Un par de palabras

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"Se ríe de las cicatrices quien nunca ha sentido una herida"

William Shakespeare


Un par de palabras

Muchos sienten la melancolía llegar en la noche. He visto en lo que llevo de vida cientos de películas donde se sientan en el descanso de la ventana mirando hacia el exterior. A veces les acompañan la luna -llena o menguante, como al director le pareciera más adecuado- con el cielo salpicado con un puñado de estrellas. En otras ocasiones llueve fuera, pequeños ríos que desembocan al final del vidrio haciendo factible el ver su propio reflejo que no es del todo agradable. En ocasiones también es acompañada la escena con audífonos y una canción acorde que hacen que tu corazón se transforme en un puño porque sientes esa tristeza traspasar la pantalla y llegar hasta ti. Hay veces en las que me he encontrado hablándole al personaje, alentándole o recordándole con molestia que lo que le está pasando es solo la consecuencia de sus actos.

Nada de eso es lo que me acompaña, por supuesto, pero tampoco me aleja de ser un cliché. No tengo un descanso lleno de almohadas en la ventana, -algo que siempre me ha gustado, al punto de convencerme en la infancia que, de tener mi casa, este no iba a faltar- pero mi cama me entrega el espacio que necesito para poder estar dando miradas intercaladas entre la pantalla apagada del móvil y el exterior.

Tampoco es de noche. De hecho, podría decir que es poco antes del crepúsculo.

Oh, y sí tengo música puesta. Es la misma canción que se ha repetido ya unas tres veces. He olvidado poner el aleatorio, pero no es ese el motivo de que la escuche más de una vez porque tampoco la tengo en repetición, es solo que cada una de ellas está acompañada de voces féminas diferentes. Nunca supe escoger entre ellas, lo cual desembocó en tenerlas todas.

Entonces me encuentro pensando en mí como un personaje de una novela o quizás el de una película. Es como si pudiera salirme de mi cuerpo y observarme desde el umbral con los brazos cruzados. Un destello de crítica pasa por mis ojos, pero me esfuerzo en ocultarlo. Después de todo nada saco con pensar en el "Y si...".

"El hubiera ya no existe", me digo con una sonrisa que mis propios músculos casi no notan porque he citado uno de los diálogos de una película.

Eso me recuerda...

Hace unos meses atrás escuché en la radio al locutor hablando sobre un niño con autismo, de un lugar que no recuerdo. Su padre se dio cuenta de que este respondía solamente si le hablaba con la voz del personaje de una de sus películas animadas favoritas y sus respuestas correspondían con el diálogo siguiente. Fue un gran descubrimiento. Imagino que se sintió emocionado y orgulloso porque pasó de no poder comunicarse con su propio hijo a poder saber qué pasaba o qué pensaba e incluso como se sentía.

Admito que me reí un poco luego de escucharlo: es ese un recurso que yo ocupo, que mi familia completa ocupa.

No creo que hoy exista alguien lo suficientemente cercano a mi o a mi familia para saber que es imposible que no exista al menos una conversación entre nosotros al día que no incluya la imitación de un personaje y una de sus frases célebres, sin importar si es de animación o con actores de carne y hueso.

Por supuesto que ahora más de alguien va a saberlo, se los acabo de contar.

¿Qué importancia tiene? Ah, sí.

Yo tengo autismo.

Es uno leve, por supuesto, tan leve que a veces olvido que me lo diagnosticaron hasta que me hace notar que tengo algo diferente a los demás.

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2022 ⏰

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