Teen Wolves [En Edición]

Time I: Body, mind & soul

Connor tenía seis años y los gemelos cinco cuando se dieron cuenta.

Connor tendía a abrazar más a Scar que a Alexander. El pequeño pelirrojo prefería darle el último de sus waffles a la niña antes que a Alex.

Connor acudía primero a ella cuando aprendía algo nuevo en la escuela. Scarlet siempre estaba primero en su lista antes que todos.

_

*
_

A Jezziel le gustaba ver a Ian hacer cuentas. La nariz del rubio se arrugaba ligeramente cuando se concentraba y tendía a pasar sus manos por su cabello.

Y cuando Jezziel estaba con él, era el menor el que se encargaba de pasar sus manos por su cabello, transmitiéndole una calma que sólo él podía otorgarle.

Cuando se enteró de que Ian salía con alguien, hizo muchas preguntas.

—¿Es bonita?

—Sí. Es bonita —Jezziel frunció el ceño—. No hagas eso.

—¿El qué? —murmuró mientras jugaba con el lápiz que traía en las manos al estar haciendo sus deberes de física.

—Estás celoso —Ian le quitó el lápiz y le obligó a mirarlo—. No tienes que estarlo.

—Y no lo estoy. Estoy feliz de que estés saliendo por fin con alguien. De verdad —lo estaba. No precisamente feliz, pero se sentía un tanto aliviado al saber que Ian no estaba solo.

—Jezziel... Sé que estás celoso. Hey, no cambiaría nuestro tiempo juntos por estar con ella. Tú siempre tendrás tu lugar, ¿vale?

—Vale —asintió el menor e Ian sonrió—. Ahora, ayúdame a terminar mis deberes.

_

*
_

Ian lo presentó ante su novia como el hijo de su amigo. Sin ningún título. No como su mejor amigo, no como la parte más importante de su vida, no como su nada.

—Me voy a casa. Fue un placer conocerte, Amara —Jezziel le sonrió a la guapa mujer morena, quien le devolvió la sonrisa. Se fue sin despedirse de Ian y cuando llegó a casa, no protestó al ver a Johnnie comiéndose la pizza que había guardado para comer con Ian esa noche.

_

*
_

—¿Estás bien, Jezzi? —el rubio le sonrió a su primo y asintió.

—Estoy bien, Jas. Sólo estoy algo cansado porque hoy entrenamos muy duro —Jasper lo abrazó con fuerza.

—Creo que necesitas un abrazo. Te quiero, Jezz.

—Y yo a ti, Jassie —Jezziel sintió la mirada de Ian sobre su nuca, él siempre sentía cuando Ian le observaba.

—¿Qué tienes? —le preguntó el rubio más grande.

—Nada. Estoy cansado, así que me voy a casa a dormir. Adiós

Ian le detuvo con la mano, empujándolo un poco hacia él.

—¿Por qué me evitas? —Jezziel no respondió—. No seas infantil, Jezziel. Respóndeme.

Jezziel aguantó las ganas de darle un puñetazo en toda la cara.

—Bueno, no querrás estar con alguien infantil, ¿no? Por eso mejor me voy —cuando intentó irse, de nuevo, Ian le detuvo una vez más.

—¿Esto es por cancelar la noche de pizza el otro día? —Preguntó incrédulo—. Pensé que eras más maduro, Dylan.

—Joder, Ian, no es por eso.

—No insultes, Dylan.

—Vete a la mierda —siseó. Ian apretó la mandíbula—. Y no me digas Dylan, sabes que lo odio.