L L A M A D A S (M A R A T Ó N - 7)

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—¿Diga? —esa voz...

—¿Hiroko? —pregunté sorprendido—. S-soy... ¡H-habla Victor!

—¿Victor? —preguntó pensativa, para pocos segundos después gritar sorprendida—. ¡Victor!

—Si, Hiroko. Por favor pasame a Yuri —rogué impaciente. Mirando la puerta por si padre entrara en cualquier momento.

—Lo siento, pero no se puede en este momento —dijo triste—. No puede hablar con nadie en este momento.

—¿Qué sucede, Hiroko? —algo raro pasaba.

—Verás Victor... Es complicado, pero no te preocupes, todo estará bien —du voz sonaba quebrada. Algo me ocultaba.

—Pero, ¿qué sucede? Necesito saberlo —grité desesperado—. Hiroko, todo está bien, ¿verdad? Mi hijo...

—Él está bien —dijo apurada—. Pero no puedo decirte nada por el momento. Pero si llamas otro día...

—Tengo que irme, Hiroko. No creo poder hablar en un tiempo —mis fuerzas se desvanecen más y más, las esperanzas de oír la dulce voz del amor de mi vida se habían esfumado. Como si te dieran una cubetada de agua fría—. ¿Podrías decirle a Yuri que lo amo? Que en todo éste tiempo no me he olvidado de él y que me perdone por todo el daño que le he causado.

—Le daré tu mensaje —a punto de colgar, la voz preocupada de Hiroko me llamó—. Gracias por querer a mi hijo.

Y colgué, sin saber que decirle.

...

Los meses pasaban y no encontraba otra oportunidad de comunicarme con Yuri.
La boda seguía de pie y ésta noche tendríamos una pre-celebración.
Donde los invitados adinerados (la mayoría empresarios famosos), llegaban a desearnos la nueva buena. Aunque sabíamos que era una hipocresía total.

Katia lucia un vestido elegante pero sutil, algo extraño a su forma de ser.
Yo simplemente me puse un traje cualquiera.
La celebración se llevaría a cabo en el jardín trasero. Incluso tuvimos que contratar más personal para atender las mesas y hacer la comida.

Todos se reunían para hacer futuros contratos y negocios. Por supuesto, padre era el principal buscado. Todos sabían que su empresa era la más grande y con mejor ingreso en el país.

Y mientras ellos estaban distraídos. Dejé a Katia platicando con algunos familiares, dirigiéndome al baño a refrescarme.

Pasé despacio por los pasillos silenciosos de mi casa. El tiempo se acababa, solo me quedaba un mes para irme de aquí y no tenia ni la remota idea de que hacer con mi vida.

Llegué al baño y abrí el grifo, dejando caer el agua mientras mis pensamientos rondaban mi mente. Pasé el agua fresca por mi rostro y con otra poca peine mis cabellos hacia atrás. Me miré al espejo, era el vivo retrato de padre.
Odiaba parecerme a él, me hacia recordarlo a cada momento.

Suspire cansado, mientras salia del baño para regresar a la fiesta.
Hasta que noté que alguien me esperaba al final del pasillo. Su cabeza estaba cubierta y no podía saber quien era.
Al acercarme, intentando pasar para salir de ahí. Me tomó del brazo, mientras él se ponía de puntillas para alcanzar mi oído.

—Ven conmigo —y me arrastró con tanta prisa que me era difícil seguir el paso.

—¡O-oye! —dije enojado. No sabia quien era y me llevaba con tanta confianza.

—Silencio, a menos que quieres que nos oigan —dijo enojado para continuar corriendo en silencio.

Al llegar a una habitación para las visitas. Entramos rápidamente, mientras aquel hombre misterioso cerraba con seguro. Para girar a verme.

Hanarezuni soba ni ite / Sólo quedate a mi lado (Yuri On Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora