Prologo

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La despedida

Mi respiración se aceleraba por momentos y luego bajaba de intensidad. Sentía mis pulmones fallando miserablemente. Mi corazón también dolía y no sabía si era porque la muerta lo estaba apretando con sus huesudas manos o por el dolor que me daba dejarlos tan pronto.

Había compartido una bella, pero corta vida con Harry, y James, mi pequeñito James, apenas unos minutos de su existencia. No me arrepentía en absoluto de esta decisión, no si era la garantía que James iba a vivir. Ver los destrozados rostros de mi familia era difícil, mamá no paraba de llorar y papá parecía más roto que antes, desde la partida de Fred.

¡Oh! Hermanito, pronto estaré contigo.

Pero Harry era lo que más me dolía, parecía tan roto, apoyando su frente en mi mano llorando. Mi mano se humedecía por sus lágrimas, y me repetía sobre la piel que no quería perderme, que ya suficiente había soportado al perder a todos aquellos que amaba, que yo era su familia y que no quería que muriera.

Harry estaba sufriendo, pero estaba segura que no lo comprendía aún. Yo no lo estaba abandonando, le estaba dando algo único e irremplazable: nuestro hijo. Él no lo sabía, no sabía que sería feliz sin mí, que James sería su mejor regalo, aquel que yo le estoy ofreciendo, que perderme valdrá la pena. Porque James lo vale. James vale todo para mí.

Suspiré al pensar que pudo haber sido de otra manera, que debí hacerle caso a Harry al rogarme que no saliera de la cama ya, que no bajara la infinidad de escalones de la mansión Black, actualmente Potter. No. No debí moverme. Mi enorme vientre no me dejaba ver por dónde iba y mi pie dio más allá que el siguiente escalón.

Caí de frente, golpeándome el vientre con fuerzas y cuando llegué al final de la escalera, no podía ni siquiera gritar por culpa del dolor. Mi vientre se había puesto completamente duro y sabía que había sangre resbalando de entre mis piernas. No pude hacer nada, no había elfos en la casa porque no me gustaba tenerlos, y no había manera de llamar alguien.

Mis fuerzas se agotaron, y para cuando volví a despertar, le hacían esa pregunta a Harry, haciéndolo elegir entre mi hijo y yo. No, no tuvo que elegir él, yo lo hice, porque sabía que me elegiría a mi sin pensar, y yo no podría vivir así. No hubiera soportado vivir sin mi hijo, la culpa no me dejaría, y más al saber que fui yo la causante de su muerte.

-¡Sálvenlo a él! ¡Salven a mi bebé! -grité empezando a llorar.

Harry se acercó a mí, sus ojos estaban a punto de desbordarse y supe que me lo pediría, me pediría no hacerlo.

-Es la vida de mi hijo, Harry, no quiero la mía sin él -le dije.

Él asintió y empezó a llorar sobre mí. El sanador parado lejos de nosotros miró hacia otro lado, y le dio la orden a un grupo de personas para que me trasladaran a otra sala.

No saldría viva de ahí, estaba segura, pero lo hice, aun así, porque necesitaba ver al menos por unos segundos a mi hijo, conocerlo, saber cómo era, antes de irme. Los sanadores y Harry tuvieron esperanza al ver que no moría durante el nacimiento, y a pesar de sus esfuerzos, la cantidad de pociones exagerada y los hechizos, yo sabía que era inútil, sentía como la vida se me estaba yendo poco a poco.

-Por favor quédate, juro que te hare muy feliz.

Rogaba mi amado esposo con su cabello más revuelto de lo normal y sus ojos llenos de lágrimas. Seguía arrodillado a lado de la cama, sosteniendo mi mano, y aun costado de mí se encontraba mi pequeño, mi más grande tesoro. Harry no tenía ni idea de lo decia, me había hecho la mujer más feliz del mundo, y yo sólo le estaba dando lo mejor de mí: James Sirius Potter.

Imposible no amarlo | HansyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora