puso de pie dando a conocer su figura humana, las plumas lo arropaban mientras las gaviotas asombradas estaban. La luz de la noche iluminaba su rostro la cual contenía una cicatriz que iba de su mejilla hasta su barbilla. La piel que le habían arrancado era el instrumento que lo hacía tomar la forma de oso polar, hace mucho tiempo que había sido castigado por el mayor de los brujos quien lo culpaba por no acaparar las reglas y por haber iniciado una gran guerra, el castigo consistía en que portaría la piel, y se convertiría en el animal hasta que alguien se la arrancara y esta persona tomaría su lugar, tuvieron que pasar una gran variedad de años, tantos que él fue olvidando poco a poco su origen quedando consumido en la mentalidad de aquel animal, pronto recordó todo poco a poco. Camino descalzo por el hielo, las gaviotas le seguían quieran saber a dónde se dirigía, de sus manos salieron hilos delgados que se ataron al cuello de las aves, eran tantas que lograron elevarlo sin problema alguno, lo llevaron hasta el pueblo más cercano. Su objetivo era encontrar al nuevo ser humano que había robado su piel. Caminaba por las calles con un silencio absurdo, vio un brillo deslumbrante que provenía de una casa, le siguieron gritos fuertes y pronto corrió a mirar por la ventana, un oso polar blanco se hallaba dentro, miro al cielo en busca de la gaviotas, esperaban sus órdenes, el mago señalo al gran oso y les dijo:

─Llévenlo a ocupar mi trono, él se encargara de pagarles todo lo que han hecho por mí, prometo festines de lo que apetezcan degustar.

Un grupo de gaviotas guió al nuevo rey al país del norte el cual habitaría el témpano de hielo que se le había indicado mientras todas las demás se ponían al servicio del mago, este lanzo de nuevo los hilos a las gaviotas, ellas lo llevarían lejos, a donde él quisiera, harían lo que él les pidiera a cambio de que el las protegiera, el gran mago era invencible, el mago se cubrió de nuevo con el manto el cual era el símbolo de la unidad con las gaviotas, ellas desprendieron el vuelo, y de nuevo se encontraba volando por los cielos.

FIN

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