9. Vecinas VI (37)

226 18 49
                                    

Sin pensárselo, Nameless lanzó la pistola trazando la parábola adecuada para que acabara a un par de metros de Veda y después se escondió en las sombras lo mejor que pudo. Aunque ahora habría que ver si la heroína se atrevía a cogerla.

La inventora levantó la mirada hacia ella, o hacia donde ella había estado segundos atrás, ya que, por si acaso, se había movido de árbol. Killgore también echó un vistazo suspicaz hacia arriba, mientras que su amigo pasaba de tomarse la molestia y Furia se preparaba para una batalla más dura contra los que estaban a punto de llegar.

Veda examinó rápidamente la pistola congelante, le giró la ruleta para ponerla a máxima potencia y se atrevió a disparar contra el río. Bajo el chorro de luz azul, a la arrolladora masa de agua le creció una costra de hielo que se extendió de orilla a orilla. Entonces Veda agarró a su amiga y tiró de ella para hacerla cruzar. El macarra se planteó perseguirlas, pero se lo pensó mejor cuando el hielo empezó a agrietarse.

Ya en terreno de héroes, Veda echó una última mirada atrás y tiró de su compañera para alejarse del río, mientras que Furia les dedicó un gesto hostil prometiendo que los vigilaría. Aquello pareció agradar a Killgore, aunque su compañero paliducho suspiró como si se hubiera aburrido tremendamente. Los dos villanos recién llegados se lamentaron por no haber llegado a tiempo para ponerles la mano, o el arma, encima a las heroínas. Y Nameless continuó deslizándose silenciosamente por las ramas altas para alejarse de todos antes de bajar al nivel del suelo.

Regresó corriendo a la galería de tiro, rodeando el edificio principal del Instituto del Mal, oculta lo más posible por la vegetación y veloz sin dejar de ser cautelosa, no fuera a acabar de frente contra alguna enemiga declarada. La buena noticia fue que no se encontró con las Animadoras, la mala, que Roca salía de hangar con cara de malas pulgas. Nameless tragó saliva, se retiró un poco la capucha y fue junto a su Capitana. Ella le hizo un gesto para que la siguiera, sin saludar.

–¿Dónde estabas? –interrogó Roca mientras se acercaban al Instituto.

–Eh... He terminado de disparar y...

Su Capitana se volvió hacia ella para fulminarla con una mirada asesina.

–Vale. Vinieron las Animadoras y... salí por patas –reconoció con un murmullo.

–Agh. ¿Hasta cuándo vas a seguir huyendo a la mínima señal de hostilidad?

Nameless desvió la mirada, avergonzada.

–Espera... –sospechó Roca– ¿te han llegado a amenazar?

–No tengo claro si me han llegado a ver... –admitió sin atreverse a hacer contacto visual.

Eisentblut le soltó un patadón a una puerta que no era la principal, agarró a su Subcapitana por la sudadera y la metió dentro del tirón.

–Voy a ver si te arreglo un poco –gruñó empujándola.

Nameless observó el nuevo lugar. Era un enorme gimnasio, de techos altos, de los que colgaban cuerdas, cadenas y escaleras, y pasillos con todo tipo de aparatos para ejercitarse y otros que directamente eran para torturarse. En las paredes había rocódromos, más escaleras y plataformas, todos con el propósito de que alguien se subiera a arriesgarse a caer desde muy arriba. Y, en el centro de la estancia, y de buena parte de la atención de los presentes, un ring en el que estaban pegándose una paliza mutuamente un par de villanas, jaleadas por los que hacían pesas más cerca.

–No me harás subir ahí, ¿verdad? –planteó Nameless a media voz.

–No hasta que sepa que podrás bajar por tu propio pie y no en un cubo.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora